La reciente candidatura anunciada por Cristina, donde ella misma se colocó como vice de Alberto Fernández, generó expectativa en muchos compañeros que sienten que con su vuelta se pueda recuperar todo lo perdido con el ajuste de estos últimos años. Días antes, la propia Cristina ya había aparecido en la escena lanzando su libro en la Sociedad Rural. Allí fue donde dio su propuesta para salir de la crisis que atraviesa el país: impulsar un “Pacto Social”, un “Contrato Social de Ciudadanía Responsable”, haciendo incluso referencia al Pacto Social del año 73.
Se trata de un acuerdo entre empresarios y trabajadores, con el Estado de garante para que las partes cumplan. La historia ha demostrado que nada bueno puede resultar de estas iniciativas. Por el contrario, son una trampa al servicio del ajuste y del pago de la deuda con los usureros que sólo traerán nuevas frustraciones.
Desde el PSTU sostenemos que la única forma de darle una salida favorable a la crisis es romper definitivamente con el FMI, dejar de pagar la deuda para a partir de allí construir un plan obrero y popular de emergencia.
¿Qué es lo que propone Cristina?
“No estamos respetando las reglas”
“El problema es que el ciudadano es algo más que “la gente, es la gente con derechos y obligaciones. Son hombres y mujeres con derechos y obligaciones.” Y “el problema es que no estamos respetando esas obligaciones”, completó Alberto Fernández (el ahora candidato a presidente de la fórmula de Cristina). Pareciera ser que el problema es que tanto trabajadores, desocupados y empresarios somos responsables por igual y no “cumplimos” con las reglas. Pero, ¿Qué es lo que no cumple una trabajadora que tiene que hacer changas después de laburar 12 horas porque no llega a fin de mes? ¿Qué es lo que no cumple la madre que tiene que inventar guisos sin carne y desayunos sin leche para distraer la panza de sus pibes? ¿O al que después de laburar toda su vida lo echan a la calle y tiene que salir a cartonear o juntar botellas porque nadie lo contrata?
Lamentablemente, esa es la verdadera cara del Pacto Social, dejar libres de culpa y cargo a los responsables de la crisis, a los empresarios ladrones que se llenaron de plata vendiendo afuera y cobrando en dólares mientras pagan miserias y en pesos, a los patrones delincuentes que aprovechándose de la crisis contratan por 3 meses y despiden llevando adelante un verdadero fraude laboral, a las empresas que especulan con sus ganancias y dejan a miles en la calle o incluso al propio Cambiemos que aún debe decir a donde están yendo los millones de dólares que contrajo de deuda externa. Para ellos un cálido llamado a la unidad. Para los trabajadores un reto y a seguir poniendo el lomo. Ya no “hasta octubre” sino mas allá.
“Nuestro deseo es pagar y cumplir las obligaciones”, con el FMI
El gobierno de Macri es desde el primer día un gobierno antiobrero de ajuste, saqueo y represión para los trabajadores. Destruyó buena parte de la industria, empujó a miles a la desocupación y a millones bajo la línea de pobreza. Pero todo eso está lejos de terminar. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el endeudamiento a 100 años no dejan lugar a dudas. No hay forma de pagar 50.000 millones de dólares anuales de deuda sin ajustar y precarizar aún más la vida de los trabajadores y el pueblo. Cristina evitó hacer referencia a este tema, pero Kicilloff y su ahora compañero de fórmula Alberto Fernández si lo hicieron. Desde la “renegociación”, que es simplemente pedir mayores plazos para pagar y nuevos préstamos para cubrir intereses (más tiempo implica también más deuda), hasta el contundente “no vamos a dejar de pagar” de Fernández. El compromiso del Pacto Social no es con los miles que perdieron el trabajo, que cayeron en el hambre y la desesperación, sino con el FMI.
¿En qué consistió el Pacto Social de los años 70?
