Desde que comenzó la pandemia, la vida y la salud aparecen como opuestos a “la economía”, como dos extremos sobre los cuales los gobiernos de los países tuvieran que optar. Así, escuchamos muchos discursos de Alberto Fernández donde nos explicaba, con gráficos y estadísticas, por qué él sería de los presidentes que priorizan la vida. ¿Pero esto realmente fue así?, ¿algún gobierno en el mundo ha priorizado la vida en esta pandemia?
¿Priorizar la vida y la salud? Hay dos medidas hoy que resultan indispensables para priorizarlas: cuarentenas y vacunas. Sin embargo, vemos que mundialmente la regla es la insuficiencia de ambas.
En Argentina empezamos la pandemia con Alberto Fernández haciendo discursos radicales a favor de una cuarentena estricta. De hecho estuvimos al principio con una cuarentena más rigurosa que en otros países. Pero rápidamente se fue imponiendo la “fase empresarial”, abriendo cada vez más sectores, incluso no esenciales (ej. minería y golosinas). También empezó a pesar la crisis económica y la desesperación de sectores populares. Sin duda no se puede garantizar una medida así sin ingresos y sueldos que cubran como mínimo la canasta familiar, conectividad, etc. Al principio parecía que con el IFE y la Ley Antidespidos, estaríamos a cubierto para pasar el mal trago. Pero además de insuficiente, el IFE de $10.000.- se cobró solo tres veces cada dos meses y los despidos fueron moneda corriente, imponiéndose la voluntad de Paolo Roca y de toda la patronal.
Algo similar ocurre con las vacunas. Universidades y grupos de investigación las desarrollaron en tiempo récord. Al fin parecía que la solución a la pandemia aparecía en el horizonte, pero otra vez nos encontramos con la dura realidad del capitalismo. Las vacunas son una mercancía más y se manejan con la lógica de la propiedad privada (en este caso traducida en las patentes), por lo que se venden, compran y negocian al mejor postor. El resultado es que el 75% de las vacunas producidas están en manos de sólo 10 países. Lo peor, es que se producen por mes 23 millones aquí en Garín. Pero el Gobierno no controla su producción para que podamos acceder a ellas.
¿Por qué el Gobierno de Alberto y Cristina no priorizan realmente la vida y la salud garantizando cuarentenas efectivas y vacunas? ¿Qué intereses defiende el Gobierno del “Frente de Todos”?
La conclusión más general es que el Gobierno no fue a fondo con esas medidas porque no quiso atacar las ganancias y la propiedad privada capitalista, que dependen de que los trabajadores no paremos de laburar.
Cuando el Gobierno del FdT no va a fondo con la cuarentena, está defendiendo a sectores empresariales nacionales e internacionales que no están dispuestos a perder con la pandemia. También los defiende cuando hace la vista gorda a los despidos que él mismo prohibió o cuando prefiere seguir pagando la Deuda Externa al imperialismo y no destinar esa plata para financiar medidas integrales contra la pandemia. Pensando las cosas de esta forma, se ve que no existe la disyuntiva entre “salud o economía”, sino entre salvar la vida del conjunto de los trabajadores o las ganancias de los patrones.
Con las vacunas es lo mismo. El Gobierno no tiene la voluntad de quebrar las patentes y expropiar las fábricas que producen las vacunas, porque no quiere ir en contra de las farmacéuticas que obtienen ganancias millonarias con esta pandemia.
El Gobierno de Alberto y Cristina subió al poder financiado y apoyado por los grandes empresarios. Incluso muchos integrantes del FdT lo son o reciben privilegios y beneficios por defender sus intereses. Esa es la razón de fondo por la cual priorizan las ganancias patronales y la propiedad privada de los ricos y no dudan en reprimir violentamente a los sectores populares que los votaron si las ven amenazadas (tal como sucedió el año pasado con los sin techo que ocupaban terrenos en Guernica)
No es posible “humanizar” el capitalismo
El Gobierno del FdT es una nueva versión de los llamados gobiernos “progresistas” o “populares”. La ideología en la que se apoyan es que habría dos tipos de capitalismo: uno “salvaje” neoliberal, insensible a las demandas populares y otro más “humano”, donde el Estado interviene para moderar el poder de los capitalistas y mejorar las condiciones de vida de los sectores populares. Es una nueva versión de una vieja ideología, que en nuestro país encarnó históricamente el peronismo: la de la “conciliación del capital y el trabajo”, que sería posible con los gobiernos “nacionales y populares”.
La profunda crisis económica mundial agudizada por la pandemia desnudó como nunca la falsedad e imposibilidad de esa ideología en la práctica. Todos los gobiernos capitalistas, sean de “derecha” o de “izquierda”, son igualmente responsables de este verdadero genocidio de la población pobre del mundo.
En nuestro país, los más de 65.000 muertos por el COVID-19 (a la fecha de salida de esta edición), junto al 40% de pobreza son una demostración categórica del carácter criminal, irracional e inhumano del capitalismo.
Necesitamos un gobierno que sí esté dispuesto a afectar la ganancia privada, con cuarentenas estrictas y todas las condiciones garantizadas hasta que estemos todos vacunados. No puede ser que las únicas opciones que tengamos sean el hambre o la enfermedad. Necesitamos más presupuesto para salud y dos dosis de vacunas para toda la población, especialmente para los trabajadores esenciales y los sectores de riesgo. Pero nada de esto es posible con un gobierno capitalista. Sólo puede hacerlo un gobierno que pueda planificar la economía en función de las necesidades de la mayoría pobre y explotada y no de las ganancias de una minoría, un gobierno de los trabajadores.
1-Todos los gobiernos capitalistas, sean de “derecha” o de “izquierda”, son igualmente responsables de este verdadero genocidio de la población pobre del mundo.
2- Necesitamos un gobierno que sí esté dispuesto a afectar la ganancia privada, con cuarentenas estrictas y todas las condiciones garantizadas hasta que estemos todos vacunados. No puede ser que las únicas opciones que tengamos sean el hambre o la enfermedad.