El 7 de febrero, se inundó el Obelisco de mujeres que participaron del Tetazo, y lo mismo se replicó en otras ciudades del país. Esta convocatoria que realizaron agrupaciones feministas y que tuvo apoyo de muchas compañeras, surgió a partir del operativo policial (de más de veinte efectivos y 6 patrulleros) que intentó llevar detenidas a tres chicas que hicieron topless en las playas de Necochea, el 28 de enero.
La fuerza del NiUnaMenos se volvió a sentir de la mano de esta manifestación. Muchos debates se dieron alrededor de esta controversial convocatoria, algunos dicen que es por el derecho a hacer topless, pero el trasfondo es mucho más profundo.
Cala hondo en el sistema capitalista la opresión hacia las mujeres, quienes somos víctimas no sólo de la represión policial, como en el caso de Necochea, sino que sufrimos femicidios, acoso callejero, abusos sexuales, laborales, domésticos, y un sinfín de maltratos, solo por el hecho de ser mujeres. Podemos recordar que el año pasado se convocó una “Teteada masiva”, debido a que en San Isidro, una mujer fue sacada a la fuerza por la policía por dar la teta a un bebé en una plaza pública.
El sistema avala que nuestros cuerpos sean cosificados, y vendidos en el mercado como cualquier otra mercancía. Es una hipocresía absoluta que indignen tres chicas haciendo topless, pero no indignen la prostitución, los programas que muestran mujeres desnudas, como Show Match, siempre y cuando sean para llenarse los bolsillos de dinero, como lo hace el empresario Marcelo Tinelli. Es sabido que la misma policía que hizo el operativo en la playa es la que cobra coimas a los prostíbulos y se vincula con el negocio negro de las redes de trata. Uno de los negocios ilegales que más dinero mueve en el mundo.
De hecho, no es cuestionado el topless de las vedettes, u otras famosas que lo hacen en playas de Punta Del Este, Miami, u otros destinos de ricos. Sino que la falsa moral de este sistema cuestiona el cuerpo de las mujeres trabajadoras, de las pobres que vamos de vacaciones a las playas públicas argentinas. Se escriben largas notas periodísticas llamando a la moral por el Tetazo y silencio absoluto ante el “presupuesto cero” y la “policía cero” de Macri para la prevención de femicidios, como sucedió con el femicidio múltiple de Hurlingham o con la masacre de adolescentes en Florencio Varela. ¡Esos son crímenes, no usar un rato el torso desnudo en una playa!
Desde el PSTU participamos de estas movilizaciones, y llevamos nuestros acuerdos y nuestras diferencias para debatir con las mujeres que se acercaron, así como también lo hacemos con las corrientes y organizaciones que participan de estas convocatorias. De hecho, no compartimos el método ni la política que plantean las organizaciones feministas. No coincidimos en echar a los hombres que fueron a dar apoyo a esta movilización. Como tampoco creemos que para defender nuestros derechos debemos exponer nuestros cuerpos públicamente como metodología de lucha.
Aquí no se trata de no mostrarnos porque es “inmoral” o “vergonzoso”, nada tiene de malo que una mujer se quite la remera. Debatimos con el feminismo, en tanto que para nosotros la política más audaz será la que sirva para lograr que nuestros reclamos sean escuchados y obtener nuestras reivindicaciones, la que proponga acciones que sean tomadas por la gran mayoría de la clase obrera, la que eduque en el combate al machismo, la que masifique las marchas y no empuje hacia afuera a quienes coinciden con el reclamo pero no desean manifestarse tan osadamente.
Este 8 de marzo tenemos una gran oportunidad de salir masivamente por nuestros derechos. ¡Hagamos todos los esfuerzos para sumar! Solo la unidad de los trabajadores y la movilización nos acercarán a la conquista de los derechos que necesitamos las mujeres.