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¿Cómo se combate la inseguridad?

Desde hace décadas uno de los puntos dónde se pone la mira, sobre todo en época de elecciones, es en la inseguridad. Bullrich prácticamente plantea dar más libertad y proteger a la Policía y a las fuerzas de seguridad. Unión por la Patria trata de cambiar el discurso diciendo que hay que cuidar a la Policía que nos cuida, pero en definitiva es el mismo contenido y plantean más inversión en tecnología de prevención. Ni hablar de los libertarios que piden bala y más bala.

Sin embargo cabe preguntarse si realmente estas medidas serán eficaces. Nosotros creemos que no por tres motivos: uno porque lo que genera la inseguridad es un problema estructural. No por nada la discusión de la inseguridad entró en escena en la década del ’90. Fue entonces cuando la desocupación generada por la privatización y la destrucción de la industria nacional trajo consigo descomposición social que se expresó en adicciones, alcoholismo e incremento de los robos. La clase obrera argentina no pudo recuperar lo perdido y parecería que va a perder más todavía. Los ajustes que prometen los posibles futuros gobernantes solo generarán más condiciones para el aumento de los actos delictivos

Segundo, porque es muy difícil luchar contra los actos delictivos seriamente, sin hacerlo en primera instancia, contra el crimen organizado. Las fuerzas de seguridad (Policía, Gendarmería, Prefectura, etc.) son las que hacen que las mafias funcionen. Un ejemplo, hoy en día, es el narcotráfico y los sicarios en Rosario. Todos los políticos están «preocupados» e «indignados» y prometen llevar más policías incluso al ejército. ¿De dónde sacan las armas los sicarios? En 2022 se supo que en Santa Fe 11 armas y 107 municiones de la Agencia de Investigación Criminal desaparecieron. En el año 2015 se «extraviaron» 26 mil balas 9 milímetros del arsenal del ejército cerca de Rosario. Ese mismo año hubo muchos otros «extravíos» de armas de los efectivos. ¿Cabe alguna duda de quién arma a los sicarios? La realidad es que no hay redes de trata, tráfico de personas, transas que funcionen sin el asociado con las fuerzas de seguridad. La Policía, y todas las fuerzas armadas y de seguridad, no están diseñadas para cuidarnos, es un instrumento de represión contra la clase trabajadora. Solo se cuida a sí misma y a los patrones, banqueros, políticos, jueces y todo tipo de hambreadores y enemigos del pueblo.

¿Más seguridad o mejores condiciones de vida?

La Policía es cada vez más grande, todo el tiempo aparecen distintos tipos (municipales, provinciales, etc.) y cada vez recibe más inversión. Esa sí que es una institución elefante que genera déficit y ninguno de los candidatos patronales lo cuestiona. Sin embargo, prefieren ajustar en herramientas que podrían ayudar a que los jóvenes no elijan delinquir, como educación, cultura, obras públicas u otros planes que generen trabajo genuino con buen sueldo, las primeras áreas en ser recortadas a la hora de ajustar. En primer lugar, se necesita trabajo digno para que principalmente los jóvenes no vean la delincuencia como opción, también educación con más personal y recursos para poder darle mejor contención a niños y niñas, protegerlos/as de la violencia que se vive en la sociedad y ofrecerles una perspectiva de mejor vida. Es necesario también crear polideportivos y centros culturales gratuitos en barrios y localidades y así darle a los hijos de la clase obrera y de los sectores populares acceso gratuito al deporte y al arte.

Tomar el problema en nuestras manos

Obviamente los trabajadores debemos mientras tanto velar por nuestra integridad física y la de nuestras familias.

En ese sentido, es fundamental construir comités obreros de vigilancia desde las organizaciones obreras, sindicales, y barriales para cuidarnos no solo de los actos de la delincuencia común, sino principalmente de la Policía que todos los días arregla coimas con ladrones y narcos, arma causas falsas o asesina por Gatillo Fácil a algún joven de un barrio obrero, entre otros delitos y crímenes. Somos los trabajadores los únicos interesados.

Y tercero, la realidad es que el capitalismo es un crimen en sí. Millones de personas producen y mueren de hambre Por ejemplo alrededor de la tercera parte de los alimentos producidos en el mundo para el consumo humano se desperdician o se tiran, mientras 735 millones de personas sufren “hambre crónica”. Es un engranaje sórdido que sirve para que un puñado de parásitos se llenen los bolsillos. Los capitalistas son los mayores asesinos y ladrones: hasta que la Revolución Obrera y Socialista no barra con todos ellos, los actos delictivos no serán eliminados.