Cada 30 de Octube es el «Día del Ceramista» . Se eligió esta fecha para rendir homenaje a los 19 obreros de Lozadur desaparecidos/as, en su mayoría mujeres, en noviembre de 1977. Esa fábrica de Villa Adelina, cercana a la estación de Bulogne, tenía mil obreros. Era conocida por su combatividad y su lucha no sólo contra la arbitrariedades de la patronal sino también contra los dirigentes traidores: la burocracia sindical.
La combativa Lozadur era parte de un proceso de radicalización de la clase obrera que tiene puntos álgidos como el Cordobazo y el Vivorazo, que dieron a luz movimientos y agrupaciones combativas en distintos cordones industriales del país que buscaban organizarse de forma autónoma y democrática. Cobraban allí el mayor protagonismo las bases y las Asambleas, las Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados que hasta llegaron a tener momentos de Coordinación interfabril.
La zona Norte del GBA, con su importante cordón fabril, fue parte importante de este proceso. Los trabajadores/as ceramistas trabajaban en condiciones completamente insalubres, con temperaturas mayores a 50º grados que provocaban casos de esterilidad y enfermedades respiratorias agudas porque las instalaciones no contaban con aspiradores del polvillo de arcilla, etc. Esta situación, junto a la connivencia de patrones y dirigentes sindicales, fue la «materia prima» para salir a luchar con el conjunto de los trabajadores.
PARTE DE UN PROCESO
En 1973 los trabajadores ceramistas tomaron la filial 2 de Villa Adelina en oposición a la burocracia sindical encabezada por Salar. Esto forzó a la Federación Ceramista (FOCRA) a convocar a elecciones en el sindicato zonal y ganó la lista de oposición (Marrón) . Dos meses después Salar y «su gente»hicieron un «copamiento» para recuperarlo. Centenares de obreros ceramistas de fábricas de la zona fueron a solidarizarse. Asustados por la reacción Salar y sus hombres pidieron que hagan un cordón que garantice su seguridad para retirarse, cuando estos burócratas ya habían ingresado a sus vehículos, uno de esos matones disparó sobre Juan Carlos Baches , primer obrero ceramista asesinado (21/08/73).
Sucedieron varios conflictos durante el período, muchos de ellos triunfantes, y la Lista Marrón vuelve a ganar las elecciones en 1975 en la Filial Adelina, pero no es igual la situación política en 1973 (elecciones que dan vuelta al peronismo con Cámpora) que 1974 (Perón echa a los imberbes de la Plaza de Mayo) y que 1975 (con la Triple A dirigida desde el Gobierno). Comenzó así la represión hacia comisiones Internas y Cuerpos de Delegados, en especial hacia los integrantes de la Lista Marrón. En el sindicato de Villa Adelina se sucitaba un enfrentamiento entre peronistas de izquierda y de derecha…
Antes del Golpe El 13/02/1976 secuestran en su domicilio de Boulogne a Juan Pablo Lobos, delegado de Lozadur, quién aparece asesinado unas horas después de su secuestro en el partido de Tigre. Así mismo es detenido ilegalmente Segundo Figueroa, también obrero de Lozadur y militante sindical, a quién liberan luego de ser torturado. Figueroa volvió a ser secuestrado el 29/12/1976 en su domicilio y aún permanece desaparecido.
Con el Golpe de Estado de 1976 Buscando «disciplinar» a los obreros, la Federación quedó a cargo del Comandante de Gendarmería Milarck. Sin embargo, los trabajadores de Lozadur iniciaron un reclamo salarial. Dos de los operarios de la fábrica Pablo Villanueva (Partido Socialista de los Trabajadores, desaparecido el 3/11/77) y Rodriguez fueron citados al Ministerio de Trabajo y el Comandante Milarck les dijo que si no abandonaban sus reclamos serían encuadrados en la ley de Seguridad o el decreto 20.400 (Prohibían derecho de huelga y actividad sindical). La represión llegó con su saldo de asesinados, desaparecidos y perseguidos.
El 29/06/1976 secuestran a Francisco Juan Blatón de 18 años de edad, trabajador de una fábrica de cerámica de Munro
El 14/11/1976 es secuestrado en la vía pública en Zona Norte Salvador Miguel Scarpato, militante de la JTP en el Sindicato Ceramista Filial 2 de Villa Adelina. Pancho, como lo conocían sus compañeros, permanece desaparecido y se desconoce las circunstancias de su detención.
El 27/10/1977 en la madrugada, Jorge Ozeldín es secuestrado en su domicilio Villa Adelina. Horas después un grupo de tareas ingresa a su lugar de trabajo, Cerámicas Cattáneo (“La Fama”) y secuestran a Juan Carlos Panizza, Faustino Romero y José Ponce, continúan desaparecidos.
