La violencia no es un problema de Argentina. En medio de la crisis que atraviesa el planeta, los pueblos sufren malos tratos y muertes, en especial, mujeres, diversidades, infancias, a causa de distintos tipos de violencia. Algunos de lo puntos más álgidos: la guerra en Ucrania, la masacre del pueblo palestino a manos del Estado de Israel, los millones de migrantes forzados y de refugiados.
La invasión de Rusia a Ucrania significa una crisis doble para mujeres y niñas, por el aumento de los casos de violencia sexual relacionados con la guerra. Periodistas y diversas instituciones documentaron violaciones, generalmente violación en grupo, torturas sexuales, desnudez forzada y otras formas de abuso por parte de las tropas rusas. También es violencia la separación de las familias, con las mujeres obligadas a cruzar la frontera con sus hijos/as para protegerlos de las crueldades de la guerra. Junto a esto, la angustia social exacerba las manifestaciones negativas de la propia sociedad ucraniana: no se detienen la violencia sexual y doméstica, particularmente en lugares públicos.
Por su parte Israel ha declarado como “terroristas” o “ilegales”, sin justificación alguna, a las principales organizaciones humanitarias que defienden los derechos humanos, denuncian violaciones cometidas por Israel y sus Fuerzas de Seguridad y tratan de dar alivio a las penurias de palestinos y palestinas que viven en territorio ocupado. Varias de ellas están dirigidas especialmente a mujeres y niñas. Sus dirigentes, empleadas y voluntarias han sido intimadas a dejar su labor, recibido amenazas contra ellas y sus familias y/o encarceladas.
Casi la mitad de los 244 millones de migrantes y la mitad de los 19,6 millones de personas refugiadas del mundo son mujeres y niñas ( datos de 2015). En esos entornos hay, por ejemplo, un 60% de las muertes maternas que podrían evitarse y, como mínimo, 1 de cada 5 refugiadas o desplazadas es víctima de violencia sexual.
Explotación, discriminación por género, por diversidad sexual, racismo, xenofobia, violencia machista, guerras, miseria, marginalidad, prostitución. Todo esto tiene un nombre: capitalismo.
¿Existe un “capitalismo humanitario”?
El año pasado, la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, dijo en un discurso pronunciado en un Plenario de la CTA:
(…) el capitalismo (…) un modo… el más eficiente tal vez de producción de bienes y servicios a escala global (…) Queremos tener acceso a la comida, a la ropa, a la vivienda, a la salud y a la educación. Porque si vamos a hacer capitalismo, hagámoslo en serio y para todos y todas, para todos y todas sin exclusiones (…)
¿Es eso posible?
El capitalismo imperialista tiene por objetivo el lucro de las empresas productoras de bienes y servicios y de las financieras.
Los empresarios, en afán de salvar sus ganancias en medio de la crisis agravada por la pandemia de COVID 19 y la guerra en Ucrania, no dudan en atacar a los/as trabajadores/as con despidos, quite de conquistas, recorte de presupuestos de salud y educación. Pasa incluso, en los países centrales, como lo estamos viendo con la ofensiva sobre el Sistema Previsional en Francia.
En el caso de las mujeres y diversidades, el desenfreno patronal usa cuerpos femeninos o trans para vender más productos, invierte en el narcotráfico, arma redes de trata, explota a las infancias.
Consiente la violencia doméstica y los femicidios, los abusos sexuales y violaciones.
Pero todavía hay más violencias. Las mujeres cobran menos que los varones por la misma tarea, ocupan la mayoría de los puestos precarios, son las primeras despedidas si hay crisis, como ocurrió durante la pandemia, asumen las labores domésticas y de cuidado de niños/as y ancianos/as.
¿Qué hay de humanitario en todo esto?
Machismo y opresiones: ¿a quiénes benefician?
En Argentina las obreras son entre el 30 y el 50%, en muchas fábricas. Alcanzan cerca del 80% entre estatales y docentes. Pero: ¿cuántas están efectivas?, ¿cuántas participan de las asambleas?, ¿cuántas son delegadas o dirigentes sindicales o políticas?
