En todo el mundo las mujeres se han levantado contra la desigualdad y el machismo y en defensa del aborto legal.(…) El próximo 28 de setiembre, día internacional de lucha por el aborto, las mujeres estarán en las calles nuevamente, en diversos países, para exigir la descriminalización y legalización del aborto y para decir: ni presa ni muerta. ¡Es por la vida de las mujeres trabajadoras! ¡Legalizar el aborto ya!
Declaración de la LIT-CI
El 28 de setiembre se celebra el Día Latinoamericano y Caribeño de Lucha por la Descriminalización y Legalización del Aborto. La fecha, escogida para debatir el tema en la región que concentra el mayor número de abortos clandestinos, proporcionalmente, sirve también para recordar la tragedia que representa para millares de mujeres trabajadoras en todo el mundo, en especial para las mujeres pobres y negras, una legislación restrictiva, que criminaliza la práctica.
Actualmente, 60% de la población mundial vive en países donde la legislación prevé el aborto en todas o en algunas circunstancias. Ese porcentaje, no obstante, esconde un panorama sombrío: entre los 56 millones de abortos registrados en el mundo entre 2010 y 2017, 45% de los procedimientos ocurrieron en malas condiciones y 97% de estos fueron hechos en países en desarrollo de América Latina, de África y de Asia.
Solo en América Latina y el Caribe ocurren 6,5 millones de abortos todos los años; es la mayor tasa del mundo, siendo que el Brasil es responsable por cerca de un millón de interrupciones voluntarias anuales. La región registra todavía la mayor proporción de abortos inseguros: son 76% del total. No por casualidad, las complicaciones derivadas del aborto clandestino son una de las principales causas de mortalidad materna. (…)
El 90% de las mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe viven con leyes restrictivas al aborto, pero esas restricciones lejos de reducir las tasas de aborto solo incentivan prácticas inseguras. No sorprende, por lo tanto, que cada 100.000 nacidos vivos, se registren 67 muertes maternas; tampoco el hecho de que cada año cerca de 760.000 mujeres reciban tratamiento por complicaciones relacionadas con abortos mal hechos, como hemorragias e infecciones. Sin contar que un número considerable de mujeres con complicaciones no recibe el tratamiento debido por causa del estigma, o por el temor, o por la falta de acceso a servicios e instituciones de salud adecuadamente equipadas.
La criminalización del aborto también destruye la vida y la salud de las mujeres de otras maneras. En El Salvador, que posee una de las leyes más draconianas del mundo en relación con el tema, la política de aborto se transformó en una verdadera “caza de brujas” contra las mujeres pobres. Algunas son denunciadas y presas incluso frente a abortos espontáneos. En el país, hay casos de mujeres que fueron condenadas con hasta 40 años de prisión por la práctica de aborto.
E incluso en los países donde el aborto es legalizado en determinadas circunstancias, la dificultad para la realización del procedimiento es enorme. En el Paraguay, donde el aborto es legal solamente para salvar la vida de la mujer, el caso de la niña “Mainumby”, de 10 años, es un claro ejemplo de lo que estamos diciendo: casos de mujeres y jóvenes que quedan embarazadas como producto de violaciones acaban siendo ignorados, lo que obliga a la víctima a continuar con el embarazo hasta el final, a pesar de las recomendaciones contrarias por parte de médicos y organizaciones internacionales de derechos humanos.
Es por la vida de las mujeres
Descriminalizar y legalizar el aborto es garantizar el derecho de las mujeres trabajadoras a la vida, por eso esa reivindicación debe ser tomada por el conjunto de los trabajadores. No podemos admitir ni una muerte más porque sectores conservadores y reaccionarios en el poder se niegan a conceder ese derecho a las mujeres, mucho menos que la Iglesia y las religiones sigan determinando las leyes del Estado. Pero solo la garantía legal al aborto no resuelve el problema si no se proveen las condiciones para que las mujeres tengan acceso a él a través de la red pública de salud, y si no es acompañado también de medidas para evitar un embarazo indeseado, como educación sexual en las escuelas y unidades de salud, anticonceptivos gratuitos, programas de planificación familiar, etc., ya que 56% de las gestaciones en América Latina y el Caribe son no deseadas.
Por otro lado, mientras no sea garantizado a las mujeres el derecho de ejercer la maternidad de forma digna, ellas seguirán recurriendo al aborto incluso contra sus convicciones ideológicas y religiosas, y continuarán condenadas a la muerte porque el Estado burgués capitalista seguirá siendo incapaz de garantizar una salud pública, gratuita y de calidad para toda la población, incluyendo las mujeres trabajadoras que quisieran recurrir al aborto seguro, pues las medidas de ajuste y los ataques a los derechos sociales promovidos por los gobiernos al servicio de la burguesía han llevado al corte de servicios, incluso de la salud pública.
La lucha por la descriminalización y legalización del aborto es tarea de todos los trabajadores, hombres y mujeres, y debe ser parte de la lucha general de la clase contra los gobiernos y sus reformas. Este 28 de setiembre, vamos a recordar las mutilaciones y muertes de mujeres que ocurren todos los años como consecuencia de abortos clandestinos, para luchar para que el derecho al aborto sea garantizado por ley y ninguna mujer más sea castigada por decidir abortar. Pero también para demostrar la hipocresía del Estado burgués capitalista que al mismo tiempo que niega a las mujeres el derecho al aborto, es incapaz de proporcionar a las trabajadoras el ejercicio de la maternidad de forma digna.
Arrancar con la lucha la legalización del aborto
Es preciso seguir el ejemplo de las irlandesas, de las argentinas, y de todos los países donde el aborto fue conquistado a través de la organización y la movilización de las mujeres con el apoyo de la clase trabajadora. En varios países, como en el Brasil y en Guatemala, el lobby de la Iglesia y de los sectores conservadores viene intentando sistemáticamente restringir aún más la legislación del aborto. Gracias a la lucha de los movimientos de mujeres no consiguieron avanzar en sus pautas, pero es preciso intensificar la lucha, es preciso implementar una amplia campaña por la legalización del aborto en América Latina y el Caribe, y en todos los lugares donde el aborto aún no fue legalizado, que tenga como centro a la clase trabajadora, y la concientización de esta sobre la crueldad de legislaciones que han contribuido con las muertes de mujeres, principalmente de las mujeres más pobres.
Por otro lado, no debemos tener ninguna confianza en la buena voluntad del parlamento, de los gobiernos o de la justicia burguesa en concedernos ese derecho, que como todas las reivindicaciones de la clase solo puede arrancado con la lucha. El día 28 todas y todos a las calles para decir: ¡Educación sexual y anticonceptivos para decidir, aborto legal y seguro para no morir!