Entre la noche del 2 y la madrugada del 3/11/ 1977 se produce el secuestro de Felicidad Abadía Crespo, Dominga Abadía Crespo, Sofía Tomasa Cardozo, Elba María Puente Campo, Ismael Notaliberto, Francisco Palavecino y Ramón Pablo Villanueva, todos trabajadores de Porcelanas Lozadur. Los secuestros se realizaron en sus casas, en muchos casos en el marco de un gran despliegue de las fuerzas represivas. Todos continúan desaparecidos.
FUENTE:
*COMISIÓN JUICIO CAMPO DE MAYO. Sobre los obreros ceramistas desaparecidos y asesinados, los conflictos en Cerámicas Cattaneo (La Fama) – Porcelanas Lozadur y la Federación Obrera Ceramista Filial 2, Villa Adelina
*LA BATALLA DE LOS HORNOS. Memorias de luchas, utopías y mártires. Autor: Bernardo Veksler
PABLO VILLANUEVA, compañero del PST ¡Presente!
«(…)Pablo Villanueva era un compañero aguerrido y principista en las batallas gremiales que emprendía.(…)Estaba dando una batalla frontal contra el trabajo a destajo, había comprendido que era una metodología que sólo beneficiaba a la patronal(…).
Esa combinación de espíritu crítico y consecuencia en la lucha por las conquistas obreras lo llevó a acercarse a las ideas socialistas, comenzó siendo un lector interesado en los contenidos de los periódicos, a formular interesantes interrogantes y exponer sus propias opiniones en muchos temas. A fines de 1975, se integró a la célula de la fábrica del Partido Socialista de los Trabajadores.(…)
El golpe militar no lo hizo abdicar de su vocación, a pesar de los dirigentes y activistas que ya no estaban en la fábrica y de la intervención militar del sindicato. Cuando en el mes de abril cesantean al autor de este texto, Pablo fue uno de los propulsores del paro que logró la reincorporación del delegado que la patronal pretendía despedir.
A pesar de haber tratado en varias reuniones la necesidad de ser cuidadoso, Pablo no podía contener su indignación ante la injusticia, y esa rebeldía innata lo llevó al desenlace fatal.
Cuando me enteré de su secuestro, se me dispararon un sinfín de sensaciones encontradas. El dolor, porque había ingresado a un cono de sombras donde no era posible obtener datos de su existencia y paradero. Y por sus familiares, por las inmensas penurias que acumularon.(…)
Cada encuentro con su hermano ahondaba mi congoja e impotencia. Me describía las gestiones y trámites que habían efectuado, todas las puertas que infructuosamente habían golpeado con su anciana madre y con Dora, que ya había dado a luz a la segunda hija de Pablo.
Cada retorno a mi casa era el momento en que la vorágine militante dejaba el espacio para que su recuerdo se hiciera presente y para potenciar mi dolor. Al principio, sentía una especie de culpa, por haber incidido en su adhesión a las ideas socialistas y en su comprensión del significado del salario y la plusvalía, y de la ubicación de la clase trabajadora en la sociedad capitalista.
Con el transcurso del tiempo, comprendí que Pablo había desembocado donde la evolución de sus ideas lo había llevado. Había desarrollado una gran intuición para advertir las maniobras patronales y de los políticos, y sobre todo demostraba una enorme pasión a la hora de poder obtener nuevos conocimientos. Arribó a estas definiciones por las conclusiones que fue sacando de su oposición a la burocracia sindical y sus cuestionamientos a las inconsecuencias y maniobras de los dirigentes alternativos, por su comprensión del rol de los trabajadores, por su valentía y compromiso con la lucha por los derechos obreros y por su capacidad para indignarse y no callar ante la explotación.
A los recuerdos de Pablo se le sumaban el de los demás compañeros de tantas jornadas memoriosas. La simpatía y las sonrisas de las “mellizas”, la calidez provinciana de Elba, la vehemencia de Ismael y Palavecino. A medida que me fue llegando información sobre la suerte corrida por Figueroa, el calvario sufrido por Jorge De León y el interrogante sobre el destino que le tocó vivir a “Cachito” Montaner, se fueron sumando a la galería de recuerdos las escenas de los momentos compartidos, de las acciones comunes y de los circunstancias que nos pusieron en posturas divergentes.
Compartimos infinidad de experiencias, fuimos parte de un proceso enormemente enriquecedor y fundacional de la renovación de la dirigencia obrera y de un torrente creativo que probablemente nos hubiera puesto en similares trincheras.Fue un proceso abortado por la barbarie, que nos dejó el dilema sobre el futuro que se hubiera deparado si esa dinámica hubiera persistido.(…)
Peleábamos tanto en la adversidad como cuando la realidad nos sonreía, no dejábamos de sembrar solidaridad, como un hábito incorporado a nuestras vidas.
Esas acciones, ese desprendimiento, esa ofrenda por el que sufre, ese altruismo, nos hacía buenos seres humanos y, en ese recorrido, muchas utopías igualitarias tomaban estado terrenal.(…)»
Extraído de LA BATALLA DE LOS HORNOS. Memorias de luchas, utopías y mártires.
Autor: Bernardo Veksler