En este mundo los hombres gozamos de aparentes ventajas. La lucha contra el machismo parece cosa de mujeres.
Pero no es así. Por ejemplo, en Felfort, como en toda la alimentación, la patronal aprovechó siempre que la mayoría son mujeres para pagar menos y exprimir mejor al conjunto, con la complicidad del Gobierno y de la Lista Verde de Daer que conduce el STIA. Tanto que durante cien años, hasta 2010, en Felfort no hubo asambleas ni paros.
A partir de entonces empezamos a construir una dirección combativa de fábrica. Con la lucha se duplicó la planta de efectivos, se obtuvieron 250 categorías y otras conquistas. Iniciamos una campaña por el día femenino, plus por guardería, días pagos por enfermedad de familiar, igual categoría que el hombre a igual trabajo.
Con la crisis la empresa apretó más con aumentos de velocidad y falta de relevos, perjudicando en especial a las compañeras, razones que motivaros a participar el 3 de junio con la bandera de Felfort.
Es tanta la violencia que este sistema opresor y explotador descarga sobre las obreras, dentro y fuera de fábrica, que el último mes, en Felfort tuvimos la tremenda pérdida de dos compañeras que se quitaron la vida.
Ese sufrimiento doble, por ser obreras y mujeres, debería ser mérito doble para estar al frente de la lucha y en la conducción de los gremios y de los partidos obreros.
Para lograrlo, los hombres tenemos que cambiar. En Felfort las compañeras estuvieron en la primera fila de las peleas. Pero no se animan a ser delegadas ni participan de reuniones. Salen corriendo a atender la casa y los hijos. Y las acobardan las groserías y gritos propios del ambiente masculino.
Así, las asambleas, los cargos sindicales y políticos se vacían de mujeres.
¿Qué ventaja sacamos los obreros de eso? Ninguna. Se divide nuestra clase y se debilita su fuerza por causa del machismo. Los que festejan son los dirigentes vendidos, los patrones y el gobierno que nos ajusta.
Ante el 30° Encuentro, es importante que los hombres reflexionemos y nos pongamos al lado de las compañeras a combatir el machismo en los lugares de trabajo y en las organizaciones obreras, porque necesitamos mucha unidad para hacerle fuerza al ajuste.
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