Una tarea urgente: ante la disparada de la inflación
Si hay algo que preocupa a los trabajadores de todo el país es la disparada de los precios por la inflación. La comida, la ropa y los productos no paran de subir. Comer carne es un lujo que cada vez menos se pueden permitir. En un país como el nuestro donde el 50% trabaja de manera informal y el salario promedio ($50.000) está muy por debajo de la línea de pobreza (Canasta Básica Total –CBT-: $90.000), es urgente que los trabajadores discutamos medidas para defendernos.
Inflación desbocada, salarios por el piso
La inflación para el mes de marzo, según el INDEC, llegó a 6,7%. La de abril, según el Gobierno de Alberto Fernández, será igual o superior. Los economistas más cuidadosos hablan de una inflación anual del 70% o más. Otros no se animan a dar números. La crisis económica local es empeorada por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que obliga a realizar refinanciaciones de vencimientos por dos años con mayores pagos de intereses y ajustes trimestrales. Ahora se suma la crisis mundial, alimentada fuertemente por la invasión rusa a Ucrania, que por su lado ya disparó el precio del barril de petróleo Brent y los alimentos a precios récord.
Ante esta situación las paritarias que en otro momento buscaban acordar salarios por un año, están en crisis. Han sido siempre un acuerdo a espaldas de los trabajadores y a la baja, donde se sientan a negociar los empresarios, los dirigentes traidores y el Gobierno. Ante la crisis intentan emparchar los acuerdos con bonos, reajustes en cuotas y reaperturas a los pocos meses. Camioneros, mineros, petroleros, la UOM, los trabajadores del plástico, madereros y bancarios entre otros, cerraron acuerdos que se reabrirán en pocos meses. En todos los casos los parches llegan tarde. Salimos perdiendo los trabajadores porque nunca alcanzamos los aumentos mensuales (y hasta semanales) de los precios y seguimos estando en manos de dirigentes que sólo se preocupan por sus intereses y no por los nuestros.
Hace falta un plan nacional de lucha por aumento salarial y condiciones de vida
Los trabajadores tenemos que unir nuestros reclamos en todo el país rumbo a una huelga general de ocupados y desocupados con movilización como inicio de un plan de lucha, para imponer un sistema completamente diferente al aumento paritario que nos ofrecen las patronales, el Gobierno y los dirigentes vendidos que aceptan obedientes.
Hay que partir de un salario básico para una familia que supere la canasta de hambre del INDEC (CBT) y que incluya transporte, salud, educación, vivienda y esparcimiento. Ese básico debe ajustarse de forma automática y mensual (o quincenal según indexación) a un nivel igual o superior a la inflación.
No es un invento raro. En la época de la hiperinflación de Alfonsín (1989) los sindicatos habían negociado la “cláusula gatillo”, es decir un aumento de este tipo. Claro que la burocracia sindical lo hizo de un modo aceptable para las patronales: solo subía el 90% de la inflación (perdíamos un poco cada mes). Y además, solo duró unos pocos meses. Pero era un mecanismo de ajuste automático. Se trata de imponerlo tal como describimos más arriba, con la lucha sostenida y contundente. Esta medida debe incluír a todos los jubilados garantizándoles el 82% móvil de manera urgente.
Trabajo para todos
Para terminar con la desocupación se deben repartir las horas de trabajo entre todos los que puedan trabajar, reduciendo la jornada laboral sin bajar los salarios. Con turnos de 6 horas haría falta un turno más en cada fábrica y las industrias podrían incorporar a miles de desocupados.
Junto con eso es necesario impulsar un plan nacional de obras públicas (infraestructura de transporte, energía e hídrico, hospitales, escuelas, planes de vivienda populares) que dé empleo a todos los que hoy no tienen trabajo, hasta que el desarrollo de la economía permita absorberlos en otras ramas.
Para eso toda empresa que mantenga a sus trabajadores en la informalidad, despida o plantee el cierre debe pasar a manos estatales pero bajo control de sus propios trabajadores.
Control popular de los precios y apertura de la contabilidad de las empresas
La inflación no es el resultado del “mercado”. Los capitalistas disfrazan así lo que en realidad es una decisión unilateral de ellos. Son los empresarios, en particular los llamados “formadores de precios” (agro, industria de consumo, grandes cadenas de hipermercados) los que remarcan los precios con la excusa de los precios internacionales, devaluación del dólar, guerras. De allí para abajo, hasta los almacenes de barrio.
