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Entrevista con Yuri Petrovich Samoilov

¿Puedes explicarnos cómo es Krivoy Rog?   

Todavía hay varias grandes minas en Krivoy Rog, en socavones de hasta 1500 metros de profundidad trabajan más de 10 mil mineros. Otros más de 10.000 trabajan en plantas de extracción y procesamiento en minas a cielo abierto. También hay varias otras acerías y fábricas en Krivoy Rog. La mayor de ellas es ArcelorMittal, que emplea, teniendo en cuenta la subcontratación de trabajadores, a más de 50 mil trabajadores. Más de 15 mil trabajadores pertenecen a la propia empresa, el resto son empresas tercerizadas. En total, 150 mil personas trabajan en la industria minerometalúrgica de la región.

¿Y el sindicato del cual eres fundador?

Nuestro Sindicato Independiente de Mineros de Ucrania, NPGU se estableció en Krivoy Rog a principios de 1993. Los hechos ocurridos antes en Polonia influyeron en la lucha contra el dominio de los sindicatos estatales, llamados «sindicatos soviéticos», que estaban al servicio de la patronal. En los años de “perestroika” 1986-1991 empezamos con huelgas. Nos habíamos propuesto una tarea bastante pequeña: los miembros de nuestro sindicato debían tener un salario de por lo menos mil dólares y en aquel momento lo logramos. Enfrentamos también las privatizaciones masivas que rapiñaron los oligarcas rusos y ucranianos.

Nuestra organización en la ciudad cuenta ahora con cerca de 3.000 trabajadores. Un tercio son mujeres mineras y mujeres metalúrgicas. El número es pequeño, pero somos influyentes en la ciudad. Tenemos una influencia significativa en Arcelor Mittal y más aún en el Combinado de Mineral de Hierro, KZRK. En varias otras empresas con varios miles de personas, nuestros comités sindicales fueron destruidos cuando estas empresas pasaron a ser propiedad de los oligarcas rusos.

¿Y cómo fueron esas batallas de resistencia?

Me gustaría contarles un poco sobre la huelga que se llevó a cabo en 2020. Tuvimos una huelga que se llevó a cabo bajo tierra. Se concentraron en el socavón 500 mineros. Las y los mineros de base tuvieron un papel activo. La huelga duró 48 días. También hicimos piquetes en varios edificios administrativos, incluida la oficina del presidente ucraniano Zelensky. Como resultado, nuestro salario aumentó en un 30%, que fue de 1200 dólares al tipo de cambio en Hryvnias. Pero se iniciaron procesos penales contra nosotros los representantes. Por eso, siempre somos críticos con cualquier gobierno en nuestro país y en otros países. Estos casos penales duraron más de dos años. Pero todos los ganamos, la huelga fue reconocida como legal.

¿Y después de la invasión y la guerra cómo cambiaron las condiciones?

Con el estallido de la guerra, 500 de nuestros miembros fueron llamados al frente. Además de los voluntarios, todos los líderes del sindicato fueron reclutados –con incidencia de las empresas– a propósito para debilitarlo. Mi edad no me permite ser llamado, tengo más de 60 años, y todos los que son más jóvenes fueron llamados. De acuerdo con la ley de Ucrania, todos los que son llamados a la guerra con Rusia siguen siendo empleados de las empresas en las que trabajaban antes de ser reclutados en el ejército. Por lo tanto, consideramos que todos ellos siguen siendo miembros de nuestro sindicato. Y obtuvimos de la administración de la empresa KZRK, donde tenemos la mayor cantidad de afiliados, que a todos los que luchan en el frente se les paga, como en la producción donde trabajaban antes de ser reclutados.

¿Y su sindicato cómo actúa en esas condiciones?

