El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín, una pared de concreto de 166 kilómetros de largo y cuatro metros de altura que, desde 1961, dividió en dos la ciudad de Berlín, en la Alemania occidental, capitalista y, en la Alemania oriental, comunista. Las imágenes recorrieron todo el mundo y con ellas frases que hablaban de la “derrota del socialismo”, del triunfo y las bondades y libertades que traería la expansión del capitalismo; 25 años después analizar este hecho histórico permite pensar qué significó y cómo afectó a los trabajadores a nivel mundial.
Un poco de historia
Luego de la Revolución Rusa de 1917, se estableció por primera vez en el mundo un estado obrero, los medios de producción no eran propiedad de una minoría sino del Estado, la economía estaba planificada y el comercio exterior estatizado, los trabajadores accedían al pleno empleo, a la educación, al sistema de salud, a la cultura; fue el primer país donde se legalizó el aborto.
Pero esa Revolución corría un peligro, sino se expandía a nivel internacional el capitalismo finalmente sería restaurado en el estado obrero y fue lo que, lamentablemente para todos los trabajadores del mundo, sucedió. Como lo explicaba, ya en 1936, León Trotsky, dirigente de la Revolución Rusa junto a Lenin, en su libro La Revolución Traicionada: “cuanto más tiempo esté la URSS [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas] cercada de capitalismo, tanto más profunda será la degeneración de los tejidos sociales. Un aislamiento indefinido debería traer, no el establecimiento de un comunismo nacional, sino la restauración del capitalismo”.
Luego de la muerte de Lenin, en 1924, en Rusia comenzó un proceso de burocratización, donde la democracia propia del régimen soviético empezó a eliminarse y un sector de la administración pública comenzó a enriquecerse. Este proceso fue llevado adelante por Stalin, quien para justificar la burocratización del Estado y el abandono de la lucha a nivel internacional, desarrolló la teoría del socialismo en un solo país y afirmó que en Rusia ya existía el socialismo.
Pero la historia demostró que no es posible alcanzar el socialismo en un solo país ni coexistir pacíficamente con el imperialismo como decía Stalin. Con el correr de las décadas la burocracia stalinista estableció un régimen totalitario, que perseguía y asesinaba a sus opositores, que frenaba las luchas del proletariado a nivel internacional y que poco a poco iba entregando las conquistas de los trabajadores en materia económica, permitía paulatinamente que el capitalismo penetrara en los estados de la URSS; a tal punto que en 1989, cuando cayó el Muro de Berlín y con él, el régimen soviético en 1991, el capitalismo ya había sido restaurado en los ex estados obreros.
La lucha de las masas
La caída del Muro de Berlín no fue una decisión aislada del gobierno de Alemania Oriental sino que estuvo directamente relacionada con el proceso de movilizaciones que se dieron en aquel país.
A partir de octubre de 1989 se inician grandes marchas en diferentes ciudades de Alemania del Este. Comenzó en Leipzig, pero semana tras semana las movilizaciones se fueron generalizando en las diferentes ciudades y aumentando el número de los manifestantes. El 18 de octubre, el presidente Honecker, que había intentado responder con la represión, fue despojado de todos sus cargos y reemplazado por Egon Krenz, el antiguo jefe de seguridad. Krenz intentó apaciguar a los manifestantes, pero no lo consiguió. El 23 de octubre se movilizaron 200.000 personas y el 6 de noviembre el número subió a casi 500.000.
Ante esta imparable situación, el 7 de noviembre renuncia todo el consejo de ministros, el organismo que regía el destino de la Alemania oriental. Dos días después caía el muro de Berlín.
Manifestaciones y movilizaciones de este estilo se dieron en distintos países del régimen soviético, en Polonia, Hungría, Rumania, Checoslovaquia, las masas se movilizaban por sus condiciones de vida y por libertades democráticas. Así la caída del Muro fue el símbolo de un impresionante proceso revolucionario, democrático, de masas, contra los regímenes totalitarios de partido único de Europa del Este, que se fueron desmoronando como castillos de naipes uno a uno.
La caída de estos regímenes tuvo un carácter altamente progresivo pues llevó a la destrucción del centro mundial del stalinismo, que se había convertido en chaleco de fuerza para la clase obrera y el movimiento de masas de todo el mundo.
Así lo describe Martín Hernández, en “El veredicto de la historia”:
“Si observamos los acontecimientos desde el punto de vista histórico, podemos ver que a lo largo de décadas hubo varios intentos de tirar abajo a la burocracia. Esos intentos fueron derrotados, la burocracia no fue expulsada del poder y ésta llevó la restauración del capitalismo. Este hecho, sin ninguna duda, fue sumamente negativo. Es, en sí mismo, la máxima expresión de la crisis de dirección revolucionaria. Si la historia hubiese parado allí, hoy estaríamos posiblemente ante una de las más grandes derrotas de la historia del proletariado mundial. Pero la historia no se detuvo allí. Después de que la burguesía retomó el poder, las masas fueron a las calles y derribaron a sus agentes y, con ello a los regímenes dictatoriales, estalinistas, de partido único. Y esto es claramente positivo. (…)
La falta de una dirección revolucionaria hizo que el derrumbe de los regímenes estalinistas, dieran lugar a regímenes democráticos burgueses y no a dictaduras revolucionarias del proletariado. Pero esto no nos puede llevar a decir que estamos frente a una derrota. (…) Las masas tiraron dictaduras burguesas [eso eran desde mediados de los 80] y eso fue una victoria colosal, sólo que, por falta de una dirección revolucionaria, la burguesía y sus agentes acabaron imponiendo regímenes democráticos burgueses.”
Las tareas en la actualidad
La caída del Muro, del stalinismo, trajo mejores condiciones para la lucha de la clase obrera y las masas y para la construcción de la dirección revolucionaria internacional que necesitamos los trabajadores.
Desde la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI), y desde el PSTU, que es su sección en Argentina, militamos cotidianamente para construir esa dirección. Porque ante un sistema capitalista en crisis, que nos mata y nos explota cada vez más y destruye el planeta, la única salida que tenemos los trabajadores, si no queremos ver nuestro presente y nuestro futuro devastado, es oponer nuestra lucha, y para que esta sea victoriosa y lleve a cabo nuestros intereses realmente, necesitamos una herramienta política que nos organice a nivel internacional para dar esa pelea.
La burguesía se organiza a nivel internacional para aplicar sus planes de ajuste, saqueo y explotación; en el mundo se dan luchas heroicas de los trabajadores y el pueblo, en Medio Oriente y el Norte de África, en Europa contra el ajuste, en México, en Hong-Kong, pero falta una dirección que dirija y unifique esas luchas, desde el PSTU te invitamos a ser parte de su construcción.