El Gobierno habla de controlar precios, pero nunca va a controlar a sus «amigos» ni a ir en contra de la ganancia de los empresarios. Hace falta un verdadero control de precios y para eso tiene que ser hecho por los propios trabajadores y los sectores populares en cada paso de la cadena de producción y comercialización.
Necesitamos comités obreros y populares de control, que vigilen los precios de salida de la industria y los precios en lugares de venta. Comisiones de trabajadores de las industrias, junto a los consumidores en cada barrio, que indiquen los precios justos de acuerdo al costo de producción. Que impidan que nadie venda por encima de ese precio, bajo amenaza de confiscación y entrega gratuita de todos sus productos, y expropiación de la industria o comercio en caso de repetición. Hoy existe una “Ley de Abastecimiento”, que aunque muy limitada, ni siquiera se aplica.
Algunos empresarios nos dirán que “eso los obliga a cerrar porque no les dan los números”. Es mentira. Hay que terminar con las avivadas de los que más tienen que fugan la plata al extranjero, no les cobran impuestos y encima ganan a costa del hambre del pueblo. Que las industrias hagan públicos sus balances contables, que le digan a la sociedad cuánto ganan a costa del hambre popular.
Todo esto debe darse en el marco de un plan obrero de emergencia, que ponga a producir el país al servicio de las necesidades del pueblo trabajador. Con fondos provenientes del No Pago de la Deuda Pública fraudulenta, Interna y Externa, y aumentos impositivos progresivos para empresas, bancos, latifundios multinacionales y de grandes patrones nacionales, suba de retenciones a las exportaciones de cereales y minerales, etc.
Recuadro
Los trabajadores podemos lograrlo
En medio de la crisis por los aumentos de precios varios dirigentes y sindicatos han salido a pedir aumentos de emergencia (Hugo Yasky de la CTA), aumentos generales por decreto (Rama Sindical del PJ), o han tenido que ceder ante los reclamos y firmar algunos reajustes al básico como en petroleros de Chubut (acuerdo firmado por todos los gremios petroleros del país). Aunque ninguno exige aumentos automáticos acorde a la inflación ni un plan de fondo al servicio de los trabajadores, muestran que es posible salirse del “molde” de los acuerdos paritarios y que la realidad empuja hasta a los dirigentes.
Es por eso que el camino a seguir tiene que partir de organizar en los puestos de trabajo, fábricas, escuelas y barrios a todos los compañeros y compañeras sin distinción. Hacer reuniones, comités, comisiones y asambleas que nos permitan unirnos y resolver pasos a seguir en la lucha por nuestros salarios y condiciones de vida. Hay que romper los chalecos por “gremio”, “sector” o lugar. No podemos esperar a que los dirigentes que acuerdan con las patronales y el Gobierno, que nos traicionan y dan la espalda nos vayan a defender. Tenemos que organizar la bronca e imponer lugar por lugar medidas de reclamos y unirlas en un plan de lucha unificado y nacional.
La CGT y las CTAs tendrán que escuchar el reclamo de las bases y convocar a una huelga general, caso contrario los trabajadores tendremos que hacer realidad la frase que reza: «con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes». Diciembre de 2017 nos encontró movilizados de a miles, unidos y enfrentando la Reforma Previsional y Laboral de Macri, ése es el camino. Los trabajadores tenemos que recuperar las calles rumbo a una huelga general que ponga freno a ésta política de hambre e imponga un plan al servicio de los trabajadores y el pueblo.
ESTAS PARITARIAS NO SIRVEN
Las Convenciones Colectivas de Trabajo fueron una conquista de la clase obrera, conseguida a través de enormes luchas. Hace un siglo, los trabajadores no tenían convenios, y lo que lograban con la pelea hoy, las patronales se lo quitaban al otro día. Fueron un modo de legalizar lo logrado.
Como todo lo que la patronal se ve obligada a otorgar, inmediatamente intenta transformarlo en su contrario: un mecanismo de control y división.
En lugar de luchar por salario, hay que esperar la fecha de Paritarias (en general una vez al año), y las largas negociaciones. Son una negociación entre trabajadores y empresarios con el gobierno de «mediador», pero el Gobierno no es neutral porque representa a los empresarios y además los trabajadores no participan porque lo hacen los dirigentes traidores sin consultar y debatir, sin el menor control de las bases. Los trabajadores somos informados al final, con todo firmado y “cocinado”, sin derecho al pataleo.
