El kirchnerismo suele presentarse como una corriente “nacional”, “patriótica”. Incluso, para diferenciarse de la obsecuencia exagerada hacia el capital extranjero de la actual coalición en el gobierno, llegan a afirmar que nadie enfrentó más a los poderes financieros que ellos. Pero los hechos contradicen estas palabras, demostrando que el gobierno anterior no sólo estuvo bien lejos de pelear por la liberación del país, sino que no tuvo mayores diferencias con las actuales políticas macristas.
“Pagadores seriales”, invasores de Haití y entreguistas
Teniendo que gobernar en un país aún convulsionado por la revolución de diciembre de 2001, el kirchnerismo adoptó un discurso crítico de los poderes establecidos que sedujo a muchos, y que mantuvo a lo largo de su gestión como marca de identidad. Pero rápidamente, sus acciones se llevaron puestos estos discursos.
Por ejemplo, lejos de romper con el FMI dejando de pagar la deuda externa, principal obstáculo para la liberación del país; el kirchnerismo pagó fortunas increíbles a los usureros internacionales, bajo el pretexto del “desendeudamiento”, que no solo no sirvieron para desendeudar el país, sino que además sirvieron para desfinanciarlo. De esa manera, se adelantaron al pago a los buitres realizado por Macri.
También se puede recordar las grandes y graves entregas de recursos naturales que se produjeron bajo la anterior gestión; como la reserva petrolera Vaca Muerta, el cerro Famatina o Veladero. Entregas que significaban beneficios casi nulos para el país y altos costos ambientales, y que provocaron puebladas como en Andalgalá, La Rioja; o la apertura del país al agronegocio sojero.
Por no hablar de la participación en la MINUSTAH, misión militar organizada por la ONU para vencer a la revolución haitiana de 2004 que amenazaba los intereses imperialistas en el Caribe.
El “capitalismo nacional” es imposible
Lejos de ser hechos aislados, estas acciones tienen que ver con la realidad de base del kirchnerismo: no deja de ser un movimiento político que responde a una patronal genéticamente subordinada al imperialismo, cuyo modo de vida se basa exclusivamente en colocar materia prima o con poca elaboración en el mercado externo
Eso demuestra lo utópico del “capitalismo nacional que permita (…) la movilidad social ascendente” que propuso Kirchner en su discurso de asunción, ya que no se puede esperar que los empresarios nacionales y sus políticos conduzcan la economía de una manera que le sirva al país, pues sus fortunas son producto de la subordinación a un orden mundial dominado por el capital financiero.
Por eso el kirchnerismo, expresión política patronal, no rompió con el dominio del capital extranjero sobre nuestro país. Los discursos altisonantes, en los que muchos compañeros creyeron y creen, más que por convencimiento propio, fueron dichos por la necesidad de adaptarse al país en pie de guerra que dejó el 2001.
Nota complementaria: