Se acercan las elecciones generales y la discusión política está a la orden del día en los lugares de trabajo, sobre todo a partir de los dos debates presidenciales. La situación económica es cada vez más difícil. Aún con bonos, alguna devolución del IVA, o anulación del Impuesto a las Ganancias, la inflación le gana a los salarios y el dólar paralelo ya llega a los $1.000.-
Este Gobierno no ha cumplido las expectativas que generó cuando asumió, para que resuelva el desastre que dejó Mauricio Macri. Y Sergio Massa no es un candidato con el que se identifiquen los trabajadores y sectores populares
Frente a esta situación, el voto a Javier Milei probablemente se fortalezca. Sobre todo en sectores que “no tienen derechos que defender”: trabajadores precarizados, monotributistas, sin estabilidad laboral, sin vacaciones o aguinaldo y ganando muy por debajo de la línea de pobreza. Muchas compañeras y compañeros ven en él “algo nuevo”, con un discurso distinto a la política de siempre, que nos llevó a esta situación.
Están también quienes votarán a Massa, con mayor o menor convicción, para evitar un triunfo de la derecha. Para que no lleguen al Gobierno sectores que no solamente dicen abiertamente que irán contra varios derechos conquistados. Sino que también niegan los crímenes de la última Dictadura, atacan las protestas de los trabajadores y la lucha de las mujeres, o de otros sectores oprimidos.
El pronóstico más visible hasta el momento es que podemos ir a un Ballotage entre estos dos candidatos.
Hay que romper la polarización
Ni Milei representa una receta nueva y mágica ni Massa es la solución para salir de ésta crisis. No son lo mismo, pero ninguno sale de la lógica de ajuste al servicio del FMI, las multinacionales, y los empresarios.
Patricia Bullrich y Juan Schiaretti se enmarcan en el mismo eje. Así tengan un discurso de más mano dura, o representen más al interior del país, coinciden en lo fundamental: que los empresarios sigan ganando y los trabajadores sigan perdiendo.
El FIT-U es la única lista cuyo planteo no es que seamos los trabajadores quienes paguemos los platos rotos de la crisis. Tampoco lleva empresarios en sus listas. Por eso, el 22 de octubre, el único voto que nos sirve a los trabajadores es a Myriam Bregman y a todas las listas que la acompañan.
Es necesario que empecemos a organizarnos para enfrentar lo que viene, gane quien gane: una profundización del ajuste y el saqueo, que solamente pasará con más represión. Y el primer paso para eso es rechazar a los candidatos que implementarán esos planes.
Un voto al FIT-U es un voto contra la Reforma Laboral, un voto contra la devaluación, contra todas las variantes de ajuste. También es un voto en defensa de las mujeres, la comunidad LGBTI, las y los migrantes. Y sobre todo es un voto contra seguir sometiendo a nuestro país a los designios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y las multinacionales que saquean nuestros recursos y destruyen el medio ambiente.
Necesitamos una Revolución Obrera y Socialista
Pero queremos ser claros. Votar al FIT-U no resolverá ninguno de estos problemas de fondo. Porque todo el sistema político está al servicio de un sistema económico. Y ese sistema es el capitalista. No alcanza con cambiar de presidente. Hay que cambiar todo.
Así como San Martín, Belgrano, Mariano Moreno o María Remedios del Valle tuvieron que elegir entre seguir sometidos a la corona española o tomar las armas por la independencia de nuestro país, las trabajadoras y trabajadores de nuestro país nos encontramos en un dilema similar. O seguimos sometidos a los buitres de la Deuda, a los empresarios multimillonarios y sus políticos, o luchamos por garantizar una vida digna para nuestras familias.
Terminar con la estafa de la Deuda, y expropiar las principales empresas, los bancos y los recursos naturales. En resumen, arrancar de las manos de esta “casta” de patrones y políticos el control de la economía y los recursos del país y ponerlos a funcionar, no al servicio de la ganancia, sino del desarrollo humano. Para eso necesitamos una Revolución Socialista, como la Revolución Rusa de 1917 (ver páginas 10 y 11). Y esto mismo debe ser parte de una lucha internacional, como lo fue la lucha contra el dominio español en América Latina.
Para todo esto será necesario construir una dirección que se ponga al hombro esa gran tarea. Al servicio de construir esa herramienta están el PSTU y la LIT-CI y necesitamos que te sumes también a construirla con nosotros.