“Yo soy mucho más capitalista que ellos. ¡Conmigo había capitalismo, por favor!” dijo la expresidenta en una de las últimas presentaciones de su libro, “Sinceramente”, contestándole a quienes la tildan de “anticapitalista”.
No vamos a contradecirla. Durante su gobierno, dijo en repetidas oportunidades que los empresarios “se la estaban llevando en pala” y no mentía. Esta vez, lo que quiso fue transmitir un mensaje de calma, a aquellos empresarios que desconfían: si gana Fernández-Fernández, van a seguir siendo los más ricos los que manejen el país. No nos olvidemos del medio millón de despidos y suspensiones que en el 2014, con Cristina en la Rosada, inauguraron la entrada de la crisis en Argentina.
Los traidores de la CGT junto a los Férnandez
Mientras Alberto Fernández posa para la foto con los dirigentes de la CGT que dejaron pasar todo el ajuste macrista, comienzan los sincericidios de sus aliados. Así un economista cercano a Fernández, Guillermo Nielsen, dijo que será necesaria una reforma laboral para renegociar la deuda. O en el mismo sentido, una nota del diario kirchnerista Página 12 del 21 de julio, titulada “La hoja de ruta del FMI” hace hincapié en las dificultades del próximo gobierno para lidiar con la deuda sin cumplir las exigencias del FMI.
El camino está más que claro. No hay alternativa al ajuste que no sea rompiendo con el Fondo, y eso no es viable desde el punto de vista capitalista. Por eso Cristina y sus aliados ya han demostrado que esa no será su intención.