Durante el mes de junio y lo que va de julio, no solo el frio polar asoló a los barrios de la Capital Federal. Como explicamos en la edición anterior, Nadia Rojas, desde mediados de mayo faltaba a su hogar. Se sumó el caso de Erika, quien desde hace 13 días tampoco había vuelto a su casa.
Desde un primer momento, familias, organizaciones sindicales, sociales y barriales nos movilizamos para pedir por la aparición de Nadia y de las miles de pibas que engordan las tenebrosas cifras de la Procuraduría de Trata y Explotación sexual, más de 3000 actualmente.
En este caso, la incansable búsqueda que encabezó la madre de Nadia Rojas, Elena, fue fundamental. Ella junto a todas las organizaciones que nos movilizamos, sindicatos y centros de estudiantes, lograron que se hicieran dos allanamientos en un boliche en la zona de Flores donde, oh casualidad, se encontraron catorce habitaciones donde se puede tener sexo con chicas encerradas. Luego a Elena la citaron misteriosamente para encontrarse con su hija.
Esto se realizó con todo en contra, el juez Canicoba Corral dijo que Nadia se había ido con un noviecito, lo mismo que expresó la policía. Inclusive, justicia y policía ni se inmutaron ante las amenazas y golpes que recibió Elena mientras realizaba esta cruzada. Estas instituciones son cómplices, garantes del gran negocio de la trata.
No sorprende que todos los políticos tradicionales no digan una palabra sobre estos casos. De qué se preocuparían si quienes sufren los secuestros son las pibas que viven en los barrios más humildes.
Existen cientos de casos en la Villa 20 y la 1.11.14, invisibles para el Gobierno, inclusive ahora en campaña electoral. El abogado de Elena lo dijo claro “El Estado está totalmente ausente y la madre completamente desprotegida. Sobrevive a base de la solidaridad… Desde que se sancionó la ley de trata no fue desmantelada ninguna red, porque operan con connivencia policial. Nadia apareció por la presión de los amigos, los docentes y las organizaciones”.
Queda más que demostrado que los trabajadores debemos luchar unidos contra estos negocios sucios de este sistema, no podemos confiar en jueces, comisarías y gobernantes a los que no se les mueve un pelo por nuestras pibas.
¡Sigamos movilizados para desmantelar las redes de trata!