Kollas: una historia de resistencia y traiciones
Desde la llegada de los españoles, los pueblos originarios de Jujuy vienen escribiendo páginas heroicas de resistencia, sacrificio y traiciones sufridas. La actual lucha contra la represión y el ataque a su forma de vida histórica por parte del gobernador radical Gerardo Morales, los encuentra nuevamente en la primera línea de la resistencia.
La historia de los pueblos unidos bajo la denominación de “kolla”, es la historia de la pelea por el derecho a habitar y disponer de su propio territorio, de impedir el despojo, y de cómo las maquinaciones de los políticos patronales han conducido esas luchas a duras derrotas.
Sería imposible relatar esa noble historia en estas páginas, con la justicia que se merece; pero para entender la profundidad de esa resistencia, es necesario destacar dos hechos históricos principales.
1874: la Puna en llamas
Pese a que los revolucionarios de la primera Independencia buscaban reivindicar a los nativos, los pueblos originarios de Jujuy fueron traicionados desde el primer momento en que las nuevas clases dominantes se asentaron en el poder.
Perpetuaron con apenas algunas modificaciones las formas de explotación y opresión impuestas por los colonizadores, tendientes a quitarles las tierras y convertirlos en mano de obra de lo más barata. Estancieros y terratenientes fueron quitándoles a los originarios sus tierras ancestrales mediante fraudes y violencia, hasta que hacia los años ‘70 del siglo XIX comenzó una enorme rebelión.
Todo comenzó cuando los terratenientes derrocaron al gobernador Pedro Portal, quien se disponía a devolver tierras a los pobladores originarios, e impusieron un gobernador que intentó acallar por la fuerza estos reclamos legítimos. Pero los kollas se armaron como pudieron y lo derrotaron en Abra de la Cruz, un 3 de diciembre de 1874.
Esta victoria kolla puso a las elites de Jujuy en un estado de histeria: folletos anónimos pedían una represión cruenta con la excusa de que los nativos se habían declarado en guerra contra la propiedad privada, y que en la Puna se estaba haciendo fuerte “el comunismo”. Pero los kollas solo buscaban un amparo legal a sus necesidades, y todo el tiempo estuvieron encolumnados detrás de políticos patronales allegados al gobernador depuesto.
Al final, el entonces presidente Nicolás Avellaneda envió un destacamento del ejército fuertemente armado, que derrotó a los kollas, abandonados a su suerte por los políticos que los condujeron al diálogo con las autoridades, en la Batalla de Quera, el 4 de enero de 1875. Una derrota que daría inicio a toda clase de represalias criminales contra los kollas, quienes se vieron forzados a abandonar sus tierras para malvivir como obreros de las nacientes industrias de la región.
El Malón de la Paz de 1946: la traición de Perón
Sin embargo, la derrota del levantamiento y el posterior incremento de los abusos patronales y la miseria originaria no significó el fin de la resistencia. Las peticiones de restitución de tierra fueron tomando caminos institucionales a inicios del siglo XX, y la llegada de Juan Domingo Perón al poder generó aún más expectativas en que una intervención gubernamental devolviera la tierra a los kollas. Así, en 1946, se organizó el Malón de la Paz: una marcha de 174 kollas desde Jujuy y Salta a la Casa Rosada, para reclamarle al recién asumido presidente Perón, la restitución de sus tierras.
Al llegar a Capital, los originarios fueron tratados como héroes, llegando a ser recibidos por Perón en la Rosada, pero no obtuvieron más que promesas, y una creciente campaña racista de parte de la prensa opositora. Finalmente, terminaron reprimidos y desalojados de manera brutal por la Federal y Prefectura, y cargados en un tren fuertemente custodiado que los devolvió al norte con las manos vacías, a sufrir la represión de los capataces de los estancieros y los dueños de tabacaleras e ingenios azucareros.
A partir de allí, habría alguna que otra expropiación, varios fallos judiciales sin mayores consecuencias, pero ninguna solución de fondo. Pero la lucha continuaría y se iría incrementando con el correr de las décadas, especialmente en forma de resistencia contra un nuevo enemigo: la megaminería.
Romper el ciclo de traiciones
La historia de la lucha de la nación kolla por la tierra puede verse como un ciclo de movilizaciones nativas que terminan traicionadas luego de ponerse bajo el comando de políticos patronales y cambiar la lucha por las vías institucionales del mismo Estado que garantizó el despojo por la fuerza.
La realidad es que la solución solo puede venir de la mano de la lucha obrera y popular, de una revolución socialista que le ponga fin al despojo y al saqueo, expropiando a una clase social que se hizo rica mediante el robo y la muerte, y poniendo fin a la entrega.
Ese camino, abierto una vez más con las luchas contra Morales, será transitado con nuevos líderes surgidos de la clase obrera, que garanticen que la movilización llegue hasta sus últimas consecuencias.