El himno “Un violador en tu camino”, de Las Tesis se hizo eco en las calles chilenas nuevamente en este helado mes de julio. Ni el frío ni el peligro de la pandemia del Covid-19 pudieron acobardar a miles que inundaron el pavimento, plasmaron escraches, e hicieron su parte en las redes sociales en búsqueda de que el juicio a Martín Pradenas no quedara impune.
¿Quién es Antonia?
Antonia Barra era una joven de 21 años que como muchas, salió un fin de semana a bailar en el sur del vecino país. Allí, se encontró con su femicida indirecto, Martín Pradenas. En imágenes de las cámaras de seguridad del boliche, se puede ver cómo él había comenzado a acosarla. Luego fue llevada por Pradenas a una cabaña que había alquilado. Hay un video donde se ve claramente cómo el acusado la fuerza y se puede distinguirla a ella con alteración de sus reflejos y equilibrio, seguramente por causa de alguna sustancia. Al día siguiente Antonia se encuentra el horror de frente, cuando al despertar ve a Martín abusando de ella, lo logra sacar y sale de allí.
De inmediato le cuenta la pesadilla vivida a amigas suyas y por temor, decide no contar nada en ese momento a sus padres.
El 12 de octubre de 2019, Antonia llama a su ex novio Rodrigo Canario y le relata lo sucedido. Rodrigo, en una reacción posesiva y celosa, la insulta, graba el relato y se lo envía a una amiga. Este audio le termina llegando al agresor, quien la llama y la amenaza: “nadie te va a creer”.
Antonia termina por quitarse su vida, cinco días antes del comienzo de la revolución chilena.
Una justicia machista y burguesa
En el medio de un Chile convulsionado, la indignación creció aún más. El juez, que acreditó la violación, descartó dos de los casos que también se le imputan a Pradenas, ocurridos entre 2010 y 2014. Estos fueron sobreseídos por estar prescritos (este tipo de delitos prescriben transcurridos cinco años); mientras que los tres restantes se desestimaron por “no contar con antecedentes para configurar los casos, y ordenó sin embargo el arresto domiciliario del acusado el 22 de julio. ¿El argumento? El peligro de la propagación de casos en las cárceles. Lo sorprendente es que allí ¡hay más de 2000 presos de la primera línea!. Cárcel para los luchadores y prisión domiciliaria para los violadores. Lujo de justicia “imparcial”.
Sucede que Pradenas es hijo de los poderosos. Su ex suegro es un importante empresario y estuvo vinculado a la campaña presidencial de Piñera en 2009.
Esta definición machista y de clase, por parte de la justicia, provocó una ola de movilizaciones a lo largo y ancho de Chile. Performances, velatones, marchas y escraches se desarrollaron con un objetivo: justicia por Antonia, juicio y castigo a Martín Pradenas.
El grito popular por Antonia dos días después surtió su efecto. El 24 de julio el juez se vio obligado a dictar la prisión preventiva a Pradenas. El resultado de la lucha está de manifiesto. No se puede confiar en la justicia de los y las ricas. El camino para lograr tirar abajo cualquier tipo de injusticia es la organización y la lucha. Aún queda mucho por delante. Lamentablemente son muchas las que no son escuchadas, quienes siquiera se animan a denunciar la violencia de género porque saben que lo primero que encontrarán son puertas y oídos cerrados. Pero la fuerza de un pueblo movilizado, es capaz de derribar cualquier muro.