Ante esto, el Gobierno intenta fijar un techo salarial del 18% a los aumentos salariales con el cuento de que esa será la inflación de este año. Una mentira descarada. Saben perfectamente que el poder adquisitivo de los salarios ya se viene licuando desde el año pasado, cuando la inflación fue superior al 40% y superó largamente los aumentos discutidos en la paritaria pasada. Se calcula que el salario real se ha reducido entre un 8 y un 10% en el 2016 y ahora vuelven a la carga. Dibujan los índices de inflación cuando sólo en enero y febrero ya van mostrando que todo es una farsa.
Esto es porque la reducción del costo laboral que Macri les prometió a los empresarios implica darle un recorte al salario para abaratar la mano de obra con la mentira de que así las multinacionales aumentarán su margen de rentabilidad y vendrán a “invertir” al país.
Por eso amenazan a los docentes diciendo “que ningún maestrito les va a torcer el brazo” y no dudan incluso en impedir que se efectivice el aumento conseguido por los bancarios porque es por arriba de este “techo”. Con fallo judicial a su favor mediante, los bancarios van a un paro de 72 horas este viernes, lunes y martes para que le paguen lo conseguido.
Necesitamos imponer un aumento salarial del 40% para todos los trabajadores del país, con un salario mínimo acorde a la canasta familiar corregido mensualmente según la inflación, sin tocar los convenios laborales. Y para eso el primer paso es solidarizarse y apoyar la lucha de los docentes que parece encaminarse a un no inicio del ciclo lectivo. Derrotar el techo que les quiere imponer el Gobierno significa también el derecho a la educación pública y gratuita para nuestros hijos. A su vez, esta pelea no puede ir separada de la lucha contra los despidos y por una ley que los prohíba, ya que el Gobierno y los empresarios lo usan para presionar por una rebaja salarial.