COLAPSA LA SALUD PÚBLICA

Trabajadores del Hospital Durand en CABA denuncian que las cifras que da el Gobierno acerca de la ocupación de camas (65%) es falsa y que la ocupación es total. En Jujuy, desde el Gobierno Provincial ya reconocieron el colapso, falta hasta el oxígeno. En Balcarce la situación es tal que los trabajadores de la salud denuncian que las camas y la cantidad de agentes sanitarios son las mismas que hace 50 años y no dan abasto. En el Hospital Evita de Lanús murió un jefe de enfermería, mientras que por falta de personal (profesionales infectados que están licenciados), se derivan pacientes de terapia intensiva y unidad coronaria a otros hospitales.

Lo descrito anteriormente es la realidad del sistema de salud frente a la pandemia. Ya son más de 17 mil infectados en el personal de salud. Cada día mueren dos trabajadores de la salud. El aumento diario de casos positivos ya está rondando los 8 mil. La tasa de positividad (porcentaje de casos positivos sobre el total de test realizados) llegó al 46,9% a principio de este mes, lo que deja más que clara la probabilidad de que los infectados sean muchísimos más.

Y si todo esto no fuera poco, la vida continúa y la gente sufre como siempre todo tipo de patologías que nada tienen que ver con el COVID-19 y que necesitan de atención médica. Estas personas también están sufriendo con el colapso de la salud pública.

¿Cómo se llegó a esta situación?

Cuando decretó la cuarentena, Alberto Fernández la anunció como una medida para ayudar a que el sistema de salud se prepare para enfrentar la pandemia. La realidad es que tal cuarentena nunca existió como debió ser. Trabajadores que nada tenían que ver con servicios esenciales (como Felfort) siguieron trabajando. A medida que pasaban los días, más y más sectores se añadían al grupo de los trabajadores esenciales.

Lo que empezó como una medida insuficiente, se transformó de a poco en una farsa. La industria en su totalidad volvió a funcionar. Se retrocedió a fase uno en el AMBA, pero los trabajadores siguieron concurriendo a sus trabajos, casi como si la pandemia no existiera. Se argumenta que los protocolos resguardan a los trabajadores, que evitan los contagios.

No está de más decir que hasta un protocolo ideal solamente reduce el riesgo de contagio, no lo elimina. Pero los protocolos que tienen las empresas ni siquiera están cerca de ser los ideales. Faltan elementos de protección, se siguen amuchando trabajadores sin respetar la distancia social, y donde se avanza en mejores condiciones es porque estos se organizan.

Y para colmo de todo, lo que ya era una farsa, se transformó en un crimen. En el momento del pico de los contagios, cuando el virus circula a lo largo y ancho del país, Alberto Fernández flexibiliza la cuarentena. Lo hace sin realizar testeos masivos para conocer a fondo la situación. Lo hace responsabilizando de todo a las reuniones sociales, a la gente, sin nombrar los focos de contagio que representan los puestos de trabajo.

 

¿Es posible revertir esto?

No nos interesa escribir estas líneas para discutir “que hubiera pasado si…”. Queremos hacer esta discusión porque creemos que este colapso se puede revertir y evitar así que se transforme en una catástrofe. Aunque la voluntad de Alberto Fernández no parece apuntar en ese sentido.

Mientras siga haciendo lo que le dicen los empresarios, los banqueros, abriendo, flexibilizando y culpando a la gente, y priorizando acuerdos con el FMI y los buitres de la Deuda, más cerca estaremos que esto se vuelva una verdadera calamidad.

Para empezar a tomar las riendas de la situación basta comenzar con dos medidas fundamentales. La primera es la realización de test masivos a toda la población para conocer el alcance real del virus, saber a qué nos enfrentamos. La segunda es decretar la cuarentena obligatoria para todos los trabajadores que no sean realmente esenciales, garantizando salarios e ingresos que permitan sostener a todas las familias trabajadoras.

Pero no podemos quedarnos ahí. Para cubrir la demanda es necesario expropiar las clínicas privadas, hospitales, laboratorios, etc. y poner en pie un sistema único y estatal de salud, bajo control de trabajadores. Que se tome relevamiento de todas las necesidades de infraestructura, personal, insumos, etc. E inmediatamente se comience con la construcción de los hospitales necesarios, la contratación de todo el personal que haga falta, en planta permanente y con plenos derechos laborales, y la fabricación de todos los insumos, elementos de seguridad, etc.

El gobierno de Alberto Fernández se encuentra ahora muy ocupado haciendo lo que le dicen sus jefes de la patronal, el imperialismo y el FMI como para hacer lo que es necesario. Queda en manos de los trabajadores y el pueblo organizarnos en defensa de la salud, en defensa de nuestras propias vidas.