CÓMO COMBATIR DE VERDAD LA INFLACIÓN

La inflación y carestía de los productos de primera necesidad es uno de los problemas que más sufre el pueblo trabajador. El Gobierno intenta paliar la situación con un congelamiento de precios parcial que las patronales se resisten a cumplir, amenazando con el desabastecimiento. Economistas, empresarios y políticos patronales opositores atacan estas medidas, dicen que nunca sirvieron y que el Estado no debe intervenir en el mercado. ¿Se puede combatir efectivamente la inflación y defender los ingresos de los sectores obreros y populares? ¿Qué propuestas podemos plantear los/las trabajadores/as?

 

 

Como explicamos en otro artículo de este número (ver página….), la vieja Ley de Abastecimiento de 1974 preveía sanciones para los empresarios que especularan, pero ni siquiera eso fue capaz de aplicar el anterior gobierno kirchnerista. Ya en 2014, el gobierno de Cristina eliminó estas medidas de la Ley y -más aún- también favoreció a los empresarios al incluir «acordar subsidios, cuando ello sea necesario para asegurar el abastecimiento y/o la prestación de servicios«. 

 

Como escribiera el gran dirigente revolucionario ruso León Trotsky, esto confirma que «la lucha burocrática oficial contra la carestía de la vida no sirve más que para engañar a las masas». Ningún funcionario del estado burgués puede llevar a cabo esa tarea, cualesquiera que sean los poderes de que fuera investido». («El Programa de Transición», 1938). 

Por otro lado uno de los argumentos que usan los capitalistas para justificar la suba de los precios es que «el alto costo laboral» provoca inflación. Con paritarias que firman a la baja los directivos sindicales a pedido del gobierno de Fernández, en beneficio de las patronales, esta mentira se cae por su propio peso. En realidad es uno de los argumentos que utilizan para fundamentar su arremetida por una «Reforma Laboral» que les aumente más la productividad, por la vía que sea. Como en la empresa electrónica Brightstar (Tierra del Fuego), donde el grupo Mirgor -que cuenta con «promoción industrial» (exención de impuestos)- pretende despedir y reabrir eventualmente en febrero convocando al «personal en una performance adecuada y ausentismo menor al 4%”.

 

Un verdadero «control de precios» sólo lo podemos hacer efectivo los trabajadores 

 

La carestía y la especulación de los capitalistas contra la población trabajadora son viejos problemas a los cuales los socialistas revolucionarios ya hace años debieron dar respuesta. Estas elaboraciones fueron sintetizadas por Trotsky en el Programa de Transición, en base al cual fue fundada la Cuarta Internacional. Entre otras medidas allí se plantea:  

 

«Los primeros objetivos del control obrero consisten en aclarar cuáles son las ganancias y gastos de la sociedad, empezando por la empresa aislada, determinar la verdadera parte del capitalismo aislado y de los capitalistas en conjunto en la renta nacional, desenmascarar las combinaciones de pasillo y las estafas de los bancos y de los trusts; revelar, en fin, ante la sociedad el derroche espantoso de trabajo humano que resulta de la anarquía del capitalismo y de la exclusiva persecución de la ganancia. (…) Los comités de fábrica y solamente ellos pueden asegurar un verdadero control sobre la producción llamando en su ayuda como consejeros y no como tecnócratas a los especialistas honestos y afectos al pueblo: contadores, estadísticos, ingenieros, sabios, etc. (…) Si la abolición del secreto comercial es la condición necesaria de control obrero, ese control representa el primer paso en el camino de la dirección socialista de la economía», es decir, es una «escuela de la economía planificada».

«Los campesinos, los artesanos y los comerciantes, sin embargo, en su condición de consumidores, deben tomar una participación activa, junto con los obreros, en la política de los precios. A las prédicas de los capitalistas relativas a los gastos de producción, de transporte y de comercio, los consumidores deben responder: ´muestren vuestros libros, exigimos el control sobre la política de los precios´. Los órganos de este control deben ser los comités de vigilancia de los precios, formados por delegados de las fábricas, los sindicatos, las cooperativas, las organizaciones de campesinos, los elementos de la pequeña burguesía pobre de las ciudades, de los trabajadores del servicio doméstico, etc…».

 

A su vez, bajo la esclavitud capitalista, tanto la inflación como la estabilización monetaria «son las dos caras de una misma moneda» -como quedó demostrado con la convertibilidad de Menem y Cavallo, que también nos hundió a los trabajadores-. De modo que sólo es posible enfrentar la carestía de la vida con la actualización automática de los salarios acorde a la elevación de los precios de lo que consumimos. Con un mínimo que nos asegure la canasta familiar. 

Todas estas medidas deberían ser parte del programa de los sindicatos y organizaciones obreras y populares, en la perspectiva de la lucha por imponer el único gobierno que puede realmente acabar con este flagelo. Un gobierno de trabajadores que expropie las principales empresas capitalistas y planifique la economía democráticamente al servicio de nuestras necesidades.