CLARA ZETKIN: SU LEGADO Y LA LIBERACIÓN DE LA MUJER

A 189 AÑOS DE SU MUERTE

 

El 20 de junio de 1933 falleció en la URSS, Clara Zetkin. Fue una de las más importantes dirigentes del Partido Socialdemócrata alemán (SPD)1 y organizadora de su movimiento de mujeres trabajadoras, y por extensión de la Segunda Internacional. Protagonista de grandes acontecimientos históricos como la decadencia de la socialdemocracia y la creación de la Tercera Internacional, vivió tanto el triunfo de la Revolución Rusa como los inicios del nazismo. Conocer su obra es fundamental para una intervención revolucionaria en el presente ascenso mundial de las mujeres. 

 

El movimiento de mujeres trabajadoras socialistas

La Primera Ola Mundial de luchas femeninas refiere, en general, al movimiento sufragista dirigido por mujeres de las clases acomodadas, que se desarrolló hacia fines del siglo XIX, cuyo objeto central era el derecho al voto.

Sin embargo, paralelamente, se constituyó un movimiento de mujeres proletarias socialistas, una experiencia de masas de carácter internacional, que tuvo lugar bajo la dirección del SPD y de su periódico femenino Die Gleichheit, (La igualdad), editado por Clara Zetkin, entre 1891 y 1917.  Difundió las bases programáticas de un movimiento de trabajadoras que llegó a contar con 174. 754 miembros hacia 1914. A partir de 1907, La Igualdad se transformó en el órgano oficial de la Internacional de Mujeres Socialistas.

Clara Zetkin luchó contra la dirección de su partido, cuando esta dio apoyo a la burguesía alemana, votando los créditos de guerra en el Parlamento, para entrar en la Primera Guerra Mundial. Organizó una Conferencia Internacional de Mujeres en Berna, Suiza, en marzo de 1915, donde el movimiento de mujeres socialistas mantuvo vivo el internacionalismo obrero, con la proclamación del principio “¡Guerra a la guerra!”. Clara fue presa junto con Rosa Luxemburgo, y al año siguiente, expulsada del SPD. 

Algunos años antes, en 1910, durante el Segundo Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas, realizado en Copenhague, con presencia de más de cien delegadas de diecisiete países, ella propuso establecer un Día Internacional de las Mujeres, en homenaje a las mujeres trabajadoras que dejaban su vida en el mortificante trabajo fabril. Era un período de importantes luchas en que las mujeres salían codo a codo a la huelga con los hombres. 

Luego del colapso del SDP durante la Primera Guerra Mundial, en 1918, se fundó en Alemania el Partido Comunista. Clara fue miembro de su Comité Central y diputada en el Reichstag (parlamento alemán), entre 1920 y 1932. Allí fue un hito su discurso llamando a la unidad de la clase obrera ante el avance del nazismo. Cuando Hitler llegó al poder, en 1933, ella se exilió en la URSS, donde falleció.

 

“Separación tajante” y otras polémicas con las feministas.

La líder del movimiento de trabajadoras del SPD, pronunció su discurso en el congreso fundacional de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889. 

La gran industria llevó a la mujer a la fábrica y liberó a la esposa de la dependencia económica del marido, pero arrojándola a la dominación económica del capitalista. Por lo tanto, no existía una verdadera oposición entre los intereses de los trabajadores y los de las trabajadoras, sino un conflicto irreconciliable entre los intereses del capital y los del trabajo. 

En este contexto, Clara cargó contra las feministas, como corriente política de la clase explotadora:

(…) Las trabajadoras que aspiran a la igualdad social no esperan nada para su emancipación del movimiento de mujeres de la burguesía, que supuestamente lucha por los derechos de la mujer (…) Las trabajadoras están absolutamente convencidas de que la cuestión de emancipación de la mujer no es una cuestión aislada, existente por sí misma, sino que es una parte de la gran cuestión social (…) que nunca podrá ser resuelta en la sociedad actual, sino con una transformación completa de la sociedad (…)

Las mujeres trabajadoras no podían esperar su liberación completa de obtener conquistas como el derecho al voto, aunque las apoyaran. La opción era unirse al Partido Socialista, el único que aspiraba a la emancipación de los trabajadores.

En el tercer congreso de la Internacional Socialista celebrado en Zúrich en 1893 tuvo lugar una ruptura oficial con la ideología feminista. El movimiento de mujeres burgués rechazaba cualquier legislación protectora especial a favor de las trabajadoras como una intromisión en la libertad de la mujer y en su igualdad de derechos con el hombre. Clara argumentó que esto, por un lado, desconocía el carácter de la sociedad capitalista basada en la explotación de la clase trabajadora, de las mujeres tanto como de los hombres y por otro, el rol especial de la mujer como madre y presentó un programa de medidas de protección laboral, aprobado por el congreso.

