Kobane, la tercera ciudad kurda en Siria, pasa su horas más dramáticas. Hace semanas, esta localidad situada junto a la frontera con Turquía está bajo asedio de las brutales hordas el Estado Islámico (EI), que ataca con artillería pesada y vehículos blindados por el suroeste.
Las milicias kurdas, llamadas Unidades de Protección Popular y ligadas al Partido de la Unión Democrática (PYD), resisten con armas ligeras. En la parte oriental de la ciudad, el combate es cuerpo a cuerpo.
La ofensiva del EI se intensificó en los últimos días, en razón de la importancia de abrirse un paso hacia la frontera turca. A la fecha, el avance de los “yihadistas” es alarmante y hay quien dice que la caída de Kobane es inminente. En algunos edificios de la zona este de la ciudad, el EI ha izado su característica bandera negra. “Están a unos 50 metros dentro del suroeste de la ciudad”, informó este martes el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
El asedio del EI ha provocado, por un lado, una estampida de más de 160.000 civiles kurdos en dirección a la frontera turca. Por otro lado, unidades del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), principal fuerza político-militar kurda en Turquía, cruzaron la frontera hacia Siria para defender Kobane. Otros fueron rumbo a Irak, donde un tercio del territorio está en manos del “Califato” islámico proclamando por el EI en junio pasado. ¡La lucha contra el EI unifica a la nación kurda!
Los bombardeos de la “coalición internacional” que lidera EEUU han realizado una serie de ataques en las inmediaciones de Kobane, pero sin conseguir frenar el avance del EI.
Es como si el imperialismo estuviera “dejando correr” el avance del EI y la matanza de los kurdos. El empeoramiento de la situación en la frontera con Siria podría forzar al gobierno de Ankara a “involucrarse” más directamente en las acciones militares capitaneadas por EEUU. Al mismo tiempo, desde el punto de vista de Washington, la derrota de los kurdos sirios, que combaten a Al Assad y mantienen sus afanes independentistas, no es, precisamente, un grave problema.
Hace unos días el parlamento turco aprobó una resolución que autorizaría a su Ejército a combatir al EI en Siria e Irak, pero es improbable, en este momento, que se pueda efectivizar. Lo concreto es que EEUU viene insistiéndole al gobierno turco un apoyo más concreto en la actual “guerra contra el terror” que, con limitaciones, Obama echó a andar.
En medio del complejo entramado de intereses y alianzas de las distintas fuerzas militares en Siria e Irak, la guerra emprendida por los kurdos, al igual que los rebeldes sirios, es justa. Es una guerra que merece el completo e incondicional apoyo de los revolucionarios. Es “nuestra” guerra.
Las milicias kurdas en Siria combaten, junto a los rebeldes sirios de origen árabe, a la dictadura genocida de Al Assad. Al mismo tiempo, reivindican su legítimo derecho de autodeterminación nacional, es decir, la conformación de un Estado independiente kurdo.
¡Es urgente exigir el envío incondicional de armas pesadas y tecnología militar a las milicias kurdas y a los rebeldes sirios! ¡Armas para defender Kobane! Tanto el imperialismo como el gobierno turco de Erdogan rechazan armar a las milicias kurdas en Siria, sobre todo porque ambos son contrarios a la independencia del pueblo kurdo.
En el marco de la lucha por la victoria militar de los rebeldes sirios contra Al Assad y en defensa del territorio y por la independencia de la nación kurda, los revolucionarios combatimos a las direcciones burguesas de los kurdos, que se oponen o fragmentan la causa de la autodeterminación de toda la nación kurda, diseminada en los actuales territorios de Turquía, Irak, Siria e Irán, pues eso implicaría enfrentar a las clases dominantes de esos cuatro países. La burguesía kurda, en cualquiera de esos países, es cobarde y será siempre inconsecuente incluso en la lucha por la bandera democrática de la autodeterminación nacional de su pueblo.
Al mismo tiempo, es necesario combatir la posición de las direcciones burguesas de la resistencia siria, que se niegan a reconocer el derecho de independencia del pueblo kurdo, lo cual acaba debilitando la lucha común contra la dictadura de Al Assad y contra el EI.
La salida progresista pasa por la completa unidad militar entre las brigadas rebeldes sirias y las milicias kurdas, para derrocar a la dictadura de Al Assad y a las huestes fundamentalistas del EI, en el marco de la oposición firme a la actual intervención imperialista. En el marco de esa amplia unidad de acción democrática y antiimperialista, los revolucionarios defendemos la necesidad de construir un partido de la clase trabajadora, que apunte la estrategia de la revolución socialista en la región.