ELECCIONES PASO 2021
Comenzó la campaña electoral. Tras el cierre de listas, los reportajes y declaraciones de los principales candidatos, las especulaciones y análisis sobre los posibles resultados de las PASO dominan los noticieros y programas periodísticos. Una vez más asistiremos al “circo electoral” con sus denuncias y disputas para la tribuna, el festival de falsas promesas y mentiras, y las peleas por los votos del pueblo trabajador para dirimir las circenses diferencias entre los distintos bloques capitalistas y sus representantes políticos.
Tal como venía sucediendo, el Gobierno logró cerrar sus listas sin demasiadas crisis ni grandes sorpresas. Primó el acuerdo y la tregua pactada entre el kirchnerismo, Alberto, los gobernadores e intendentes del PJ y el massismo luego de los chisporroteos de los últimos meses. Con la ventaja de manejar la “caja” del poder y la previsión de un muy probable triunfo en Buenos Aires y en la mayoría de las provincias, lograron cerrar listas casi sin ninguna interna importante. Sólo la de Santa Fe, donde Rossi no se quiso bajar.
Alberto logró imponer las cabezas de listas de diputados en Buenos Aires y CABA (Tolosa Paz y Santoro), y que Cafiero siguiera en la Jefatura de Gabinete, pese a la presión de Cristina para ponerlo como candidato y ubicar a alguien del kirchnerismo en ese lugar. Cedió a Arroyo (el ministro de Desarrollo Social que terminó en el puesto doce de la lista de diputados) y según trascendidos varios ministros más luego de las elecciones.
Pese a que en general los principales socios de la alianza peronista ganaron y también cediendo algo en algunos casos, quedaron algunos heridos importantes. Matías Lammens, el ministro de Deportes y Turismo no logró incorporar su candidata en CABA y su agrupación no integró la lista del distrito. Pero sobre todo hubo heridos entre la burocracia sindical. De los “gordos” burócratas de la CGT, sólo Héctor Daer, el principal aliado de Alberto, logró ubicar a su hija en la lista de diputados. El moyanismo se quedó con las manos vacías y los bendecidos fueron Sergio Palazzo, del Sindicato Bancario, junto a otros dirigentes de la Corriente Federal y la CTA, que mantuvo a Hugo Yasky y también logró otros cargos. La CTA Autónoma también quedó afuera pese a que viene haciendo “buena letra” con el oficialismo. Esto podría abrir grietas en la relación de colaboración servil que viene manteniendo el conjunto de la burocracia con el Gobierno, como pata fundamental de la política de “Pacto Social”.
Problemas también para la otra opción patronal
Por el lado de la oposición patronal las cosas están más complicadas. Juntos por el Cambio arrastra el peso de su última derrota y del repudio que sigue generando en amplios sectores populares por el nefasto gobierno macrista. Tal es así que hasta el nombre se cambiaron, ahora son sólo “Juntos”, y prácticamente todos sus candidatos hacen lo imposible por despegarse de Mauricio Macri , que sigue guardado en Europa iniciada la campaña.
Su tremendo desgaste abrió con todo la pelea por el liderazgo del espacio, y en este primer round se impuso el “larretismo” en el PRO y quedaron derrotados los principales lugartenientes del macrismo “puro”, Patricia Bullrich en CABA y Jorge Macri en Buenos Aires. Pero para complicar la interna, el radicalismo ve la oportunidad de terciar en la disputa e intenta “resucitar” de la mano del neurólogo Facundo Manes en Buenos Aires y armó lista también en CABA. Ahí además de Vidal y su lista “de unidad” se postula también en la interna Ricardo López Murphy, que busca disputar los votos de la ultraderecha liberal con Javier Milei, que va por fuera. En los últimos casos no ahorran en candidatos y declaraciones negacionistas del genocidio y pro dictadura, como buenos “liberales” y pro patronales. La situación es que en general la alianza Juntos, además de CABA y Buenos Aires, va con internas en una gran cantidad de distritos, destacándose Córdoba, donde hay una interna feroz con cuatro listas.
