Mucha polvareda levantó la última entrevista a Francisco Bergoglio, el papa argentino, en el programa español Salvados, donde él mismo echa por tierra cualquier ilusión de cambio dentro de la Iglesia Católica. Allí refuerza los aspectos más retrógrados de la visión de la Iglesia sobre sexualidad, el papel de las mujeres y, sobre todo, en seguir sosteniendo y justificando por la vía de los hechos graves delitos que la Institución ha cometido a lo largo de su propia historia. Todes recordamos el enorme impacto que provocó la película “Spotlight” sobre abusos comprobados sólo en EE UU, y encubiertos por la máxima autoridad eclesiástica durante décadas.
Hace poco más de dos meses, en la primera Cumbre contra la pederastia que se hizo en el Vaticano, la Iglesia Católica demostró que solo intenta lavarse la cara ante las victimas de dichos abusos. Entre los 21 puntos resueltos en esta Cumbre no se toma ninguna medida concreta ni legal sobre quienes han cometido o cometen abusos, ni mucho menos darle intervención a la Justicia laica sobre las denuncias. Al mismo tiempo que siguen encubriendo a los curas pedófilos y abusadores, Bergoglio habla de conductas “raras”, refiriéndose a la homosexualidad, como si fuera una enfermedad que debe tratarse con un psicólogo. Lo que debería parecerle raro no es una relación consentida entre personas del mismo sexo, sino los miles de abusos de menores que día a día son denunciados y que la Iglesia elige seguir tapando.
Madres y esposas, nunca luchadoras
En la misma entrevista, afirma que “invitar a una mujer a hablar (dentro de la Institución) no es una modalidad de feminismo eclesiástico, ya que todo feminismo puede terminar siendo un machismo con faldas”. En todo caso, “lo que habría que adoptar es el modelo de una mujer esposa y madre”. Equipara la opresión y el machismo con una ideología como el feminismo, que pelea contra estos modelos. Claro que el feminismo no da una salida completa al problema de la opresión pues sigue sosteniendo al sistema capitalista que utiliza nuestra opresión para explotarnos mejor, y no llama a luchar contra él en la mayoría de los casos, pero también sabemos que ha sido la punta de lanza de muchas de las peleas que han iniciado las mujeres y los sectores oprimides en todo el mundo. La comparación no es una equivocación ni una confusión de parte de Bergoglio, sino un intento de que las mujeres permanezcamos sumisas y sin luchar, aceptando el rol impuesto de “esposa y madre”, que históricamente se nos ha asignado. Para las mujeres trabajadoras, cumplir ese rol significa hundirse cada día más en la esclavitud de un trabajo no pago y no reconocido jamás, y la resignación de tener que dejar todo para garantizar el cuidado de sus familias.
Mujeres y trabajadoras, las únicas vidas eliminadas con el aborto ilegal
Por otro lado, concede a las mujeres la “posibilidad de hacer una libre elección sobre su cuerpo al dedicarse a la prostitución”, avalando una de las peores aberraciones como lo es la cosificación del cuerpo de una mujer para el sometimiento sexual, al mismo tiempo que condena y elimina esa misma libertad de elección sobre el propio cuerpo de cada mujer en el caso de un embarazo no deseado, aun siendo producto de una violación. ¿Es lícito contratar un sicario para que elimine una vida y así resolver el problema? Se pregunta y nos pregunta. Cientos de miles de mujeres en el mundo, muchas de ellas católicas o practicantes de alguna fe, mueren a causa de abortos realizados en la clandestinidad, sin respuesta de los sistemas sanitarios públicos, y sobre todo quienes cargan con el mayor peso de la crisis capitalista mundial, la pobreza y el desempleo: las mujeres pobres y trabajadoras. Quienes seguramente muchas veces también “eligen” la prostitución como la única salida posible ante la desesperación del hambre y la miseria. Aquellas que vemos en los barrios haciendo malabares con una changa o un plan social para darle de comer a sus hijos y sus familias. ¿De qué tipo de elecciones hablamos cuando el hambre apremia y ya no se pueden mantener más bocas? Está claro que Bergoglio sigue avalando que seamos las mujeres del pueblo trabajador quienes paguemos, incluso con nuestras propias vidas, o cargando la vergüenza y la humillación del pecado que la propia Iglesia nos impone, el costo de la degradación y de la violencia del sistema capitalista.
Por esto, somos las trabajadoras y mujeres pobres quienes debemos ponernos al frente de la pelea, junto a nuestros compañeros varones, por un mundo donde seamos les trabajadores quienes gobernemos. Tenemos que terminar de una vez por todas con estas Instituciones e ideas retrógradas que hacen de nosotras solo un envase reproductor, que soporta todas las violencias de este mundo capitalista injusto y desigual. Solo así podremos tomar, al fin, el lugar de igualdad que durante tanto tiempo nos ha sido negado.
Veni con el PSTU a luchar por:
-El derecho a elegir si queremos ser madres y cuando serlo. Protección estatal a madres y a la niñez. Por más jardines maternales, guarderías y jardines de infantes.
-Aplicación de la ESI y ampliación de la misma
-Legalización del aborto ya en hospitales públicos y gratuitos. Mayor presupuesto para salud pública en base al no pago de la Deuda Externa
-Cumplimiento de la ILE. ¡Niñas, no madres!
-Separación de las Iglesias y el Estado: Basta de subvención a las escuelas y universidades religiosas.
-Que los sindicatos, centros de estudiantes, CGT y las CTA, Federaciones estudiantiles y organizaciones de DDHH incluyan entre sus reivindicaciones nuestros reclamos y peleen por ellos.