DERROTAR EL ACUERDO CON EL FMI

El inicio de acuerdo alcanzado con el FMI da continuidad a un nuevo capítulo en las crónicas de la dependencia en Argentina. El préstamo más grande de la historia concedido por este organismo, solicitado por el Gobierno de Mauricio Macri.  Los dólares ingresados fueron fugados del país, con escenas dignas de una película de acción (lo cual fue admitido públicamente por el propio ex presidente), crédito que ahora es ahora es refinanciado por el actual Gobierno peronista que hizo campaña electoral para asumir con el “No al FMI” como uno de sus centros. Lejos de los hechos quedaron aquellas promesas de “Argentina de Pie” o de no pagar la Deuda con el hambre del pueblo. El inicio de acuerdo está y por lo anunciado hasta ahora ya se puede ver quiénes, una vez más, pagaremos esta estafa (ver página 8).

La oposición patronal de Juntos por el Cambio, que venía pidiendo cerrar la negociación lo antes posible, saludó este inicio de acuerdo. No es de extrañar, siendo coherentes con lo realizado en todo su Gobierno, que elogien todo lo que implique un avance en la dependencia y pérdida de la soberanía y, si lo critican, es por considerarlo insuficiente.

Pero en la fuerza gobernante, el Frente de Todos, tal es la contradicción que mientras el conjunto de los gobernadores avaló inmediatamente, abrió otra página en la crisis política dentro de sus filas, que se había expresado espectacularmente luego de la derrota electoral de las PASO. Crisis que tiene gestos de descontentos concretos, como la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia de bloque, pero en la que aun nadie saca los “pies del plato”, ni mueve un dedo para que el acuerdo no se ejecute.

Responsabilidades compartidas

Frente a las críticas de propios y ajenos, el Gobierno argumenta que la responsabilidad de haber tenido que llegar a esta situación es de Juntos por el Cambio, por haber tomado la Deuda y que ellos están arreglando lo mejor posible el desastre heredado. Que el gobierno anterior dejó una calamidad, no quedan dudas, por ello es responsable directo de las penurias que vive el pueblo trabajador. Ahora bien, es el Gobierno actual el que legaliza ese desastre, permite las revisiones trimestrales y acuerda las condiciones en las que el pueblo trabajador una vez más pague los platos rotos de la fiesta que disfrutaron otros.

Lo desconocido

Martín Guzmán, en una entrevista dada pocos días después de que se firmara el principio de acuerdo, afirmó que “no refinanciar la deuda era ir hacia lo desconocido”. Tiene razón. Lo desconocido sería un camino que beneficiara al pueblo trabajador, porque hasta el momento lo conocido, cada refinanciación, trajo más perjuicio a los sectores populares y acumuló mayor Deuda. A ambos lados de “la grieta” de los capitalistas argentinos, aún con importantes desacuerdos en la forma, algunos de mucha relevancia, comparten, al igual que sus pares de los otros países dependientes, el camino de la mayor sumisión al imperialismo, ya sea bajo la forma de Deuda Externa, ya sea bajo la forma de aumento del saqueo de los recursos naturales por parte de las multinacionales, ya sea adaptando las condiciones laborales a lo que las multinacionales requieren.  Es así que la decadencia y dependencia estructurales de nuestro país van aumentando, y con ellas las condiciones de vida con pobreza y miseria también, de la mayor parte de la población, aunque se alternen las fuerzas gobernantes.

¿Hay alternativa?

Muchos compañeros y compañeras quizá piensan, partiendo de los argumentos que da el Gobierno que, aunque sea lamentable, no quedaba otra que acordar, porque si no, “nos caemos del mundo” o nos vamos en picada o va a ser imposible propiciar el crecimiento. En consonancia con eso, la directora del FMI, Kristalina Georgieva declaró que no había otra alternativa para la Argentina que avanzar con este acuerdo.

Desde la perspectiva del sistema capitalista, es así, no hay posibilidad de mantenerse “independiente” de los mandatos del imperialismo y conservar el sistema económico actual. El capitalismo en el que ganemos todos con un país exportador de materias primas que se plante, o desarrollando una industria nacional que desplace a las empresas multinacionales, no existe más que en los discursos. Pero desde esta perspectiva, a los trabajadores y trabajadoras no nos queda más que resignarnos a vivir cada vez un poco peor, aspirando a lo sumo a algunos veranitos momentáneos.

