El Gobierno de Javier Milei busca dar un golpe muy duro a los espacios del deporte a través del DNU en el cual permite transformar en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) a los clubes de fútbol que hasta hoy son asociaciones civiles sin fines de lucro. Está a favor de las Sociedades Anónimas Deportivas.
Por otro lado ya a través de la Ley Ómnibus, deroga y reforma las leyes relacionadas con el financiamiento del cine, teatro y bibliotecas, entre otros.
Las SAD: un negocio a medida de Macri y sus amigos
La Argentina se encuentra en el tercer lugar como semillero de jugadores de futbol después de Brasil y el continente africano. Muchos de estos jugadores son vendidos por millones de dólares a las ligas más importantes de Europa como las inglesa, española o italiana.
En esas ligas los principales clubes son propiedad de grandes magnates. Es el caso del Inter, Manchester City o el Chelsea entre otros, que suelen ser usados como medios para lavado de dinero y negocios, por ejemplo un Mundial de Fútbol.
Uno de los casos más famosos de corrupción fue el “FIFAgate” que culminó con dirigentes de la FIFA y empresarios de televisación presos, involucrados en sobornos para que el Mundial se realizara en Qatar.
Macri es el actual presidente de la fundación FIFA y con una gran amistad con el qatari Sheikh Mansour, dueño del Manchester City y otros clubes como el Girona de España o el City Torque de Uruguay. El jeque y varios más hace años buscan meterse en el fútbol argentino, con un fin claro, tener un club y explotar uno de los semilleros de futbolistas más importante del mundo.
El fútbol en los clubes es quien sostiene a otros cientos de actividades y cumple una función social. Hay una historia de resistencia a los intentos de privatizaciones: la pueblada de San Lorenzo en el 2001, que detuvo su transformación en una sociedad anónima, o en Racing, cuando impidieron la quiebra del club tomándolo y encadenándose en las sedes, por citar algunos ejemplos.
La resistencia de la cultura
Al igual que en el fútbol, nuestro teatro y cine tienen una reputación a nivel mundial. El Gobierno busca atacar de lleno esos espacios, lo que significaría desempleo para miles de actores y producciones independientes y “under”, además de una barrera para el acceso de millones a espectáculos de calidad a precios populares. Pero la cultura rápidamente se colocó como una de las vanguardias a la resistencia a las leyes antiobreras de Milei.
Otro importante espacio afectado son las más de 1500 bibliotecas que reciben apoyo y financiamiento a través de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). La Ley Ómnibus poda ese financiamiento, lo que implicaría pérdida de instalaciones, puestos laborales y un gran perjuicio a los lectores de la comunidad.
Coordinar las luchas para enfrentar lo que viene
Hay cientos de ejemplos de resistencia tanto en el deporte como en la cultura. Es hora de dar un paso más y confluir todos los espacios de lucha y resistencia porque no podemos dejar librado a las Cámaras de Legisladores/as el futuro del pueblo y su acceso al arte y al deporte. Por el contrario, es necesario una mayor cantidad de espacios para que puedan desarrollarse los hijos de la clase obrera y se transforme en un compromiso y no en un negocio para algunos representantes, millonarios y la industria. Nada de esto va a ser posible si no se es parte de la lucha de los trabajadores en su conjunto.
Por el derecho a la cultura y al deporte
Los clubes de barrio y los centros culturales han cumplido en nuestro país un rol social importante, en particular en el combate a las adicciones y otras consecuencias del narcotráfico en los barrios. Y por supuesto que son una parte fundamental de nuestra vida cotidiana.
Al tratarlos como mercancías, se intenta privar al pueblo trabajador del acceso al ocio, al disfrute.
Los socialistas del PSTU queremos que la clase obrera y los sectores populares dispongan de la posibilidad de ir a la cancha a alentar a su equipo, o al cine de manera regular, a escuchar recitales o conciertos o asistir al teatro. También tenemos el derecho a formarnos y ejercer como deportistas, actores, músicos, o en la disciplina que fuese. Por eso rechazamos este plan del Gobierno, pero a la vez vamos por más.
Queremos terminar con todos los negociados ligados a la cultura y al deporte. Recuperar el deporte amateur, el de los barrios, lejos de los grandes negociados. Expropiar las discográficas, los grandes complejos de cines, los clubes privados y ponerlos a disposición de la clase obrera y el pueblo.Terminar con el elitismo en deportes como el Rugby, para que que accedan a ellos las hijas e hijos de los obreros. Impulsar la educación artística y deportiva a través de los centros culturales, los clubes de barrio, pero también de las fábricas, escuelas y universidades. En pocas palabras, poner la cultura y el deporte en nuestras manos, al servicio de construir una nueva sociedad.