La asunción del nuevo gobierno y los cambios que se produjeron en la reorganización política y sindical han sacudido el tablero político.
Lamentablemente, esto ha desorientado a las fuerzas que integran el FIT, que han respondido en forma equivocada a las principales luchas que el movimiento obrero ha protagonizado en estos 9 meses, aislando al activismo del conjunto de sus compañeros que estaban en la lucha y haciéndole el juego por esta vía a las conducciones burocráticas de la CGT y la CTA que dicen querer combatir.
Esto pudo comprobarse en la orientación que tanto el PO, el PTS e Izquierda Socialista han implementado tanto en la convocatoria de las 5 centrales del pasado 29 de abril, y que se profundizó en la pasada Marcha Federal, donde pasaron de convocar una “columna independiente”, a directamente a realizar un acto aparte, en una actitud totalmente sectaria, autoproclamatoria y testimonial. El PSTU tuvo una política opuesta en estos hechos , junto a otras organizaciones de izquierda, que merecen un balance para avanzar en el debate.
Para evitar debates estériles, estamos completamente convencidos de que hace falta construir una nueva dirección política y sindical del movimiento obrero, que barra de una buena vez a todas las variantes burocráticas que con distintos discursos hoy dirigen las centrales y ponen a los trabajadores como furgón de cola de algún sector patronal.
El debate es cómo lo hacemos y con qué política avanzamos en construir esa nueva alternativa de dirección que hace falta.
En primer lugar, es necesario convenir que ante los brutales ataques de las patronales y el Gobierno, desarrollar la más amplia unidad en las acciones de lucha de los trabajadores que lo enfrentan se transformó en una necesidad. No hay lugar para dividirnos en diversas acciones según las distintas organizaciones políticas que existen al interior del movimiento obrero. Eso nos debilita y por tanto, favorece a la patronal. Más aún cuando a pesar de los avances obtenidos, todavía la representación de la izquierda es minoritaria y muy marginal en relación al conjunto de las organizaciones obreras.
Es una obligación de los que nos decimos revolucionarios apoyar estas luchas, independientemente de quienes las dirijan. Y es por dentro de este movimiento, y no por fuera de él, que simultáneamente debemos desarrollar el más encarnizado combate político contra las conducciones que quieren llevarlo a un camino sin salida.
Es en este momento donde los “pingos se ven en la cancha” y se prueban todas las direcciones, cuando los trabajadores empiezan a tomar fuerza, la burocracia se expone y los luchadores tenemos mayores posibilidades de avanzar en la disputa por la conducción de los mismos. Por lo tanto, es criminal darle la espalda a estas convocatorias cuando finalmente la situación obliga a las conducciones a movilizarse.
El ejemplo de la Marcha Federal fue claro. Esta política delirante llevó a que mientras en una Plaza de Mayo colmada por más de 100.000 trabajadores, no paramos de agitar y le arrancamos a Yasky el paro general contra el ajuste, el PO e IS llevaron a un puñado de sindicatos, muchos de ellos de la propia CTA, a un acto aparte que no pasaba los dos mil compañeros para exigir… un paro general contra el ajuste.
Ni que hablar del PTS que se ausentó un día antes de ésta convocatoria, cuya contundencia obligó a la propia CGT a tener que discutir si convoca o no del paro.
No hace falta imaginarse demasiado como se hubiese fortalecido el SUTNA nacional que recientemente le arrancamos a la burocracia de la propia CTA de Wasiejko (el adjunto de Yasky), si hubiese aparecido como el gremio que acaudillaba tras de sí el reclamo de esos miles por el paro y la continuidad del plan de lucha.
En definitiva, la realidad ha colocado dos políticas en la izquierda sobre cómo enfrentar el ajuste y a la burocracia que lo sostiene. Una sirve para construir en la lucha una alternativa de dirección acompañando la experiencia de de las masas tal cual se está dando; la otra, que en este caso encabezan las organizaciones del FIT, se presenta con una apariencia combativa pero en los hechos divide a la base y favorece a la burocracia que se dice combatir.
Llamamos a los luchadores antiburocráticos a reflexionar y avanzar en este debate tan necesario en los tiempos que corren.