El 29 de mayo fue el mayor día de manifestaciones contra el gobierno Bolsonaro y su política genocida desde que comenzó la pandemia. Las principales capitales fueron tomadas por grandes manifestaciones que reunieron a decenas de millares de personas.
(…) Los vientos del Paraguay, Chile, Estados Unidos y Colombia, combinados con la indignación contra el gobierno y la escalada genocida, así como el descontento de tener que esperar hasta 2022, movió a esa base activista para presionar a las direcciones mayoritarias a convocar, de forma unitaria, el 29M. Los actos reunieron a una amplia vanguardia por todo el país, que, por su parte, era saludada y apoyada por las masas.
En común, la demostración de indignación y rebelión contra el gobierno, atascada en la garganta desde marzo pasado, y cuyas cacerolas y posteos en la redes sociales no tenían más condiciones de expresar. En las consignas: Fuera Bolsonaro, vacuna ya, y auxilio de emergencia.
Además de la fuerte presencia de sectores organizados, partidos de izquierda, movimientos sociales, entidades estudiantiles y populares, organizaciones sindicales, de negros, de mujeres, y demás sectores oprimidos, e indígenas, hubo una importante participación de activistas no organizados, en su mayoría jóvenes trabajadores muy precarizados, y también estudiantes, principalmente la juventud universitaria y de la periferia, no ligada a ninguna organización, munida con pasacalles y carteles escritos a mano. Muchos estampaban los nombres de padres, madres, hermanos y amigos muertos en la pandemia. En los grandes actos de las capitales, como en San Pablo, ese sector era ampliamente mayoritario. El uso generalizado de máscaras marcó una diferenciación notable con los actos de muerte promovidos por Bolsonaro, así como la expresa determinación de personas que estaban en grupos de riesgo de quedarse en casa y protestar vía las redes sociales.
El 29M fue una importante derrota del gobierno Bolsonaro. Muestra que hoy es minoritario, y que crece cada vez más la indignación contra su gobierno. Las manifestaciones mostraron incluso que, si no fuese por la pandemia, ciertamente tendríamos protestas de masa contra su gobierno desde hace tiempo. Muestra también que hay capacidad de lucha por abajo, y que es preciso avanzar en la organización de base, presionar para seguir con las movilizaciones y defender la organización de una huelga general sanitaria que derribe de una vez este gobierno golpeando con peso en su principal sostén: el capital, los capitalistas y sus representantes. (…)
Fortalecer el movimiento rumbo a una Huelga General sanitaria
La adhesión de sectores dirigentes de los partidos de la oposición parlamentaria a los actos del 29M no significa un cambio en la orientación de desgastar a Bolsonaro hasta 2022. Pero las voces oídas en las calles muestran que esa sería una tragedia anunciada.
Mientras Bolsonaro esté en el poder, avanzará en el genocidio, teniendo tiempo y condiciones, incluso, de fortalecer su proyecto de dictadura, articulando su base miliciana y paramilitar, e incidiendo aún más en las bases de las Fuerzas Armadas y de las policías militares.
Ahora que Bolsonaro se ve cada vez más debilitado, es hora de avanzar en esta lucha, de forma unitaria, dar continuidad a las movilizaciones y preparar una huelga general sanitaria (parando todos los sectores no esenciales), instrumento más efectivo para enfrentar el gobierno y el gran capital que lo sostiene, aumentando su aislamiento para derribar a su bando de genocidas y milicianos encaramados en el Planalto (Casa de Gobierno).
Es fundamental mantener la unidad en la organización y preparación de los actos, al mismo tiempo que gana cada vez más importancia la autoorganización por abajo, de los trabajadores, de la juventud, en las periferias, etcétera.
Un programa para enfrentar el genocidio y la crisis social
La necesidad más inmediata hoy es el Fuera Bolsonaro y Mourão. Y para eso, es preciso unificar a todos los que estén dispuestos a eso. Pero, más allá de eso, precisamos también discutir un proyecto de país que resuelva nuestros históricos males, profundizados por la pandemia y por este gobierno. Que garantice vacuna para todos ya (con la quiebra de las patentes), auxilio de emergencia de R$ 600 mientras dure la pandemia (que, en todo caso, debería ser de por lo menos un salario mínimo), la estabilidad en el empleo y la mantención de los derechos. Pero no solo eso, que resuelva además el problema de desempleo, de la carestía, del hambre, de la vivienda, del genocidio de la juventud negra y de los pueblos indígenas, y que interrumpa la destrucción del medio ambiente, y la entrega de las estatales y del país a la rapiña de los capitales y especuladores internacionales.
Y solo hay una forma de hacer eso: un proyecto de la clase trabajadora, que ataque a los banqueros, a los grandes empresarios y a los multimillonarios, que se enriquecen cada vez más con muestra muerte y miseria. Que imponga la quiebra de las patentes de las vacunas; la suspensión del pago de la fraudulenta deuda pública a los banqueros; la tasación en 40% de las fortunas de los 65 multimillonarios; así como la reestatización de las estatales privatizadas; la estatización de la salud privada y de los bancos, garantizando así el fortalecimiento del Sistema Único de Salud (SUS); la estabilidad en el empleo con la reducción de la jornada de trabajo sin disminución de los salarios; la revocación de la reformas laboral y previsional; registro de trabajo y derechos para los trabajadores de aplicativos y para todos los trabajadores; reforma agraria bajo control de los trabajadores; titularidad y reglamentación de las tierras indígenas y quilombolas; y un plan de obras públicas y de generación de empleos que universalice el saneamiento básico y la vivienda popular, construya hospitales y escuelas.
Un programa que garantice auxilio, subsidio y exención a las pequeñas empresas, que son las que garantizan la gran mayoría de los empleos en este país. Que interrumpa los cortes en la educación, y aumente las inversiones en las escuelas, desde la enseñanza básica a la universitaria, incluso en pesquisas. Un programa que enfrente a las grandes mineras, los madereros, y que defienda a las poblaciones indígenas, masacradas por el gobierno Bolsonaro. Que pare el genocidio de la juventud negra, y garantice los derechos de los LGBTs y de las mujeres.
Eso es posible rompiendo con la sumisión a los banqueros, parando de pagar la deuda, poniendo a las grandes multinacionales bajo control de los trabajadores, retomando las empresas privatizadas e interrumpiendo los procesos de privatización de la Eletrobrás, y de la propia Petrobrás. Pagamos hoy cada vez más caro por la energía, el combustible y el gas de cocina para enriquecer a media docena de megainversores de afuera. Política de entreguismo lacayo de este gobierno lamebotas del imperialismo.
Precisamos, en fin, en la lucha, discutir un nuevo modelo de sociedad, ya que el capitalismo solo nos delega la muerte, el hambre y el desempleo. Precisamos de una nueva forma de sociedad, donde las riquezas producidas por los trabajadores no sean robadas por media docena de multimillonarios, mientras morimos de hambre y enfermedades. Precisamos de una sociedad socialista.
Por eso, necesitamos construir una alternativa, un polo proletario y socialista, que defienda la independencia de la clase trabajadora de la burguesía, para luchar por otra sociedad, por una revolución social.