COVID 19- NUEVOS ATAQUES A LA SALUD DEL PUEBLO TRABAJADOR

Como señalamos en un artículo anterior, la variante Ómicron ha generado una explosión de contagios desde finales del año pasado. Pese a que hoy no tenemos los más de cien mil contagios diarios que se habían alcanzado, la situación está lejos de merecer un relajamiento.

Principalmente porque lo que sí ha aumentado son las muertes, que han superado las 300 diarias en los últimos días. Y aunque desde los medios y el Gobierno se empeñan en repetir que esta variante es más leve o menos riesgosa, muchos especialistas advierten que estas afirmaciones son muy peligrosas.

Esta cepa resulta igual o más temible para quienes no tienen el esquema de vacunación completo. Y en algunos casos, sobre todo para quienes acumulan enfermedades preexistentes, ni la vacunación logra evitar un cuadro grave.

Una vez más, a la medida de las empresas

 Así como cedió con la cuarentena, con los protocolos, con la reducción salarial y más, el Gobierno actúa al son de lo que dictan los empresarios. El último regalo tiene que ver con los protocolos de aislamiento para contactos estrechos.

Frente al creciente ausentismo que generó la ola de contagios, desde la UIA salieron a pedir que no se aísle a quienes tuvieron contacto con un caso positivo y no presenten síntomas. Y el Ministerio de Salud, sin ningún justificativo científico, salvo la eficacia de las vacunas para mermar los síntomas, tardó pocas horas en hacer efectivo el pedido.

El colmo, si es que hay uno, es el el anuncio para educación de Larreta junto con su ministra de esa área, la ‘feminista’ Soledad Acuña: la eliminación de todo protocolo en las escuelas de CABA.

Con esto, el peligro de hacer de los lugares de trabajo un foco de contagio se amplificó. Sobre todo con la mayoría de las medidas y protocolos, en gran parte ya insuficientes, muy relajados.

Vaciando la Salud Pública

 La situación empeora con la última decisión de la provincia de Buenos Aires de no testear más que a grupos de riesgo, y determinar los casos en base a diagnóstico médico.

En primer lugar, con la aprobación de los autotest, el Estado está poniendo sobre la población (y sobre su bolsillo) una responsabilidad que le compete.

En segundo lugar, el testeo es señalado como la medida fundamental desde el principio de la pandemia. No hacerlos implica tener una menor comprensión sobre el alcance del virus y nos deja peor parados ante la formación o llegada de nuevas variantes.

Y en tercer lugar, representa un peligro puesto que enfermedades como el dengue, que tiene algunos síntomas similares, se encuentran circulando al mismo tiempo. Y el no descartar con seguridad una infección de COVID-19 acarrea el riesgo de un tratamiento equivocado.

Organizarnos para defender nuestra salud

 Mientras el Gobierno sigue recortando y relajando medidas, las empresas aprovechan y los dirigentes sindicales callan.

Pero ejemplos como los de la mina Cerro Vanguardia en Santa Cruz (ver artículo en esta misma página), demuestran que, unidos, los trabajadores podemos hacerle frente a estos ataques.

Urge replicar ese ejemplo en todas partes y exigir testeos masivos. Necesitamos estar al tanto del alcance de los contagios para actuar en consecuencia.

Al mismo tiempo retomar y exigir el aislamiento de los contactos estrechos, para cuidarnos entre todos. Y reclamar se convoque a investigadores del CONICET y del Malbrán para determinar en cuánto reduce la vacunación el riesgo de contagios entre asintomáticos.

Así mismo, seguir exigiendo la ruptura de patentes de las vacunas para aumentar la producción. Y la vacunación obligatoria para enfrentar los discursos negacionistas que solamente están contribuyendo a más muertes.

No podemos perder ni un minuto. Si nuestros dirigentes no se ponen a la cabeza, como en casi todos los casos hasta ahora, tendremos que organizar la pelea nosotros. La salud de nuestras familias depende de ello.