Se cumplen 5 años del asesinato de Diana Sacayán en manos de Gabriel David Marino, quien cumple condena perpetua, luego de una larga lucha por justicia. A Diana la torturaron y la asesinaron en su departamento, en el cuál fue hallada amordazada y maniatada, y su cuerpo presentaba más de 20 heridas de arma blanca.
Diana era una reconocida activista por los derechos LGBT. Era integrante del equipo del Programa de Diversidad Sexual del INADI, fue gestora de las leyes de Matrimonio Igualitario, de Identidad de Género y de la Ley de Cupo Laboral Trans, entre otros espacios de militancia en los que participaba.
Era una luchadora incansable. Provenía de una familia muy humilde de Tucumán y asumió su identidad trans entre los 14 y los 16 años, teniendo que padecer y soportar la discriminación, el desamparo y la exclusión.
Su muerte, se convirtió en un emblema: siendo el primer asesinato de mujer trans que fue juzgado como un travesticidio, incluyendo las características del crimen de odio en la configuración de su asesinato. Así lo dictaba el Tribunal Oral Criminal 4 en junio de 2018. Pero, lamentablemente, hace muy pocos días salió un nuevo fallo: la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal confirmó la condena a prisión perpetua a Gabriel David Marino, pero sólo por la agravante de violencia de género. Eliminando así el delito de travesticidio, dejando afuera un aspecto fundamental: que dicho delito fue un crimen de odio, fue asesinada por ser trans.
¡Que su lucha no sea en vano!
Este nuevo fallo ensucia la memoria de Amancay Diana y su incansable lucha por el colectivo. Por eso, debemos exigir la anulación de dicho fallo, David Marino debe cumplir su condena por ser un violento y asesino, por cometer un travesticidio. Se lo debemos a Diana y a todas las travas y trans que no llegaron a acceder ni tener justicia, a quienes son invisibilizadas y humilladas y no reciben respeto entorno a su identidad sexual auto percibida. Como lo hicieron con Luz Aimé, joven trans que logró su absolución de un crimen que no cometió, pero que la Justicia clasista y machista, jueces como Luis Rizzi y Javier Anzoátegui, se han referido hacia ella en género masculino, diciendo como por ejemplo «imputado con tendencias homosexuales”, un desprecio y odio a la vista. Estos mismos jueces son los que revocaron el agravante de «travesticidio» en el caso de Sacayán.
Es necesario que casos como estos sean tomados con perspectiva de género y aquellos que se nieguen o posicionen en contra sean revocados de sus cargos, y aún si esto fuera posible, no alcanzaría. Este aspecto es solo una parte de un problema más profundo. Hablamos de la expectativa de vida de las personas trans es sólo de 35 años. La mitad no termina la escuela, en gran parte por la discriminación a la que son sometides. Esto demuestra la importancia de que se aplique y amplíe la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), no sólo porque la educación sexual es parte de la educación de calidad que es derecho de todes, sino porque para las personas trans es vital para no empezar su infancia excluida. La importancia de luchar por una inclusión real es una necesidad urgente que atañe no solo al colectivo sino al conjunto de la clase trabajadora. Entendiendo dicha inclusión en términos de la posibilidad a acceder a un trabajo formal, educación, vivienda, salud, etc y que el Estado debe garantizarlo.
Para lograr justicia por Diana y todes les asesinades es necesario organizarse y dar la pelea dentro de las filas de les trabajadores, para combatir todas las ideologías que el sistema capitalista nos impone para dividirnos y así lograr que se incorporen las reivindicaciones específicas en la lucha común. Lo que hemos conseguido lo hemos arrancado con organización y lucha, ese es el camino a seguir.
«Cuando yo me vaya sé que en algunas cuantas conciencias habré dejado la humilde enseñanza de la resistencia trava, sudaca, originaria…»
¡Amancay Diana Sacayán presenta, ahora y siempre!
¡Fue travesticidio!
¡Basta de travesticidios!