El “Acta de Compromiso Nacional para la Reconstrucción, la Liberación Nacional y la Justicia Social”, fue el pomposo nombre del Pacto Social del 73. Como su nombre indicaba, consistía fundamentalmente en aumentar la productividad de los obreros, beneficiando a los empresarios.
En junio de 1973, impulsado por el General Perón y el empresario José Ber Gelbard, dueño de FATE, ALUAR y Ministro de Economía de Cámpora, se firmó el Pacto entre la CGE conducida por el empresario Julio Broner, la CGT de Ignacio Rucci y el beneplácito de los oligarcas de la Sociedad Rural y los partidos, como el Radical de Ricardo Balbín.
Los trabajadores que habían votado por Cámpora con la ilusión de recuperar un nivel de vida que las dictaduras y gobiernos reaccionarios habían quitado a lo largo de 18 años, luchaban a brazo partido por salarios y mejores condiciones de trabajo. La inflación y la crisis económica obligaban a pelear bajo un gobierno que consideraban “suyo”. El “Pacto” intentó contener esas luchas y que los grandes empresarios recuperaran sus ganancias. Con la promesa a los trabajadores de “compartir” entre el 40 al 50% del Ingreso Nacional, el acuerdo planteaba:
- Congelamiento de precios
- Aumento fijo de salarios del 13%
- Suspensión de paritarias por dos años. En adelante se “premiarían la productividad y la eficiencia”
El Pacto fue decepcionante para los trabajadores. Ante una inflación del 30%, recibían solo un 13%, mientras que el “congelamiento” de precios (que además no se respetaba) se hacía después de un brutal aumento. Los empresarios recibían subsidios de todo tipo y los trabajadores tenían las manos atadas por los burócratas sindicales.
La resistencia obrera y la crisis económica hicieron volar por los aires el pacto social
La resistencia surgida bajo la dictadura de Onganía-Lanusse produjo el “Cordobazo” y el surgimiento de una vanguardia de luchadores y organizaciones clasistas, independientes de la podrida burocracia sindical peronista.
Delegados, Comisiones Internas y activistas (muchos ligados al peronismo combativo y otras a la izquierda) impulsaron una fuerte reacción de los trabajadores que en varias empresas lograban quebrar el pacto.
Las patronales respondieron con el “mercado negro”, haciendo desaparecer productos esenciales como el azúcar, la leche, la carne, etc.
Perón desde el gobierno, veía que empezaba a perder el control de la situación y a pesar de su discurso contra “los acaparadores”, comenzó a enfrentar a los trabajadores con una nueva “Ley de Asociaciones Profesionales” dándoles absoluto control de los sindicatos a los burócratas sindicales. Se aprobó una “Ley de prescindibilidad” para “achicar” el Estado, hizo votar la reforma al Código Penal para perseguir y encarcelar a los activistas que impulsaban las ocupaciones de fábricas, un método de lucha muy común en esa época y dio rienda suelta a las bandas fascistas que perseguían, secuestraban y asesinaban luchadores. Así nace la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), organización parapolicial de derecha dedicada a perseguir y asesinar opositores de izquierda que terminó con la vida de al menos 700 personas.
Los trabajadores derrotan al gobierno
Con la muerte de Perón, unos meses más tarde, esta situación se agravó. La crisis económica pegó un salto. Fueron desplazados ministros; se hizo fuerte el ala ultraderechista de López Rega (Ministro de Acción Social) el gobierno de Isabel Perón optó por un “shock” económico, conocido como el “rodrigazo” (por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo) en junio de 1975, con un tarifazo del 100% a todos los servicios y una serie de medidas antipopulares. Ante el repudio y la bronca por abajo, la CGT decretó la Huelga General que significó la derrota del gobierno, la renuncia de Rodrigo, López Rega y la aprobación de los convenios colectivos con un aumento del 100%. Solo con un golpe militar sanguinario, unos meses después, la patronal y el imperialismo logró imponer su plan de hambre.