Una Jornada de Lucha
Lavarropas, planchas, chocolates, maquillaje, perfumes, una infinidad de productos nos ofrecen las publicidades como regalo a las mujeres para el 8 de marzo. Pero con la infl ación y los bajos salarios lejos estamos de poder comprar algo de todo eso. Y, en realidad, el 8 de marzo nada tiene que ver con regalos y celebraciones inventadas por las empresas de electrodomésticos. Por el contrario, tiene que ver mucho más con nuestra realidad cotidiana como mujeres trabajadoras. Día a día la mujeres salimos a trabajar y recibimos salarios más bajos que los hombres, aunque hagamos las mismas tareas; hacemos las compras, la comida, lavamos la ropa y nos encargamos de los chicos; y sufrimos, en el camino, todo tipo de acosos sexuales, nos gritan y nos tocan en los colectivos o trenes llenos de gente. Y, en muchos casos, cuando llegamos a casa sufrimos violencia por parte de nuestra pareja. También somos las mujeres las víctimas de las redes de trata para la explotación sexual y las que sufrimos en nuestros cuerpos cuando recurrimos a un aborto y el Estado no garantiza que se haga en condiciones seguras en hospitales públicos. Todo esto se basa en una ideología machista, que impera en la sociedad y que afi rma que las mujeres somos inferiores por naturaleza, y, entonces, por ser mujeres sufrimos todas estas formas de opresión, que por acción u omisión siempre terminan siendo responsabilidad del Estado. Pero la historia muestra que no soportamos pasivamente, sino que las mujeres trabajadoras llevamos adelante importantí- simas luchas por nuestros derechos y así fue cómo surgió el 8 de marzo, un día de lucha internacional de las mujeres trabajadoras.
“Nada causa más horror al orden que las mujeres que luchan y sueñan”
A comienzos del siglo XX las mujeres trabajadoras fuimos protagonistas de grandes luchas en todo el mundo, como las trabajadoras textiles de New York de la fábrica Triangle Shirtwaist Company, que en 1911 reclamaban mejoras salariales y murieron en un incendio provocado por el patrón, la mayoría chicas inmigrantes entre los 17 y 24 años. Además, en 1910 se celebró en Copenhague la II Conferencia Nacional de Mujeres Socialistas que aprobó la propuesta de la dirigente alemana Clara Zetkin de instaurar un día internacional de la mujer. Pero se celebraba diferentes días en diferentes países. En 1914, se celebró por primera el 8 de marzo en Austria, Alemania, Dinamarca y Rusia. Y fue nada menos que una movilización de mujeres la que en 1917 desató la Revolución Rusa. Una huelga de mujeres trabajadoras rusas ante la falta de alimentos, un 8 de marzo, dio inició al proceso revolucionario que culminó con la toma del poder por parte de los trabajadores dirigidos por el partido bolchevique. El triunfo de la Revolución Rusa trajo para las mujeres, por ejemplo, la conquista del aborto como un derecho por primera vez en la historia de la humanidad, décadas antes que en cualquier país capitalista. A partir de ese momento, el Día de la Mujer se pasó a celebrar el 8 de marzo en todos los países. ¿Por qué resaltamos que es una fecha de lucha de las mujeres trabajadoras? Por un lado, porque desde los organismos internacionales, desde el imperialismo, desde la burguesía, quieren borrar el pasado de lucha, nuestra historia, y afi rman que la fecha se eligió en 1975, cuando la ONU celebró el Año Internacional de la Mujer. Y, por el otro, porque también nos quieren convencer de que todas las mujeres somos iguales y que debemos organizarnos únicamente entre nosotras.
Pero, ¿somos todas iguales?
