Hace ya más de 20 días asistimos boquiabiertos ante la noticia de la muerte del fiscal Nisman, quien fuera designado hace diez años por Néstor Kirchner para investigar el atentado a la AMIA, y empezamos a recibir partes diarios de los distintos medios de prensa acerca de este hecho y sus implicancias políticas.
La denuncia que presentaría el fiscal ante el Congreso el 19 de enero, involucraba al Gobierno Nacional, en la propia figura de Cristina por encubrimiento en la causa AMIA. Este hecho y la errática posición de la Presidente acerca de si fue o no un suicidio colocan al Gobierno como al principal sospechoso, aunque no dejaron de aparecer desde el mismo día de conocida la noticia, denuncias que van y vienen entre los distintos sectores patronales, la oposición, sectores internacionales, sin contar las versiones oficiales encontradas.
De este modo el pueblo argentino sigue día a día, cual si fuera una telenovela exitosa, el entramado perverso de las fuerzas políticas patronales en sus oscuras relaciones con los servicios de inteligencia. Estas mafias actúan a la sombra del Gobierno y la oposición de un régimen político putrefacto que abarca al conjunto de las instituciones manejadas por ellos, dando crédito así a la desconfianza y sospechas que millones tenían al respecto.
Las peleas por el control de los jueces y la propia justicia lejos están de buscar “la verdad”, sólo tienen el objetivo de continuar asegurandose impunidad y el uso del aparato represivo en función de su objetivo político. A ninguno de los que vemos dar grandes discursos en la TV, le interesa siquiera saber en verdad qué sucedió ese domingo en Puerto Madero, como mucho menos terminar con la impunidad que abarca la causa AMIA desde hace veinte años. El único objetivo es dirimir la interna mafiosa y por supuesto no modificar nada de fondo. Las internas entre los “espias” de los servicios secretos y la propia utilización política del caso AMIA no sólo impiden que se sepa a fondo la verdad sino que muestran la otra cara de la “democracia” de los capitalistas, que no es otra cosa que un régimen político mafioso para cuidar sus propios intereses.
La justicia también tiene “mal olor”
Quizá suene un poco redundante, pero no está de más aclarar que la “justicia” es también parte de ese régimen político en descomposición. Queda claro que ni la investigación de Nisman, ni el memorándum de entendimiento traerían luz sobre el caso AMIA. Ambas políticas y líneas de investigación responden directamente a las diferentes políticas que el imperialismo yanqui, la CIA y el Mossad (organismo de inteligencia del Estado de Israel) necesitan en diferentes momentos para condenar, acusar de terrorista y/o atacar algún país del mundo.
Los jueces, fiscales y todo el aparato judicial están inmersos en este pantano mafioso, haciendo algo imposible de alcanzar ese concepto tan risueño de “justicia”. Sin ir más lejos, la causa AMIA actualmente es protagonista de lo que en nuestra niñez llamábamos el “cuento de la buena pipa”, ya nada es tan seguro y las internas se llevan consigo hasta fiscales, la causa va y viene.
Esta justicia, es la misma que protege a los patrones, al poder político (como a Sobisch con Fuentealba o Ibarra con Cromañon), la que deja impune a Menem, a María Julia, la que autoriza desalojos de familias sin vivienda, la que encarcela mujeres por realizarse un aborto, la que aplica la ley antiterrorista y procesa a miles de luchadores populares, la que… la lista continúa casi hasta el infinito, porque el poder judicial está también al servicio de los sectores patronales que quieren seguir ajustando al pueblo.
Es por esta razón que desde el PSTU no depositamos ninguna confianza en que esta “justicia” resuelva nada. Para que en verdad se esclarezca el caso AMIA y la muerte del fiscal son las organizaciones de derechos humanos y demás organizaciones sociales la que deben tomar en sus manos la investigación a través de una comisión investigadora independiente.
El único camino es la movilización
No hace falta hacer una gran encuesta para saber que la indignación y la bronca por esta demostración pública de impunidad atraviesan a la mayoría del pueblo argentino, así como una imperiosa necesidad de saber qué pasó. Ni los políticos patronales, vinculados todos a alguna facción de espías, ni los eruditos penales, que desfilan por los noticieros con datos cada vez más confusos sobre la escena del crimen, nos traerán las respuestas que necesitamos.
