EL ATENTADO A CRISTINA Y LOS GRUPOS DE ULTRADERECHA

Las imágenes de Sabag Montiel gatillando una pistola a centímetros de la cara de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner conmocionaron el país y recorrieron el mundo. El fallido atentado puso en el foco de la atención a grupos como los grotescos “copitos”, Revolución Federal o el Centro Kyle Rittenhouse (1) que hacen centro en el kirchnerismo, identificándolos como “zurdos”, “planeros”, etc. Por otro lado los libertarios Javier Milei y José Luis Espert vienen haciendo una campaña permanente contra la izquierda, los piqueteros, las organizaciones obreras y los derechos humanos y los femeninos. ¿Por qué crecen estos sectores ultrarreaccionarios? ¿Qué podemos hacer los luchadores obreros y populares para frenarlos y derrotarlos?

El crecimiento de estos sectores de ultraderecha no es un fenómeno particular de nuestro país. Hay que encuadrarlo en el marco de una situación mundial donde vienen proliferando organizaciones similares con discursos xenófobos, machistas, racistas y de ataque a las conquistas obreras y democráticas en general. En algunos casos son candidatos y partidos de masas que disputan e inclusive gobiernan con programas ultrarreacionarios, pero dentro de los límites del régimen democrático burgués como Trump, Bolsonaro, Orbán en Hungría, Fratelli D’Italia de Georgia Meloni, Vox en el Estado Español,  el Frente Nacional de Le pen en Francia, o Kast en Chile, sólo por nombrar algunos. En otros casos son grupos minoritarios pero con ideologías y métodos más parecidos al de las clásicas bandas fascistas que se arman y atacan a sectores oprimidos (inmigrantes, indígenas, negros, mujeres, lgbt). Varios de estos grupos son los que protagonizaron el asalto al Capitolio en EE.UU. el año pasado (2), y otros como Aurora Dorada de Grecia o sectores del bolsonarismo en Brasil están ligados al aparato represivo estatal. 

Crisis capitalista, polarización social y el rol del reformismo

El marco más general que explica este fenómeno es la crisis económica mundial abierta en 2007/08, luego agudizada por la pandemia, y que con anémicas recuperaciones continúa hasta hoy. La respuesta de los gobiernos y las patronales ha sido el aumento de la superexplotación obrera, de la precarización y flexibilización laboral, y el ataque y recorte de los presupuestos de salud, educación y ayuda social para salvar las ganancias capitalistas. Pero las consecuencias de estos ataques no sólo afectan a la clase obrera y los sectores más pobres y marginales. También producen la ruina y empobrecimiento de sectores medios que ya no pueden sostener su nivel de vida. Esto provoca sobre todo frustración y desesperación en los jóvenes que se ven sin perspectiva de progreso y condenados a un futuro de mayor pobreza y degradación. Paralelamente hay una concentración creciente de la riqueza en manos de una minoría cada vez menor de multinacionales, bancos y grandes empresas.

La crisis y la polarización social dan la base para la radicalización hacia la derecha de sectores medios pero no lo explican todo. También hay radicalización hacia la izquierda pero la debilidad de las organizaciones revolucionarias no ha permitido aún conducir ese proceso a una revolución que acabe definitivamente con el sistema capitalista, causa de todas las crisis. Hay que incorporar además acá el rol de las organizaciones reformistas que a partir del control que ejercen sobre los sindicatos, centrales sindicales, movimientos de mujeres, negros, indígenas, ecologistas, campesinos y sectores populares desvían las luchas de explotados y oprimidos a la vía muerta de las salidas electorales y los pactos con los gobiernos y los capitalistas. Y luego cuando gobiernan, lo hacen de la mano de los capitalistas, traicionando las expectativas populares y desmoralizando a los luchadores. Todo esto crea las condiciones para que ganen apoyo los discursos demagógicos y reaccionarios que culpan a sectores oprimidos supuestamente beneficiados por el Estado por la crisis.

Aplastar el huevo de la serpiente

El atentado a Cristina deja varios interrogantes abiertos. ¿Quién organizó y financió el atentado ejecutado por los “copitos”? ¿Qué relación tienen estos con los servicios, la policía y sectores del PRO? En el caso de Fuerza Republicana quedó en evidencia el financiamiento del grupo por parte de la familia Caputo, con ferviente apoyo al macrismo. ¿Hay un sector de la burguesía argentina que empieza a apostar por un proyecto de ultraderecha de tipo fascista, es decir con capacidad de acciones físicas contra sectores obreros y populares? Por su parte Milei, que fue asesor del genocida Bussi, tiene como diputada de Avanza Libertad a una defensora de genocidas, y su aliado Espert reclamó públicamente “bala” para los obreros del sindicato del neumático SUTNA. Ambos están armando sus listas en distintas provincias con partidos y personajes ligados a la última dictadura.  Es necesario que los/as trabajadores/as empecemos a discutir cómo combatir a estos sectores y sus falsos discursos que confunden incluso sectores de jóvenes trabajadores/as y pobres. Y sobre todo que nos organicemos para luchar por un gobierno obrero y popular que es el único que podrá acabar con la crisis y la miseria capitalista. 

 

NOTAS

1- El nombre del “Centro Cultural” homenajea a un joven que disparó en 2020 contra una movilización de Black Lives Matter, un movimiento internacional y descentralizado originado en la comunidad afroestadounidense.

2- A dónde va EEUU (Parte I), https://litci.org/es/64580-2/, 2/2/21.