Israel lleva a cabo un verdadero genocidio ante los ojos del mundo.
La propaganda sionista, amplificada por el imperialismo norteamericano con la complicidad de Europa, golpea a través de los medios masivos de comunicación.
Inmediatamente después de la acción de Hamas, acción que se apresuraron a condenar pero que todos los luchadores del mundo por la libertad y contra la injusticia consideramos expresión de un derecho inalienable de un pueblo a enfrentar la opresión, volcaron la opinión pública con mentiras sobre el carácter sanguinario de los palestinos, y los nombraron “terroristas”.
Pero eso está cambiando. Los propios rehenes liberados por los palestinos dieron cuenta de la humanidad con que fueron tratados.
Judíos antisionistas se manifiestan desde Nueva York hasta nuestro país, denunciando que judaísmo no es sionismo, y repudiando el genocidio. En la propia Tel Aviv, se dieron concentaciones ante la casa de Benjamín Netanyahu.
En todo el mundo árabe, se movilizan frente a embajadas norteamericanas. En Turquía atacaron una base militar de EEUU..
En Europa, trabajadores portuarios se niegan a cargar buques dirigidos a Israel. En Londres se dio la manifestación más grande desde la Segunda Guerra, con medio millón de participantes. En el propio EEUU, soporte central del enclave sionista, cientos de miles ocuparon las plazas de Washington y se suceden acciones en diversas ciudades.
Y en América Latina también crecen las acciones a favor del pueblo palestino.
Palestina y Malvinas
En Argentina, se han realizado movilizaciones, pero aún son menores. Sin embargo, Argentina tiene mucho en juego. La invasión del sionismo a Palestina y la instalación del estado confesional y racista de Israel -con apoyo del imperialismo norteamericano y la ONU- dio como resultado el surgimiento de un estado artificial, con población “importada” que no vivía en el área. Es lo que llamamos un “enclave”. Es decir, un estado creado en territorio de otro, con población insertada.
En un principio, ese territorio era solo parte de la superficie ubicada entre el Río Jordán y el mar. Pero en sucesivas agresiones militares y expulsiones de palestinos, tomó casi toda la zona, dejando para los palestinos las “regiones-cárcel” de Gaza y Cysjordania.
Salvando las diferencias, es similar a lo ocurrido con Malvinas, un enclave también. Inglaterra tomó esas islas argentinas hace 190 años y colocó sobre ellas una población -los “kelpers- que no vivían allí. Fundó un estado arficial -las “Falklands”-. Y niega a nuestro país todo derecho sobre la zona.
Eso es para la población argentina una causa nacional. Sufrimos por ese trozo de nuestro país que nos fue arrebatado. Y reivindicamos la recuperación.
Sin embargo, es una pequeña porción de nuestro territorio, que además estaba despoblado al momento de la invasión pirata inglesa.
Imaginemos si los ingleses hubieran tomado gran parte de nuestro territorio, y expulsado a la mayoría de sus habitantes, esclavizando al resto en nuestra propia nación. Estaríamos luchando cada día de nuestras vidas por nuestra libertad.
Esa es la situación de Palestina: Malvinas multiplicada por un millón.
Por eso, en Argentina debemos ver la causa Palestina como una causa propia. Los invasores piratas del mundo entero -Gran Bretaña entre ellos- estarán más débiles si la ofensiva israelí es derrotada, si miles de soldados del ejército nazi sionista vuelven en paquetes de plástico a Israel, si Palestina vence.
Argentina debe romper relaciones con Israel
Por todo esto, es un deber de cada habitante de nuestro país apoyar la lucha del pueblo Palestino.
Pero tanto el Gobierno como la oposición patronal hacen lo contrario. ¡Una vergüenza!
Tenemos que redoblar la movilización, hacerla permanente.
Bolivia acaba de romper relaciones diplomáticas con Israel. Los Gobiernos de Colombia y Chile llamaron a consulta a sus embajadores en Tel Aviv. Con retraso, Latinoamérica se pone de pie ante la barbarie.
No puede ser que Argentina siga, por el servilismo de gobernantes y opositores, del lado de Israel y sus socios EEUU y Gran Bretaña.
Tenemos que imponer esa medida elemental para enfrentar el genocidio: ¡Argentina tiene que romper de inmediato las relaciones diplomáticas!
Junto a eso tenemos que poner en pie una campaña para confiscar los intereses de empresas de Israel en nuestro país. Ya hay una campaña contra Mekorot, empresa estatal israelí de agua que tiene contratos secretos con 10 provincias argentinas. ¡Que se vayan! Hay otras empresas similares. El triunfo palestino es nuestro triunfo.