Cualquiera de nosotras sabe que no, que Cristina Kirchner o la reina argentina de Holanda no sufren lo mismo que nosotras. Esto se debe a que somos de diferentes clases sociales, nosotras somos mujeres trabajadoras y como tales sufrimos la explotación de clase por parte de nuestros patrones. Y los patrones, los capitalistas, usan la opresión de la mujer para explotarnos aún más. En Argentina las mujeres ganamos en promedio un 30% menos que los hombres, en la fábrica Fel-Fort, por ejemplo, a las mujeres que cumplen las mismas tareas que los hombres no se le dan las categorías, que signifi carían aumentos de sueldo, ni la ropa adecuada de trabajo como botines con protecciones para los pies y, esto sucede aunque una de las dueñas de la empresa es mujer. Los patrones también usan el machismo para dividir a la clase trabajadora, para que nuestros compañeros acepten la idea de que debemos ganar menos plata o no tener trabajo, y a su vez hacernos creer a nosotras que nuestro lugar es la casa y de que no debemos luchar, de que no debemos participar en sindicatos o partidos políticos. Las mujeres somos más de la mitad de la clase trabajadora y al capitalismo no le conviene que nos movilicemos. Así, los capitalistas, aunque sean mujeres, usan la opresión contra nosotras para agrandar sus ganancias y para mantenernos dominadas. Y la Iglesia da los cimientos y presiona para conservar esa sumisión. Algunas corrientes, como la CTA, organizaciones feministas, el mismo Encuentro Nacional de Mujeres, incluso organizaciones de izquierda y hasta con quienes compartimos el FIT, plantean que para luchar contra todo esto debemos organizarnos únicamente entre mujeres. Pero las mujeres organizadas solamente entre nosotras no alcanzaremos los derechos que queremos, la lucha contra la opresión de la mujer debe ser una lucha del conjunto de la clase trabajadora. La pelea por nuestros derechos debemos darla junto a nuestros compañeros trabajadores y contra el sistema capitalista que nos explota y nos oprime. En el Norte de África, Medio Oriente, Europa, Latinoamérica, las mujeres son vanguardia de las luchas como lo muestran las mujeres guerrilleras de Kurdistán, cuyas brigadas fueron fundamentales en la derrota del Estado Islámico en Kobane (ver página 13). Desde la LIT-CI impulsamos esta pelea en todo el mundo y te invitamos a venir con nosotras en esta histórica jornada de lucha.
Niñas y jóvenes: las más castigadas
• De los 121 millones de niños/as no escolarizados del mundo 65 millones son niñas
• La alfabetización de mujeres jóvenes entre 15 y 24 años es del 60% contra el 80% de sus pares varones
• Según UNICEF, el porcentaje de embarazos adolescentes es un índice de la desigualdad social. En Argentina el 23 % de los nacimientos corresponden a embarazos adolescentes y cada 3 horas una niña menor de 15 años se convierte en madre. 60 % de los embarazos en menores de 15 años son producto de violaciones.
• De acuerdo con la OMS, en América Latina y El Caribe donde el aborto está penalizado, la tasa de muertes por complicaciones en el aborto es de 32 mujeres cada 1000. En Europa donde el aborto es legal la misma tasa es de 12 cada 1000. La mitad tiene entre 15 y 25 años.
• Son jóvenes, muy jóvenes las mujeres que secuestran víctimas de la trata de personas para luego ser convertidas en esclavas sexuales. Lo mismo ocurre con el abuso sexual: el 98 % son jóvenes y niñas.
• Las jóvenes trabajan por los menores sueldos con los planes de pasantías de las secundarias o universidades, en los peores empleos o directamente precarios.
• También son jóvenes la mayoría de las empujadas a migrar por la pobreza, las explotadas en las maquilas de países de Centroamérica y El Caribe, las miles que desaparecen en Ciudad Juárez, México
Violencia Domestica
El 60 % de las mujeres latinoamericanas sufren violencia emocional, y el 40 % violencia física. Según la ONG la Casa Del Encuentro en Argentina muere una mujer cada 30 horas. Son cerca de 300 femicidios por año que dejan alrededor de 400 hijos sin mamá.