Los poderosos utiliza el machismo, así como la lgbtfobia, la xenofobia, el racismo, para erosionar la unidad de la clase trabajadora y debilitar su fuerza para la lucha. La violencia física o psicológica, las bromas, intimidan y aíslan. Lo mismo sucede con el acoso laboral de jefes y/o encargados. El control y la inferiorización de los maridos obstaculiza la participación en las huelgas y movilizaciones. La sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado son una traba al desempeño sindical o político.
Así, las reuniones, asambleas, huelgas y marchas, se vacían de compañeras y de trabajadores de otros sectores oprimidos y se pierde sumar a la pelea a la mitad de la clase trabajadora.
Algunos feminismos, incluso partidos de izquierda que se reconocen como revolucionarios, llaman a organizar “movimientos de mujeres”, es decir a organizarse por género, a reunir mujeres de distintas clases sociales y a separar a las mujeres trabajadoras de los hombres de su clase. Asimismo existen agrupamientos de sectores oprimidos, que convocan a hacerlo por orientación sexual, origen racial o nación. Con esa política están ayudando a los patrones a debilitar al conjunto, a dispersar fuerzas, a minar las luchas y a arrancar mayores ganancias de todos/as los/as trabajadores/as.
Igual sucede cuando un trabajador inferioriza o agrede a una mujer, a una persona lgbt o inmigrante.
El beneficio es para los intereses empresarios, para los capitalistas. El beneficio es para el sistema capitalista.
Romper nuestras cadenas y terminar con la explotación y opresión.
El capitalismo es perverso. Niega a la inmensa mayoría de la humanidad los derechos más elementales: trabajo, vivienda, salud, educación. Le impone vivir en la miseria y bajo terribles violencias.
Sus reformas laborales y previsionales ponen en peligro conquistas obtenidas a fuerza de pelea y de mártires de la clase obrera
En este sistema, nada nos asegura que podremos conservar lo obtenido con tanto sacrificio. Sucede hasta en EEUU, el país más poderosos del mundo; por ejemplo, allí la Corte Suprema eliminó el año pasado el derecho constitucional al aborto sin restricciones, durante el primer trimestre del embarazo, que era legal desde 1973.
Para provocar un cambio tenemos que destruir el capitalismo imperialista. No hay mujer ni oprimido/a que nos libre de sus males si se pronuncia por su continuidad: no lo hará por supuesto, Kristalina Georgieva (gerenta del FMI), pero tampoco Francia Márquez (vicepresidenta de Colombia), Cristina Fernández ( vicepresidenta de Argentina) ni Lula ( presidente de Brasil), porque defienden el capitalismo.
Por igual razón, tampoco lo harán los pre candidatos o candidatas electorales del ajuste en nuestro país: los/las del FdT (quienes sean), Patricia Bullrich ( Juntos por el Cambio) o Victoria Villarruel ( La libertad Avanza)
El volantazo que necesitamos vendrá de la clase trabajadora. Para lograrlo es imprescindible su unidad. Eso no será posible sin combatir la discriminación y las violencias, sin una pelea a brazo partido contra el machismo, lgbtfobia, racismo, xenofobia.
Solamente una lucha sostenida, encabezada por la clase obrera unida, acaudillando a otros sectores populares, será capaz de derrotar al imperialismo, echarlo de nuestro continente con una revolución como en la Primera Independencia y conquistar una Segunda y Definitiva, con sus mujeres y oprimidos como parte de las primeras líneas.
Los hombres y mujeres de Mayo tuvieron la Logia Lautaro, una organización intercontinental. La gran Revolución Rusa de 1917 no hubiera sido posible sin el igualmente grandioso Partido Bolchevique. También necesitamos una herramienta política, un partido propio, obrero, revolucionario, socialista, internacional.
Así, podremos instalar un gobierno obrero y popular, comenzar el derrumbe de esta sociedad tan injusta y edificar una nueva, sin explotación ni opresión: el socialismo.
Fuentes:
https://news.un.org/es/story/2022/12/1517287 /Luchar contra la violencia sexual en la guerra de Ucrania.
https://www.ohchr.org/es/get-involved/stories/women-fight-push-back-their-rights-occupied-palestinian-territory
https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-refugees-and-migrants