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Brasil: Manual práctico para entender el país

Vivimos tiempos muy turbulentos. La crisis política y económica en el país se precipita con una velocidad avasalladora. Muchos activistas se sienten sin norte y, en el conjunto de la izquierda predomina la confusión y, lamentablemente, la capitulación a un gobierno que traicionó a la clase trabajadora y lucha por postularse, junto con la burguesía y el imperialismo, como alternativa aún viable.
Sistematizamos aquí algunas de las principales dudas que rondan a la izquierda y la posición del PSTU frente a ellas.

¿Existe hoy un golpe en el país?

No existe ningún golpe en marcha, ni militar ni parlamentario. Para los revolucionarios, un golpe presupone un ataque a las libertades democráticas de la población y del movimiento de masas, en medio de una ruptura de las reglas de la democracia burguesa.
Para que haya un golpe este gobierno del PT tendría que tener, además, contradicciones insolubles con la burguesía y el imperialismo. Lo que vemos, sin embargo, es lo contrario de eso (lea más en http://www.http://nuevo.pstu.com.ar/wp-content/uploads/2014/09/trotskyarchivo.jpg.org.br/node/21994). Dilma y el PT gobiernan con y para la burguesía, los latifundistas y los banqueros internacionales. (…)
La batalla del impeachment ocurre porque un sector de la burguesía percibió que el gobierno de Dilma, por su desgaste, ya no consigue más aplicar su política, por mucho que lo intente. Es una disputa, por lo tanto, entre dos campos burgueses para ver quién asume el gobierno para aplicar el ajuste fiscal y arrojar el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Disputa, sin embargo, que ocurre por dentro del juego de la democracia burguesa que, sabemos, no tiene nada de democrático: es una democracia de los ricos y que comforma todo tipo de maniobras, articulaciones espurias y todo el juego sucio de este parlamento de corruptos financiados por las contratistas.
El discurso del “golpe” es una forma del gobierno y del PT para defender el mandato de Dilma y conseguir apoyo para un gobierno que, saben, es indefendible desde el punto de vista de la izquierda. Discurso en el que, lamentablemente, la casi totalidad de la izquierda cayó.

¿Por qué el gobierno de  Dilma está cayéndose?

El gobierno de Dilma se está cayendo no por una articulación golpista o una ofensiva de las fuerzas conservadoras. El gobierno del PT cae por sus propias decisiones. En las elecciones de 2014, Dilma ya sufría un desgaste fruto de la crisis y de la política económica del gobierno que, para la gran mayoría de la población y de los trabajadores, se expresaba en la desaceleración de la creación de empleos y en la inflación. Durante la campaña, con la posibilidad concreta de perder las elecciones, el PT ensayó un discurso “a la izquierda”, atacando las ganancias de los bancos (a pesar de que ellos obtuvieron ganancias récords durante los años Lula y Dilma), y denunciando que, caso el PSDB ganase, Aécio atacaría los derechos de los trabajadores y haría privatizaciones.
La estrategia electoral funcionó y la población votó por el “mal menor”. Pero, poco después, Dilma hace exactamente todo aquello que dijo que Aécio haría. Determinó un profundo ajuste fiscal, atacó los derechos laborales al restringir el acceso al seguro de desempleo y el abono-PIS [Programa de Integración Social] y dio continuidad a las privatizaciones. La traición se reflejó en la caída vertiginosa de la popularidad del gobierno, que vio hacerse polvo su apoyo. A finales de abril, la reprobación del gobierno llegaba a 70%. Símbolo de eso fueron las silbatinas recibidas por la dirección del Sindicato de los Metalúrgicos del ABC en la asamblea de la Volkswagen, al intentar defender el gobierno Dilma. (…)
La caída de Dilma solo ocurre porque hubo una ruptura de masas, de la población y de la clase trabajadora, con el gobierno. Sería imposible, por ejemplo, imaginar una situación de ésas con el gobierno con 80% de popularidad.

 ¿Existe una “ola conservadora”?

Al lado del discurso de golpe, sectores del PT y de la izquierda afirman que existe hoy una ola conservadora en el país. Citan como ejemplo los discursos reaccionarios en la Cámara de Diputados durante la votación del impeachment, y la violencia en el campo, o, más aún, las protestas de masas contra el gobierno. Elementos que, sacando este último, no llegan a ser una novedad. Solo para citar un ejemplo, el asesinato de indígenas durante los dos primeros mandatos de Lula y hasta la mitad del primer gobierno de Dilma aumentó 168% en relación con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC).
La clase trabajadora y los sectores más pobres y oprimidos de la población vienen sufriendo un sinnúmero de ataques en los últimos años. Pero son ataques que tienen como cómplice o mandante al propio gobierno del PT, que se alió a los latifundistas y a todo lo que hay de más reaccionario en la política, como Sarney, Collor y Paulo Maluf. La ruralista Kátia Abreu, enemiga de los sin tierras y de los ambientalistas, es ministro de Agricultura y una de las pocas que se quedó al lado de Dilma hasta el final. En el último período, el gobierno Dilma aprobó la Ley Antiterrorismo que tiene como objetivo criminalizar los movimientos sociales.

