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El macrismo no pudo doblegar al pueblo trabajador

Desde el 10 de diciembre de 2015, Cambiemos intentó por todos los medios reforzar el poder de la patronal y sus instituciones-  especialmente las represivas- y despedir trabajadores del estado; mientras preparaba un ataque históricamente brutal contra nuestros derechos. Pero millones nos plantamos, en miles de acciones contra sus políticas nefastas; hasta hacerlo finalmente retroceder: si no cayó, fue por la traición del sindicalismo y las organizaciones sociales que responden al kirchnerismo. 

Nepo

Desde su derrota en las elecciones de octubre; el macrismo viene intentado dar la imagen de que sale de la Rosada sin mayores problemas, convertido en una fuerza política legítima que no se puede dejar de lado. Los macristas más recalcitrantes, incluso festejan el hecho de que Macri no haya tenido que renunciar anticipadamente a la presidencia.

Pero la realidad es muy diferente. El gobierno directo de la patronal y el FMI, el gobierno de la “seguridad jurídica”, del “protocolo antipiquetes” y la “doctrina chocobar”; el gobierno que ajustó, devaluó, robó a los jubilados, reprimió y asesinó, no pudo imponer a fondo sus planes económicos (la reforma laboral y previsional, la liberación de las tarifas, etc), ni avanzar con la represión. Y no lo logró porque la lucha se lo impidió.

18-D: el principio del fin de Cambiemos 

El macrismo pudo avanzar con la primera etapa de su plan sin mayores inconvenientes. El “gradualismo” (vaciar el país en cámara lenta) funcionaba bien. Pero la bronca se acumulaba, y el 7 de marzo de 2017, le explotó en la cara al principal apoyo del macrismo: la CGT, que se vio obligada a llamar al primer paro nacional contra Macri. Esa fue la primera gran movilización contra Cambiemos, que a pesar de que cada golpe le era contestado con masividad en las calles; aún se sentía fuerte, en especial luego de ganar las elecciones de octubre de 2017. Ahí decidió abandonar el gradualismo

Para ese momento, tenía a la oposición patronal atomizada y adicta, a la CGT en el bolsillo, y a muchos y muchas predicando la derrota; por lo que creyó que era su momento, y decidió atacar robándole parte de los haberes a jubilados, pensionados y excombatientes. Y se encontró con una heroica resistencia obrera y popular, que a duras penas pudo ser contenida. En ese momento el pueblo trabajador dijo basta; y aunque el macrismo logró perpetrar su pequeño gran robo (con ayuda del peronismo), la lucha del 18-D dejó en claro lo mucho que le faltaba a Macri para poder imponer sus planes; y por consiguiente, los inversores que pensaba atraer se alejaron, la confianza de los mercados se enfrió, y la debacle económica acompañó la debacle política

¿Por qué no cayó Macri?

La debilidad del macrismo se hizo evidente hasta para la oposición kirchnerista y peronista, y las direcciones sindicales y sociales; que decidieron actuar, aterradas, para evitar otro 2001: otra revolución en la que la lucha obrera y popular tire a un gobierno nefasto y ponga en peligro a todo el dominio patronal.

Su consigna fue “hay 2019”, para sacar al pueblo de la calle y llevarlo a votar; política que fue tomando cada vez más forma, especialmente con la creación de la fórmula Fernández-Fernández. No obstante, el principal resultado de esa política fue que Macri no solo no cayó, sino que además pudo seguir hambreando al país, y hasta recomponer su imagen y quedar como segunda fuerza tras dejar el gobierno este 10 de diciembre: de este modo, el macrismo pasa a ser oposición; pero ahora gobiernan los que le dejaron las manos sueltas.

Esto solo nos deja una enseñanza: es indispensable construir una nueva dirección sindical y política, de lucha, independiente de los patrones y de las instituciones. Una fuerza política a la que no le tiemble el pulso a la hora de defender nuestros derechos y que no tema salir a la calle a enfrentar la represión, y que no tenga otro objetivo que el llevar al pueblo trabajador a concentrar todo el poder político y económico en sus organizaciones.