La pérdida del trabajo, el volver a situaciones de hambre, precariedad y pobreza parecidas a las del 2000, 2001, 2003, es algo que preocupa mucho a todos los trabajadores. Y esa preocupación no es fantasiosa, ya que parte no sólo de ver lo que está pasando en otros países, sino del hecho de que en los primeros 100 días de gobierno de Macri, han habido 160 mil despidos.
Pero junto con la preocupación, también está creciendo una gran disposición a luchar contra esa realidad, contra el plan económico del nuevo gobierno que está atacando brutalmente al conjunto de los trabajadores y a los pobres de nuestro país. Eso se vio con claridad en la enorme concentración del 29 de abril, cuando de hecho, 300.000 trabajadores ocupamos la ciudad de Buenos Aires.
La misma disposición se vio en el gran paro y movilización obrera y popular que encabezaron los petroleros de Comodoro Rivadavia. De igual modo se hace se ver en las marchas y paros de los estatales, de los médicos, de los docentes, que ha tenido un punto muy alto en Santiago del Estero y especialmente en Tierra del Fuego en donde es la gobernadora del Frente para la Victoria la que aplica el plan.
La “tregua” de Macri es una trampa
El gobierno no es sonso y sabe las consecuencias sociales que puede traer una desocupación masiva. Sobre todo cuando la clase obrera muestra que está dispuesta a luchar, y cuando esa lucha se combina con la creciente movilización educativa de estudiantes secundarios y universitarios, docentes y no docentes de la Universidad. Por eso convocó a mil empresarios y dirigentes sindicales a firmar una tregua por 90 días en donde no haya más despidos.
Pero la “tregua” es una trampa. En primer lugar, porque no cuida a los trabajadores sino los “planteles”, así una empresa puede despedir a 30 y tomar a otros 30 pero en peores condiciones, tercerizados y precarizados. En el mejor de los casos sólo habría 90 días “sin despidos” en la empresa privada y la patronal que más trabajadores ha despedido es el propio Estado. Para terminar con la farsa, no obliga a los empresarios a nada, ninguno será castigado si no cumple, la tregua es “simbólica”.
Como una muestra ya firmó un convenio para nuevos puestos de trabajo precario, con salarios de 4500 pesos con McDonalds. Ése es el empleo que “defiende” Macri.
La “ley anti despidos”
En la TV y en los diarios, los dirigentes sindicales se presentan como los grandes defensores de los puestos de trabajo y a ellos se suman los que quieren aparecer como opositores. Idas y venidas de los diputados del Frente para la Victoria y de Massa, ante ese proyecto de ley, se discute si se deja afuera a las Pymes o no, si le hace tal o cual modificación. Mientras que Macri se enoja, se siente traicionado por Massa y dice que si se aprueba la ley la vetará.
Pero todos esos enfrentamientos por la ley, tienen que ver con una disputa por espacios de poder y no con la defensa de los intereses de los trabajadores.
La ley que se está discutiendo no es una verdadera ley antidespidos: no dice nada de los trabajadores que ya han sido despedidos, es sólo por 6 meses y la única sanción hacia las patronales que despidan es el pago de la doble indemnización, cosa que las grandes empresas pueden hacer sin mucho problema.
Podemos enfrentar la ola de despidos
No está mal que los trabajadores luchemos por una ley a nuestro favor. La lucha por la ley de las 8 horas de trabajo fue decisiva para los trabajadores de principios del siglo XX.
Pero hoy haría falta una ley que verdaderamente nos proteja. Una ley que impida todo tipo de despidos en la empresa privada y en el Estado. Que sea retroactiva para recuperar el empleo ya perdido. Que ante la crisis de la industria, obligue a las patronales a la reducción de la jornada sin reducción de salarios. Que toda empresa que despida sea estatizada sin indemnización y pase a funcionar bajo control de sus trabajadores.
El parlamento es una institución de los patrones y nunca nos regalará nada. Por eso, todos los que estemos dispuestos a frenar los despidos, a derrotar el plan económico que nos está atacando, debemos avanzar en la unidad para luchar.
Pero para lograr imponer una ley que nos defienda y que se aplique, es necesario desarrollar una lucha nacional y organizarnos como trabajadores, desde abajo y de conjunto. No se puede lograr esto con acciones aisladas y sin continuidad.
Precisamos impulsar encuentros obreros y populares en cada región, para unir los reclamos contra los despidos y el plan de ajuste del gobierno de Macri. Hace falta organizar a los miles de despedidos para luchar juntos y recuperar esas fuentes de trabajo.
Debemos exigir a las centrales sindicales que pongan en primer lugar la defensa de los intereses de los trabajadores y que den continuidad a la jornada del 29 de Abril con huelga general y un plan de lucha nacional.