Si existe una ofensiva contra la clase trabajadora, el PT hace parte de eso. Pero la realidad no permite decir que existe una ola conservadora o reaccionaria que esté poniendo al movimiento de masas a la defensiva, muy por el contrario. Luego de las Jornadas de Junio de 2013, hubo un aumento en el número de huelgas y movilizaciones. En aquel año, según un relevamiento del Dieese, tuvimos el mayor número de huelgas de la historia, con el sector privado superando al sector público. Las ocupaciones de escuelas de los estudiantes secundarios de San Pablo derrotaron el proyecto de cierre de escuelas el año pasado y, ahora, en 2016, es retomado con fuerza y se extiende a Rio de Janeiro y otras partes del país. En Rio de Janeiro hay una gran movilización de los empleados públicos contra el atraso de los salarios y la situación de los servicios públicos.
Las pesquisas electorales tampoco demuestran ninguna ola reaccionaria. El candidato del PSDB, Aécio Neves, por ejemplo, que puede ser identificado como el más “a la derecha” en el espectro de los principales candidatos, cayó 10 puntos entre enero y abril.

¿Dilma no sería “un mal menor” frente a un gobierno de Temer?

En su campaña para mantener su mandato, Dilma viene anunciando que Temer cortará el presupuesto de áreas sociales, que reducirá la “Bolsa Familia”, y que privatizará. Todo eso es verdad. Dilma solo no dice que es justamente eso lo que su gobierno venía haciendo hasta no conseguir hacerlo más por cuenta de la crisis política. La propuesta de reforma de la Previsión para establecer la edad mínima defendida por el grupo de Temer, por ejemplo, estaba siendo preparada por el equipo económico de Dilma.
La propuesta de limitación de gastos públicos fue enviada vía Proyecto de Ley (PL) en régimen de urgencia por el gobierno del PT al Congreso Nacional. Este profundiza la Ley de Responsabilidad Fiscal e impone una serie de “gatillos” que pueden cortar desde reajustes de empleados públicos hasta incluso reajustes del salario mínimo. La reforma laboral, por su parte, defendida por la FIESP [Federación de Industrias del Estado de San Pablo], está siendo aplicada en la práctica vía el Programa de Protección al Empleo (PPE), elaborado por la CUT y establecido vía Medida Provisoria (MP) por Dilma. El PPE, con el pretexto de mantener los empleos, reduce los salarios de los obreros (que ahora están amenazados de despidos en masa en el ABC). Mientras, continúan las privatizaciones, y Dilma llegó a apurar la concesión de cuatro aeropuertos mientras aún está en el Planalto.
La mayor prueba de que Temer es la continuidad del gobierno de Dilma, además del propio Temer, son los nombres propuestos para ministros. Para Hacienda, Temer llamó a Henrique Meirelles, ex funcionario del Bank of Boston y el nombre que siempre fue defendido por Lula para el cargo durante el gobierno de Dilma.
Tanto el gobierno de Dilma como un eventual gobierno de Temer son reaccionarios, gobiernan para la burguesía y deben ser enfrentados. (…)

 ¿Qué defiende el PSTU como salida a la crisis?

El PSTU defiende la construcción de una Huelga General para sacar a todos ellos: Dilma, Temer, Cunha, Renan Calheiros y este Congreso Nacional. Ni Dilma ni Temer representan una alternativa para la clase trabajadora. La única forma de derrotar el ajuste fiscal y esta política económica que ya dejó más de once millones de desempleados y que está tirando para abajo nuestros salarios es sacando a todo ellos de allí. El PSTU defiende un gobierno socialista de los trabajadores, sin patrones ni corruptos, apoyado no en este Congreso Nacional sino en Consejos Populares construidos por los trabajadores en sus luchas.
Como aún no tenemos esos Consejos, el PSTU defiende elecciones generales, no las defendidas por un sector del PT sino elecciones para todos los cargos, de diputados, senadores y presidente. Pero con elecciones con otras reglas, totalmente diferentes, sin financiamiento privado, con tiempo igual de televisión para todos los partidos, sin la participación de corruptos y con mandatos sin ningún privilegio, con salario igual al de un obrero o profesor, y revocable en cualquier momento.