“ARGENTINA 1985” EN DEBATE

La película protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani llenó salas en todo el país y llegó a festivales internacionales. Ahora suena fuerte como candidata a competir por el Óscar a mejor película internacional, reconocimiento que en nuestro país cuenta con los antecedentes de «La Historia Oficial» y «El Secreto de sus Ojos». 

Para quién todavía no la vio, Argentina 1985 narra el juicio a las Juntas Militares desde el punto de vista del Fiscal Julio César Strassera (Darín) y su adjunto Luis Moreno Ocampo (Lanzani). Ambos actores realizan un trabajo notable en la ficción. La adaptación de los testimonios y del proceso judicial está muy bien lograda. Y también cuenta con algunos momentos de humor que cortan un poco la tensión que genera la trama.

Lo que proponemos con este artículo no es quedarnos en una reseña cinematográfica (ni el autor está siquiera cercano a ser crítico de cine): es aprovechar este film y los temas que pone sobre la mesa para debatir, tomando los puntos de vista que propone. Aviso, puede haber spoilers.

 

La impunidad de la represión

Quizá el mayor acierto de Argentina 1985 está en cómo deja explícito que, habiendo terminado la Dictadura, los militares se manejaban con mucha impunidad. Es así que muestra cómo intimidaban a la fiscalía, a testigos y a jueces, con hechos que van desde amenazas telefónicas, espionaje, y hasta el envío de una carta a la casa del fiscal Strassera con el sello de la ESMA y una bala.

Esta impunidad, lamentablemente, continúa presente al día de hoy. El caso más emblemático es la segunda desaparición de Jorge Julio López durante la Presidencia de Néstor Kirchner, luego de ser testigo en el juicio contra el genocida Miguel Etchecolatz. 

 

La movilización popular… ausente

Lo que no muestra el film es el enorme proceso de movilizaciones que acompañó el juicio. Si se pudo juzgar y encarcelar parcialmente a las Juntas, fue todo gracias a que en Argentina la Dictadura cayó por medio de una revolución, a diferencia de otros países del mundo, donde los militares pactaron su salida del poder con impunidad. 

En nuestro caso, no solamente cayeron por medio de la movilización popular. Las acciones de repudio a la Dictadura se extendieron en el tiempo exigiendo juicio y castigo. Argentina 1985 hace un olvido muy notorio de estos hechos .

Durante toda la película no se ve una sola marcha de las miles que bregaban por encarcelar  a los militares genocidas y sus cómplices civiles y de la alta jerarquía de la Iglesia, lo que nos lleva al siguiente debate.

 

Un lavado de cara

Lo señalado en el punto anterior lleva consigo otra polémica: en el film los impulsores del juicio son los jueces de la cámara de apelaciones, y ambos fiscales.

Cabe preguntarse si de haber faltado la presión popular, se hubiese llevado adelante este juicio.

Alfonsín tiene una aparición muy breve, imperceptible, pero basta para dejarlo bien parado. Y aunque las leyes de impunidad son mencionadas al final, nada se dice del rol que el ex presidente tuvo dictando el Punto Final y la Obediencia Debida, para dejar libre a decenas torturadores y asesinos.

Strassera es elevado al status de héroe de la patria. Aunque su recorrido personal durante la Dictadura es controvertido y registra no haber hecho nada relevante en relación a los crímenes vinculados a los derechos humanos. Como fiscal permitió la apropiación de Papel Prensa por Clarín y La Nación. 

Lo que hace Argentina 1985 es exaltar las instituciones de la democracia burguesa, como la Justicia o la Presidencia de la Nación. Democracia con la que no “se come, se cura y se educa”, como dijo en 1983 Raúl Alfonsín, cuando asumió la Presidencia del país, y en la que, por el contrario, al día de hoy, seguimos pagando los platos rotos de la herencia económica de la Dictadura, centralmente los trabajadores y pobres.

 

A modo de conclusión 

Más allá de las características que fueron marcadas, no se puede dejar de decir que es una película que vale la pena cada segundo. Y aún más porque nos permite profundizar en estas discusiones.

Así que quién no la vio todavía debería darse un momento para verla.

Mientras el poder del Estado y sus instituciones estén en manos de quienes nos explotan todos los días, será difícil encontrar una obra que no refleje aunque sea en pequeña parte el punto de vista de los poderosos.

Será cuando el pueblo trabajador tome en sus manos el poder que tendremos las herramientas para contar nuestras historias, las historias de abajo.