Más allá de las internas el dato saliente es que según las encuestas, el voto seguirá monopolizado por el nuevo “bipartidismo de alianzas” (Frente de Todos y Juntos) en alrededor de un 80%. Por fuera de eso disputan por derecha Florencio Randazzo apoyado por el lavagnismo, principalmente en Buenos Aires, y el ultraliberalismo de Milei/Espert, que aparentemente ha crecido apoyado en la radicalización por derecha de un sector de la juventud pequeñoburguesa y sectores medios en general golpeados por la crisis.
En ese contexto y teniendo en cuenta que las encuestas dan todavía alrededor de un 15% de indecisos, la izquierda, encabezada por el FIT-U tiene el desafío de disputar para la independencia de clase un franja minoritaria pero importante del voto obrero y popular, muchos de ellos jóvenes de los barrios más pobres.
Las PASO y las promesas van a pasar, el COVID-19 y la crisis no
Pero como decíamos en nuestro número anterior, lejos del microclima de los funcionarios, los partidos y los medios, las preocupaciones del pueblo trabajador son otras.
Los números de muertos e infectados por el COVID 19 se mantienen altos aunque en una meseta. Este mes superaremos seguramente los 110.000 muertos y vamos para los 5 millones de infectados según los datos oficiales. Todo esto sin que haya aún circulación comunitaria de la variante Delta que es más contagiosa. Pese a eso sigue a pleno la fase empresarial, con la apertura de actividades incluyendo las clases presenciales. Es cierto que ha crecido bastante el ritmo de vacunación con primera dosis, que seguramente llegará al 60 % este mes. Pero preocupa y con razón la baja cantidad de vacunados con dos dosis (un poco más de 6 millones terminando julio) que nos expone más fácilmente al contagio de la Delta. Como siempre serán los/as trabajadores/as y pobres los/las que más sufrirán cuando eso ocurra.
Mientras tanto la inflación no da tregua y se sigue devorando los pequeños aumentos en cuotas que pactaron las conducciones sindicales traidoras en casi todos los gremios. Será otro año de pérdida del salario frente a la inflación, sin contar el 20% de los últimos tres años que no se recuperó. Por otro lado el aumento de alimentos y bebidas casi siempre es superior al índice general y eso hace estragos en el más de 40% de hogares que subsisten como pueden en la pobreza o la indigencia con salarios devaluados o directamente con los miserables planes de ayuda social. A esto hay que agregarle los aumentos ya decretados por el Gobierno para telecomunicaciones y se sumó el gas en julio o de salud pre-paga desde agosto. El hambre es una realidad cotidiana en muchos barrios populares y el consumo de carne sigue cayendo año a año.
En el Barrio 31 de CABA, Larreta mandó la policía a desalojar familias, principalmente mujeres con sus hijos e hijas, que ocupaban terrenos cercanos porque no podían seguir pagando el alquiler aún en ese barrio. Pese a esta realidad de agudización tremenda del problema de la vivienda (ver página 7), Cristina ya aclaró que los U$S 4.500 millones que envió el FMI (Derechos Especiales de Giro – DEG) van a ser usados para pagarle cuotas al propio FMI y no como había votado el Senado para paliar la crisis.
Queda claro una vez más que las soluciones que el pueblo trabajador necesita no saldrán de las elecciones, ni de las centrales sindicales vendidas, sino de su propia lucha y movilización. Organizándonos desde abajo, en asambleas con nuestros/as compañeros/as de trabajo y en los barrios, tenemos que discutir las medidas de un verdadero plan de emergencia obrero y popular, al servicio de nuestras necesidades y no las del FMI o los grandes capitalistas. Y también las medidas de lucha que necesitamos para imponerlo. Junto con esto desde el PSTU integraremos las listas del FIT-U (Unidad de la izquierda) para seguir desde allí la pelea por la libertad de nuestro compañero Sebastián Romero, el desprocesamiento de Daniel Ruiz y César Arakaki y llevar al conjunto del pueblo trabajador nuestras propuestas socialistas y revolucionarias.