Para que este aparato mafioso se disuelva realmente, para que se esclarezcan todos los hechos, el único camino que hay es la movilización de los trabajadores junto a toda la población. Desde el PSTU no depositamos ninguna confianza en el Congreso, sus “indagatorias” y comisiones, verdadera cueva de mafiosos dominada por los representantes de los partidos patronales.
Los trabajadores no debemos confundirnos, esta es sólo una disputa ocasional entre ellos, pero los verdaderos objetivos de los espías somos nosotros, el aparato represivo quieren mantenerlo a salvo para poder tenernos a raya y aplicar así de mejor manera el ajuste, para infiltrar y escuchar a los nuevos dirigentes que surgen en las fábricas, escuelas y universidades.
Digamos basta y salgamos a la calle para imponer esta política, la movilización del pasado 4 de Febrero convocada por la CTA de Michelli es un primer paso en ese sentido, pero no debe quedar ahí y debe convocar al resto de los dirigentes de las CGTs y CTAs, que lejos de estar haciendo acuerdos para mantener la paz social o firmando comunicados en defensa del Gobierno, deberían estar a la cabeza de esta tan necesaria movilización. Del mismo modo deberían estarlo las federaciones estudiantiles, los organismos de derechos humanos y los partidos de izquierda. Desde el PSTU, y como parte del FIT queremos dar todos los debates necesarios dentro del mismo para poner esta herramienta a la cabeza de esta movilización y al servicio de los trabajadores y el pueblo.
Polémcia con el FIT
¡Así no!
Como explicamos más arriba, con la muerte de Nisman se abrió una crisis política que al Gobierno le cuesta mucho cerrar, y aunque parece que se pelean entre ellos la oposición no pasa de declaraciones en los medios y en el Congreso, pero ante el mínimo atisbo de movilización, llaman a confiar en la justicia. Todos acuerdan en proteger a las instituciones, que vimos en este último mes están más que podridas.
Nuestra principal tarea como trabajadores es profundizar esa crisis y plantear una salida propia que rompa los marcos en que el pacto patronal nos quiere enchalecar. La marcha del día miércoles 4 a Plaza de Mayo presentaba una oportunidad en este sentido. Si bien pequeña, fue la única movilización unitaria, con un programa esencialmente correcto, que cuestionaba los entramados oscuros de la justicia en relación al caso AMIA, que denunciaba la creación de la Agencia Federal de Inteligencia y exigía la apertura de todos los archivos secretos junto a la disolución de los servicios y todo el aparato represivo.
Sin embargo, el FIT como tal y cada uno de sus integrantes “oficiales”, nuevamente han estado ausentes. No solo no fueron convocantes, si no que ni siquiera participaron de la movilización. Lamentablemente, su electoralismo los está llevando a abandonar las calles y a dejar un vacío para aquellos sectores que buscan movilizarse ante los ataques del Gobierno y las patronales.
IS y el PTS levantan denuncias correctas a través de sus candidatos, pero nada proponen para concretarlo, ni una palabra de llamar a movilizarse.
El PO, merece párrafo aparte. No sólo estuvo ausente de la marcha unitaria, si no que de manera totalmente divisionista llamó a una acción propia en el Congreso el día anterior para exigirle al Senado la interpelación de los imputados. Lo grave de esto es que además de dispersar las pocas fuerzas que empezamos a confluir, llama a los trabajadores a tener expectativas en el Congreso y no en sus propias fuerzas. Estas últimas semanas dejaron claro que nada progresivo saldrá de esa cueva de bandidos que se reúne en el parlamento. Nuestros candidatos y diputados deben tener política e iniciativas para denunciar y desenmascarar a los partidos patronales en el Congreso, pero sobre todo para poder movilizar al pueblo trabajador.
Desde el PSTU insistimos que sólo la movilización de los trabajadores junto a los sectores populares logrará que se esclarezcan y haya justicia en todos los casos hoy impunes y que se disuelva realmente el aparato represivo.
Por eso es necesario que el FIT retome el camino de la movilización y presente una alternativa política en las luchas y en las calles.