Ecos del 24 de marzo

Centenares de miles en todo el país, con la manifestación central en CABA y acciones en todas las ciudades del país (desde las más grandes hasta pequeñas localidades), dieron cuenta de que la memoria sigue viva, que no hay perdón ni reconciliación con los genocidas, pese a los esfuerzos de todos los gobiernos posteriores a la Dictadura militar.

No lo han logrado ni la Obediencia Debida de Alfonsín, ni el indulto de Menem, ni el negacionismo de Macri y Milei. Ni, tampoco, la hipocresía de los Kirchner, que abrazaban a las Madres mintiendo que las Fuerzas Armadas ya no eran las mismas, cuando jamás fueron depuradas, ni los genocidas penados.

Todos ellos son responsables de que las nuevas generaciones consideren los golpes como cosa del pasado, sin comprender que siempre, siempre, mientras haya un sistema capitalista en nuestro país -sistema que con sus diferencias, defienden desde Milei a Cristina- las Fuerzas Armadas serán la columna armada de los capitalistas para sostener su explotación. Y que la lucha contra la dictadura, por el juicio y castigo a todos los culpables, es indivisible de la lucha por los más elementales derechos y por un futuro de liberación nacional de los imperialismos y de liberación obrera de la  opresión.

Centenares de miles, demostrando que aunque hoy Milei tenga aún respaldo de un sector importante de la población, sobre la base de la mayor unidad capitalista -lo que incluye la complicidad del peronismo y la burocracia sindical- para que logre cumplir sus planes, la calle sigue siendo de los trabajadores y el pueblo.

No hay forma de que el apoyo a Milei se manifieste en movilizaciones de esta envergadura. Eso indica que, más tarde o más temprano, la clase obrera y el pueblo encontrarán la manera para enfrentar y derrotar el proyecto de Milei, los grandes empresarios y el FMI, apoyado por el peronismo.

Fue una jornada inmensa de movilización, un golpe al gobierno, que debe potenciarse en una gran movilización y paro del 9 y 10, por encima de las traiciones y maniobras de la conducción cegetista, que no hace nada para asegurar la contundencia de una medida que debe ser tomada en manos del activismo obrero y popular.

Un acto unitario, que superó las divisiones

Esto fue resultado de una política ofensiva y correcta que obligó a los organismos de DDHH ligados al peronismo a abrirse a la unidad. Hacía 19 años que no se lograba.

La división era lógica, necesaria, durante gobiernos peronistas. En esos períodos, la política de la Mesa de Organismos[1] consistía en recordar el 24 de marzo, reivindicando a “su” gobierno, como un alliado en la lucha contra los genocidas, colaborando con el ocultamiento de la realidad. Durante los gobiernos de Néstor, Cristina y Alberto, la  Justicia continuó a “lomo de tortuga”, permitiendo que la inmensa mayoría de los genocidas sigan libres, que los archivos de la Dictadura sigan ocultos, que la impunidad continuara, además de darse nuevos crímenes como la desaparición de Julio López, que Cristina ni siquiera nombraba.

Pero ante gobiernos como el de Macri o el actual, la unidad para enfrentar los ataques represivos y los intentos de retroceder en la lucha por el desmantelamiento del aparato represivo se hace imprescindible. Así, se forzó a estos organismos a marcha unificados durante el gobierno de Macri, contra el 2 por 1, o ante la desaparición de Santiago Maldonado.

Este año, igualmente, era preciso llevarlos  nuevamente a un acto unificado, para presentar un frente unido contra el gobierno. Y a la vez, para impedirles que sigan mintiendo con su “relato” favorable al kirchnerismo.

Un sector mayoritario del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia[2], embretó a esos organismos a realizar un acto unido, sobre la base de una serie de consignas. Incluso se llegó a agitar desde el escenario temas que el kirchnerismo ni nombra, como el apoyo a Palestina, o el esclarecimiento de la desaparición de Julio López.

Eso permitió que organismos de DDHH y manifestantes de izquierda y quienes comprenden que la lucha contra el genocidio y la represión debe mantenerse independiente, enfrentando todo gobierno capitalista, volvieran luego de muchos años, a ocupar el centro de la Plaza de Mayo.

Nuestro partido impulsó junto a otros sectores esta política, y estuvo allí, frente al palco, levantando su programa histórico de lucha democrática y revolucionaria.

La mayoría de la izquierda, fuera de la unidad y la pelea

Un sector mayoritario del FITU (PTS, PO, IS), junto al Nuevo MAS y otras organizaciones, se negaron a sumarse a la columna del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia que participó del acto unitario. Realizaron un acto en solitario, en la Plaza, cuando la multitud ya se había retirado. Se abstuvieron de dar la pelea ante los cientos de miles que fueron a esa Plaza. Fue un profundo error político, que se repite, y obedece a profundas causas.

