Cada vez menos futuro…

Hace varios años sabemos que la educación viene de mal en peor. Las escuelas se caen a pedazos, hay recortes en los planes de estudio, los docentes nunca tienen un salario digno, y la lista puede seguir. De poco o nada ayudó el 6% del PBI del que tanto se jactó Cristina, como las promesas de “cambio” de Macri. Hay algo que está bien claro: que la educación, más allá de los discursos, no es ninguna prioridad para ellos.
Lo peor de todo, es que esto no es una casualidad: es la parte que nos toca a los estudiantes y trabajadores jóvenes de la política de saqueo de conocimiento.

Los problemas de la educación nos afectan desde que pisamos un aula; los sufrimos en la primaria y continúan en la secundaria. La falta de presupuesto se expresa en las malas condiciones materiales, pero también en que nos enseñan cada vez menos. Y si por alguna casualidad llegamos a la universidad, la cosa sigue igual. Gracias a la LES (1) hoy en día cualquier graduado de la mayoría de las universidades del país sale con un título cada vez más rebajado y pésimas posibilidades de conseguir un trabajo. El mismo diario La Nación decía hace unos meses que “los estudiantes se queman las pestañas en carreras que no necesitarán para el empleo” (2). Con carreras que cada vez valen menos, seguir años y años de formación no son una alternativa para las familias trabajadoras.

La pauperización de la educación pública nos convierte a los jóvenes en carne fresca para las patronales, que gracias a los años de vaciamiento y las leyes de flexibilización se pueden dar el lujo de pagar dos pesos por nuestro trabajo. Ejemplos obscenos de esto son las pasantías que la NESC macrista impulsa para los técnicos en capital, enviando a menores de edad a trabajar sin derechos básicos con la excusa de la “experiencia laboral” o los recientes acuerdos que el gobierno contrajo con Mc Donalds, que le permite tomar a jóvenes con contratos basura a cambio de millonarios subsidios.
Por esto, el saqueo del conocimiento no sólo desvía plata de nuestra educación para la deuda externa, sino que también nos condena a la más absoluta precarización laboral. Son dos caras de una misma moneda. Así, mientras a los jóvenes nos roban el futuro, para los trabajadores el cuento de “M´ hijo el dotor” es cosa del pasado.

NOTAS:
(1) LES: Ley de Educación Superior. Fue sancionada por el menemismo y mantenidas por todos los gobiernos posteriores.

(2) Educación: ¿Vale la pena ir a la universidad? La Nación, 18/03/2016. Ver http://www.lanacion.com.ar/1880841-educacion-vale-la-pena-estudiar-una-carrera-en-la-universidad