Y el trabajo sindical que antes hacíamos en la producción, ahora lo hacemos en el ejército. Además, hay una enorme diferencia: los compañeros cada vez con más frecuencia mueren allí, hay muchos heridos, mutilados, contusos. Me es muy difícil hablar de eso… Ahora no estoy hablando de trabajo en la producción, sino de asuntos militares, pero esa es la especificidad. Nuestro sindicato independiente está ahora implicado en un 80 % en cuestiones militares. Nuestros miembros también están combatiendo y los ayudamos lo mejor que podemos. Se nos pide que hagamos cosas que nos resultan muy difíciles de hacer. Por ejemplo, hace unos meses una sindicalista me pidió que ayudara al sindicato a recuperar el cuerpo de su marido, que yacía muerto en tierra de nadie. Cosas muy aterradoras…

Antes de que Putin comenzara la invasión contra nosotros, no teníamos experiencia en la organización del trabajo en condiciones militares… Entonces, en el convenio colectivo estipulamos que todos los que fueron a la guerra siguen siendo miembros del colectivo de empresa y del sindicato. Y nuestros miembros son en su mayoría soldados rasos. Y aunque fuera muy difícil y contradictoria era necesario construir una relación con el mando del ejército, ya que el ejército no suele aceptar un sindicato. Pero fuimos obrando tácticamente con el fin de proporcionar a nuestros miembros uniformes, zapatos, ropa de abrigo, equipos de comunicación e iluminación. Así, demostramos al comando específico de las unidades militares que los soldados en el ejército realmente necesitan al sindicato. Por lo tanto, tenemos acceso a las unidades militares para resolver múltiples conflictos. Muchos de los cuales resultan de la escasez de armamentos adecuados, que los supuestos gobiernos “aliados” de Ucrania demoran y escatiman en proveer.

¿En ese sentido la Ayuda Obrera Internacional ayudó?

Quiero subrayar que los tres Convoyes de International Workers’ Aid ayudaron mucho a nuestros combatientes. Por ejemplo, los generadores de energía se entregaron directamente a la unidad militar, ayudaron mucho durante la liberación de Kherson, los soldados estaban muy contentos con los “Kits” de ayuda…

Porque ahora la guerra cambió: el comandante del pelotón, con la ayuda de un dron, examina el panorama completo del campo de batalla en el sector. ¡Lo que todos solían ver en los videojuegos ahora está sucediendo de verdad, estallando de verdad y destrozando a la gente de verdad! Es por eso que los combatientes piden cosas que parecen inusuales para el ejército, como tablets, celulares, bancos de energía, visión infrarroja… Por ejemplo, durante la liberación de Jersón, como vi, se llevaron proyectiles incluso en coches “Zhiguli”, los Lada soviéticos. Casi no quedan pick up en Polonia, porque en esas camionetas es más fácil llevar proyectiles.

Cuando llegó el convoy de International Workers’ Aid, nos dirigimos con ellos a las unidades militares. Los combatientes obreros llaman “trabajo” a su función militar. Y visitamos a nuestros miembros en su lugar de trabajo, en las trincheras. Pero vuelvo a recalcar por qué actuamos con los combatientes: son trabajadores, son activistas sindicales que tienen armas, y los patrones lo saben. Por eso estamos tratando con los empresarios en nombre de los trabajadores que ahora están luchando armados.

¿Ahora ustedes están haciendo un llamado concreto a la solidaridad? Sí. Debido al acto terrorista de las tropas rusas que produjo la destrucción de la represa de Nova Kajovka en Jersón, nuestra región con casi un millón de habitantes no tiene provisión de agua potable. Por eso en nuestro sindicato decidimos perforar pozos nosotros para extraer agua limpia. Y no que nos la quieran vender los oligarcas. Llevamos toda la vida perforando y cavando para sacar mineral de hierro. Es nuestro oficio. Por eso, hacemos un llamado (ver video[1]) pidiendo apoyo material para comprar una máquina perforadora y proveer agua a toda nuestra población trabajadora.


[1] https://litci.org/es/ucrania/