En 1894 el feminismo burgués de Alemania convocó a un congreso de asociaciones de mujeres. Clara explicó en un artículo de ese mismo año su exigencia de “separación tajante” entre la organización de las mujeres socialistas y las feministas de las clases explotadoras:

(…) Debido a que las feministas burguesas aspiran a conseguir las reformas en favor del sexo femenino en el marco de la sociedad burguesa, a través de una lucha entre los sexos y en contraste con los hombres de su propia clase, no cuestionan la existencia misma de dicha sociedad. Las mujeres proletarias, en cambio, se esfuerzan a través de una lucha de clase contra clase, en estrecha comunión de ideas y de armas con los hombres de su clase – los cuales reconocen plenamente su igualdad – por la eliminación de la sociedad burguesa en beneficio de todo el proletariado. Las reformas en favor del sexo femenino y en favor de la clase obrera son para ellas únicamente un medio para un fin, mientras que para las mujeres burguesas las reformas del primer tipo son la meta final. El feminismo burgués no es más que un movimiento de reforma, mientras que el movimiento de mujeres proletarias es y debe ser revolucionario (…)

Estas posiciones de Clara Zetkin no se mantuvieron como política oficial del SPD por mucho tiempo. A partir de 1914, con su sumisión al imperialismo alemán en la guerra, el partido adoptó un programa de defensa de la democracia burguesa y de unión de las mujeres de todas las clases para hacer reformas en el capitalismo. 

Este es el origen de la posición actual de las feministas reformistas que hasta hoy proponen la unión de todas las mujeres. Y nos acusan de sectarias a quienes llamamos a las mujeres obreras a organizarse en forma separada de las mujeres burguesas. En Argentina, son ejemplos la dirigencia de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto o la de Ni Una Menos, a cuyas políticas se rinden, incluso, organizaciones que se reivindican marxistas revolucionarias y hasta trotskistas.  

Las resoluciones de la Tercera Internacional

Todas estas cuestiones fueron tratadas por Clara Zetkin y Lenin, en un encuentro histórico en el Kremlin, en 1920, en medio de la guerra para salvaguardar la Revolución Rusa y en plena edificación del nuevo estado obrero.

Las concepciones marxistas sobre la emancipación de la mujer y su papel en la lucha por el socialismo, se transformaron en tesis, escritas por Clara Zetkin y Aleksandra Kollontai, y luego en resoluciones, votadas en el Tercer Congreso de la Tercera Internacional Comunista, reunido en 1921, antes del período estalinista.  Su programa y orientación para el trabajo entre las mujeres, en base a los principios del marxismo, no fueron superados hasta el presente, por lo que mantienen su validez: la liberación de la mujer de la esclavitud de la que es víctima en el capitalismo solo será posible con la victoria del comunismo; la libertad formal ( la mujer acababa de conquistar el derecho al voto) no suprime la causa fundamental de la servidumbre de la mujer en la familia y en la sociedad y no soluciona los problemas de las relaciones entre los sexos; solo en el comunismo la maternidad no entrará en conflicto con otras funciones sociales y no impedirá el trabajo productivo de la mujer; el comunismo es el objetivo de todo el proletariado, por eso, la mujer obrera debe mantenerse junto a su clase y no unirse a las mujeres burguesas; el comunismo solo será alcanzado con la unión de todos los explotados y no, con la unión de las fuerzas femeninas de las dos clases opuestas. Y un llamado a todas las mujeres a tener participación activa y directa en las acciones de masas, tanto en el ámbito nacional como internacional. 

La muerte de Clara Zetkin, en 1933, ocurrida a poco de su exilio en la Unión Soviética, le impidió ver las atrocidades del nazismo. Tampoco fue testigo de los monstruosos juicios de Moscú, perpetrados por Stalin a partir de 1936, del consecuente asesinato de los principales dirigentes de la Revolución Rusa, ni de la implacable persecución estalinista al trotskismo, que es la única corriente que levanta la posición de clase que ella defendía en relación con la lucha por la emancipación de la mujer.  

Fuentes:

Cecilia Toledo (organizadora), El marxismo y la cuestión de la mujer.

Frencia – Gaido, El marxismo y la liberación de las mujeres trabajadoras.

1 Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), nacido en 1875, partido obrero marxista en su origen, adherente a la Segunda Internacional.  Viró  completamente al reformismo después de propiciar la participación de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Actualmente es el partido más antiguo de Alemania, con un programa actualizado en un congreso de 2007, que define el objetivo de gobernar para la “mayoría solidaria” de la población.