Si, en cambio, enfocamos la cuestión desde de los intereses de la clase trabajadora, sí hay otra alternativa, que empieza en la ruptura con el FMI. Pero no se limita a eso, la ruptura con el Fondo tiene que dar inicio a una Segunda y Definitiva Independencia que instaure otro modelo de país, opuesto al actual, en donde la economía se planifique en función de las necesidades de la mayoría de la población.  (ver página 3)

¿Cómo se podría lograr eso?

Hay que empezar por derrotar el acuerdo y el plan del Gobierno. Y eso requiere que la mayoría de la clase trabajadora se disponga a enfrentarlo. Eso no es un terreno ganado de por sí. Es necesario combatir las ideas que han sembrado todas las variantes patronales y la burocracia sindical respecto de la imposibilidad del No Pago. Para las organizaciones y los activistas independientes que pretendemos derrotar este acuerdo esta es una tarea de primer orden.

Y conjuntamente con eso es necesario pasar por encima de ese gran muro de contención que son las dirigencias sindicales y de los movimientos sociales del Gobierno, que ya no son solo cómplices sino también artífices de los planes antiobreros.

Esas dirigencias y las estructuras sindicales que las sostienen son las que hoy están al servicio, no solo de contener la bronca, sino también de dividir, aislar y sembrar en las cabezas del pueblo trabajador las mentiras de los sectores patronales.

Para saltar esos obstáculos y lograr imponer un plan de lucha masivo es que tenemos que anticiparnos, empezar a autoorganizarnos desde cada lugar de trabajo, incluyendo a todos los compañeros y compañeras, sea del sector que sea, pertenezca al gremio que pertenezca. Coordinar las luchas que surjan.  Formar comités o comisiones para garantizar lo que se decida en asamblea, romper las ataduras y la fragmentación que nos imponen las estructuras sindicales. Porque debemos tomar en nuestras manos los problemas: está visto que nadie lo hará por nosotros y nosotras.

 No puede quedar en lo testimonial, tomemos el ejemplo del Chubutazo.

Las jornadas masivas para expresar el repudio al inicio de acuerdo son progresivas y por eso adherimos a la misma, aunque desde el PSTU creemos que las próximas acciones deberían convocarse con los métodos propios de la clase obrera, es decir a partir de los mandatos de base que salgan de asambleas realizadas en los lugares de trabajo. Es necesaria la más amplia unidad, llamando a todos los que se pronunciaron contra del acuerdo a movilizarse en las calles.

Pero además creemos que no puede quedar acá, ni limitarse a hacer acciones testimoniales cada tanto: es necesario preparar un plan de lucha progresivo con medidas contundentes, (como el bloqueo de los puertos, refinerías, yacimientos y principales industrias) que afecten la ganancia de los grandes ganadores del acuerdo con el FMI: las multinacionales y empresarios y preparen una nueva jornada como el 18 de diciembre de 2017 para impedir que el acuerdo se vote en el Congreso. El pueblo de Chubut dio muestras de la radicalidad que es necesaria para frenar este plan de ajuste y saqueo, ese es el ejemplo que debemos tomar.

Un nuevo Argentinazo encabezado por la clase obrera para imponer otro modelo de país

Queremos decir la verdad a la clase trabajadora: no habrá realmente soberanía y mejora sustancial de las condiciones de vida del pueblo trabajador, sin revolución social y para eso es necesaria la intervención de la clase trabajadora con métodos revolucionarios. Si bien es importante aprovechar el espacio del Parlamento para denunciar el carácter de este Estado y este régimen, no es allí donde lograremos ningún triunfo real para el pueblo trabajador.

Hace poco se cumplieron los 20 años del Argentinazo, debemos aprender también de esa experiencia reciente para preparar una experiencia superadora, con la clase obrera a la cabeza,  que esta vez sí termine con el saqueo y sometimiento de nuestro país y las consecuencias que trae al pueblo trabajador.