A pocos días del 8M, un nuevo acuerdo con el FMI condiciona la vida de todo el pueblo trabajador. No es la primera vez que el FMI y sus requisitos pesan sobre nuestras cabezas. Este acuerdo se firma bajo promesa de reducir el déficit fiscal (menos “gasto” público) y de la futura Reforma Previsional, que el macrismo intentó implementar y que derrotamos en las calles en 2017.
Otra vez, el Gobierno de Alberto Fernández y su Ministerio de Mujeres y Diversidades en la sesión de apertura del Congreso reafirma su “compromiso de seguir reconociendo y ampliando los derechos de las mujeres y LGTBI. Con los proyectos de ley que impulsamos para la creación del Sistema Integral de Cuidados y Licencias Igualitarias por nacimiento y adopción, estamos poniendo a los cuidados en el centro de la agenda pública.” Al igual que la legalización del aborto, la propuesta es linda en los papeles, pero en la práctica se necesita mucho más. Fundamentalmente presupuesto acorde.
La situación de las mujeres trabajadoras ha empeorado en el mundo y en Argentina (ver nota «Jornada de lucha desde su origen»). El Gobierno culpa a la situación extraordinaria que le tocó afrontar debido a la pandemia del COVID-19 y al endeudamiento con el FMI de la etapa anterior bajo el Gobierno de Macri. En parte es cierto. Pero es bueno recordar que durante su mandato Cristina se proclamó «pagadora serial» y que Alberto se comprometió con el FMI a pagar 47 000 millones de dólares.
El pueblo trabajador de conjunto necesita ese dinero para cubrir necesidades básicas apremiantes. Las trabajadoras y mujeres de los sectores populares padecen desocupación, ampliación de la brecha salarial, condiciones de trabajo terribles, educación y salud pública vaciadas de presupuesto.
Ya contamos 54 femicidios y trans-travesticidios en 2022. La violencia hacia nosotras no afloja, recrudece a medida que la crisis y la podredumbre afloran por todos los poros sociales. La violación grupal de Palermo a plena luz de día y con total impunidad, es un brutal ejemplo.
Si los 47.000 millones de dólares de la Deuda se destinaran al pueblo y sus necesidades inmediatas, muchas de nosotras estaríamos en mejores condiciones y no dependeríamos de planes de ayuda, jubilaciones extraordinarias ni migajas que nos atan a los aparatos políticos y que son usadas para mantenernos quietas y sin luchar.
Sindicatos y Ni Una Menos: la máscara del feminismo pro Gobierno
Hace dos años al menos, las conducciones sindicales se escudan en la pandemia para ser cómplices de los planes ajustadores y flexibilizadores, que bajan nuestros salarios, precarizan el empleo y empeoran nuestras condiciones laborales. No es algo para asombrarse pues han jugado ese rol con todos los gobiernos. Aun los sindicatos de salud y docentes, en su mayoría compuestos por mujeres y con un discurso a tono con la agenda de género del Gobierno, han dejado correr ajustes y precarización, así como desempleo y violencia.
Las conducciones del movimiento de mujeres han tenido la misma política, enmascarada en un discurso de defensa de las mujeres y montadas en el triunfo del 2020, en que logramos la legalización del aborto. Para su aplicación seguimos luchando caso a caso, porque sin luchar ninguno de nuestros logros se hace efectivo.
En este 8M, un sector del movimiento con Ni una Menos a la cabeza y varios gremios de alta concentración de mujeres salen a la calle luego de dos años, bajo el lema “La deuda es con nosotras. Que la paguen los que la fugaron”. El yugo de la Deuda Externa atraviesa aun a quienes apoyan a este Gobierno, derivando en roces o matices. Pero mas allá de que el macrismo contrajo esta Deuda gigantesca, es «su» Gobierno, el de Alberto Fernández y Cristina quien empeña nuestro futuro para seguir cumpliendo con el FMI y los demás buitres. Para enfrentarlos, no alcanza la renuncia de tal o cual dirigente, sino la organización de todos los sectores populares. Es imperioso tomar en nuestras manos directamente esta tarea.
Por su parte, las organizaciones de mujeres que responden a la izquierda plantean solo acciones testimoniales, a tono con las políticas de sus partidos, para los que ha cobrado mucho peso lo electoral. Que existan más leyes y diputados no garantiza mejoras concretas. Con todas las instituciones del Estado en contra, lo que conquistamos solo se garantiza si seguimos luchando y de fondo, para cambiar definitivamente nuestra situación. Solo será posible si destruimos el sistema capitalista y gobernamos les trabajadores.
Retomar el camino de las obreras de Petrogrado
Para eso, las mujeres debemos autoorganizarnos con nuestros compañeros en cada lugar, sumar fuerzas para conseguir trabajo, salud, educación, plan de obras públicas y combatir la violencia machista.
Es preciso organizar la autodefensa para enfrentar la represión que el Estado descarga cuando se agudiza la lucha, porque si no pone un freno no puede ajustar. Y ante la desidia estatal, la autodefensa también es una herramienta contra la violencia machista.
Necesitamos dejar de pagar la Deuda Externa y destinar esos fondos a resolver los problemas populares. Pero para lograrlo les trabajadores tenemos que gobernar. Las mujeres debemos ser parte fundamental de esa tarea, tal como fueron las costureras de Petrogrado que un 8M iniciaron la Revolución Rusa, revolución que cambió sus vidas y la de todes les trabajadores