Su argumento es que “no se pueden mezclar las banderas” con el peronismo, y que el acto no sería “independiente”, sino de apoyo al peronismo (o al menos de silencio ante su papel cómplice y defensor del aparato represivo). Los hechos demostraron que esos argumentos eran equivocados.

Se abrió entre ellos y otros integrantes del EMVJ una polémica respecto a “quién había roto la unidad del Encuentro”, y “quién había bajado las banderas”. Esos son debates que deberán realizarse al interior del Encuentro, sobre los métodos de toma de decisiones.

Pero en este caso, nos interesan las razones políticas y programáticas que han llevado a la mayoría de la izquierda a esa posición aparentemente sectaria, pero que esconde un profundo oportunismo.

Un error recurrente

Algunos sectores de izquierda se niegan sistemáticamente a tener una política de unidad de acción con las direcciones políticas patronales, o las direcciones sindicales burocráticas. Esto que ocurrió el 24 de marzo, es una constante, que se expresa en que “no vamos a los actos convocados por la burocracia de la CGT” (como ocurrió en 1 de mayo de 2024). O, si están obligados a ir, entonces lo hacen con “columnas independientes”, atrás del todo y lejos de los acontecimientos centrales.

Es un profundo error, que impide participar en la acción, justamente cuando la experiencia de los trabajadores movilizados se choca con la política de las direcciones, para intentar superarlas, enfrentarlas, o como mínimo extraer conclusiones junto a sectores que no se identifican con la izquierda, y que en nuestro país representan la mayoría abrumadora de la clase trabajadora y sectores populares.

Es interesante el recuerdo de la jornada de la CGT en 7 de marzo del 2017, el famoso “día del Atril”, cuando decenas de miles de trabajadores abuchearon a la conducción de la CGT, que se negaba a poner fecha a un paro general, al grito de “Ponele fecha la p… que te p…”, y obligaron a que pocos días después fuera convocado el paro.

Ese día, con argumentos idénticos a los que se  usaron en este 24 de marzo, el conjunto de la izquierda realizó un acto a 10 cuadras del acto de la CGT, para hablarle a sus propios militantes, mientras la masa obrera participaba del acto de la CGT, expulsaba a los dirigentes a los botellazos y piedrazos, y se apropiaba de ese mismo palco, robándose el atril (de allí el nombre con el que se popularizó el hecho). 

Nuestro partido fue  la única organización política de izquierda que estuvo allí, participó de la batalla contra la burocracia, y subió al palco junto a una gran vanguardia.

No siempre es posible “pasar por encima” de los dirigentes como esa vez. Pero aún así, los trabajadores sacan siempre conclusiones y enseñanzas de la unidad y las diferentes políticas que se proponen.

Sectarismo y oportunismo: dos caras de la misma moneda

Esto se repite una y otra  vez, y los partidos de la izquierda electoral no sacan ninguna conclusión. Es evidente que hay razones de fondo.

Los revolucionarios (y todas estas organizaciones se consideran de ese modo), siguen una conducta ante las organizaciones reformistas. En palabras de Lenin, “golpear juntos, marchar separados”. En la lucha de clases, esta es la forma de actuar. “Marchar separados”, o su equivalente, “no mezclar las banderas” tiene, en la lucha, un significado claro: tenemos que participar haciendo oir nuestra política y programa, contrastado con el del reformismo.

Esto, el 24 de marzo, implicaba un acto unitario, con los sectores independientes y de izquierda levantando sus propias consignas e identidad. Es lo que hicimos. La actitud de la mayoría de la izquierda (PTS, PO, IS, Nuevo MAS) fue equivocada, aparentemente sectaria. Sin embargo, las apariencias engañan.

En el terreno electoral,  “no mezclar las banderas” significa otra cosa. Al no haber lucha, ni acción común, se expresa en candidaturas y propuestas diferentes, jamás unificados con los capitalistas, ni con los reformistas. Lejos de ellos.

Es evidente que se confunden ambos planos, y se utiliza para la lucha, para la movilización, criterios propios de los procesos electorales. Si fuera una vez, entonces podíamos considerarlo un error.  No lo es, y por lo tanto es un comportamiento recurrente, un método. Es utilizar en todo momento un método propio de los procesos electorales.

Lamentablemente, es una desviación electoralista (es decir, oportunista), disfrazada de política sectaria.

Es preciso profundizar esta discusión, para poder disputar al peronismo sus bases obreras y populares.


[1] Agrupa todos los organismos adherentes al kirchnerismo: Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Abuelas, APDH, Liga por los DDHH, etc.

[2] Agrupa organismos independientes del kirchnerismo (como la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos, el SERPAJ liderado por Pérez Esquivel, el Encuentro Militante “Cachito” Fukman, etc.) junto a la mayoría de la izquierda.