Esas paritarias son por gremio, divididas, como si la clase obrera no fuera una sola. Las empresas de ramas en desarrollo pueden otorgar mejores salarios, y el resto está jodido. Ni hablar de los trabajadores sin Convenio, o informales. Es decir, además de control, son un mecanismo de
división de nuestra clase ante la patronal, que siempre actúa unida, a través de sus Cámaras.
Por último, han inventado en los últimos años los “aumentos escalonados”, una nueva forma de
reducir los incrementos y favorecer a la patronal. Por eso, hemos perdido gran parte del poder
adquisitivo.
A estos aspectos negativos, se suma uno más en las últimas décadas, con un capitalismo en crisis y
sujeto a los dictados del FMI. Las patronales aprovechan las paritarias para liquidar derechos
logrados con la lucha de un siglo. Durante el gobierno Menem, por ejemplo, se renegociaron la
inmensa mayoría de los Convenios liquidando conquistas históricas. Y ahora, las reformas laborales antiobreras en gremios como Petroleros o Mecánicos fueron negociadas por las conducciones corruptas en paritarias.
Paritarias con alta inflación
Todas estas trampas se agravan en períodos de alta inflación como la actual (o de hiperinflación, como en 1989 ó 1991). Vemos que los miserables acuerdos firmados por el 45% (que ya representaban una pérdida salarial como todos los años), se fueron a la basura. Inventan “reaperturas” o “reajustes” cada 3 o 6 meses. En todos los casos, al cobrar aumentos en cuotas, significan pérdidas para los trabajadores, que corremos de atrás a la inflación, sin alcanzarla nunca.
Para la clase trabajadora, seguir apostando a que las Paritarias solucionen el problema salarial es una trampa. Necesitamos otra forma de pelear por el salario.
Las paritarias no son un invento argentino. Con uno u otro nombre, existen en todos los países capitalistas. Durante largos períodos en las últimas décadas no funcionaron las Paritarias -por ejemplo, durante la Dictadura militar-. En esas etapas, solo lograr sentar a la patronal para discutir salario era una dificultad.
Por eso, las paritarias son vistas por los trabajadores (y propagandizadas tanto por los gobiernos peronistas como por la burocracia sindical) como la única (o la mejor) forma de negociar salarios.
Pero no es así. Como vimos, nos atan las manos, nos dividen, y perdemos ante la inflación.
En este caso, luchar por la “reapertura de las paritarias”, no es ninguna salida de fondo. Es comprensible que en algunas fábricas y gremios los compañeros/as pidan ésta como la única forma.
Por ejemplo, en Metalúrgicos, donde Caló dejó de ser el Secretario General, la nueva conducción respetó su miserable acuerdo del 45% de aumento y se negó siquiera a pedir lo que otros sindicatos reclaman. Desde algunas fábricas (por ejemplo en La Matanza) se exigió la reapertura, y en Tierra del Fuego están en huelga indeterminada por un aumento mayor. En estos casos, apoyamos esa lucha. Pero sin dejar de decir a los compañeros que eso es completamente insuficiente.
Necesitamos una nueva forma de luchar por el salario.
A través de un pliego único de reclamos y un aumento unificado para toda la clase obrera, reclamando en medio de conflicto general. La única forma de no perder ante los aumentos de precio es lograr un aumento automático igual a la inflación de forma mensual. Así, ante cada subida de precios los salarios acompañan el aumento y nunca quedan atrás. Claro que ésta medida por si sola no alcanza, hay que arrancar con un básico que cubra verdaderamente las necesidades de las familias de trabajadores y medidas de fondo que explicamos en éstas mismas páginas (ver nota).
Las discusiones con las patronales y el Gobierno tienen que ser públicas, a través de representantes obreros electos en asambleas de base y plenarios con mandato, responsables ante la base. Que nada se firme sin consulta al conjunto de las asambleas de fábrica, empresa o establecimiento.
No se logrará esto con los actuales dirigentes, ni con las estructuras sindicales burocráticas. Es preciso una nueva dirección del movimiento obrero, y organizaciones gremiales de lucha, democráticas, con un programa de enfrentamiento sin cuartel contra las patronales.