En la mañana del 17 de marzo falleció Jorge Mera. Nacido en 1942 en esta misma fecha, la muerte lo sorprendió en la mañana que recibía saludos de familiares y viejos compañeros y amigos por sus 79 años que no alcanzó a celebrar.
Sus inquietudes políticas y sociales habían comenzado allá por finales de los 50 cuando el mundo estudiantil y educativo se dividió entre “laicos” y “libres”. Jorge, adherente a una rama de la Juventud Católica militó para los “libres”, lo que solía recordar con una mueca graciosa. Comenzados los años sesenta, como tantos otros jóvenes de impronta religiosa, se radicalizó. Su “giro a la izquierda” en lo que se conocía como humanismo universitario, lo llevó a sumar su militancia al recién fundado Partido Revolucionario de los Trabajadores. En 1968, al dividirse este partido él, alejado y combatiendo las concepciones ultraizquierdistas y guerrilleras del ala liderada por Santucho, permaneció en el partido liderado por Nahuel Moreno, la fracción que se identificó con el nombre de su periódico: el PRT “La Verdad”.
Para entonces Jorge había ingresado a trabajar en el Banco de la Nación y, con un “equipo” del partido habían comenzado a dar forma a la agrupación “Avanzada Bancaria” que editaba boletines esporádicos y hasta abrió un local semilegal –años de Onganía y el Cordobazo—en pleno microcentro, sobre la calle Reconquista. El historiador Martín Mangiantini, en su investigación titulada “una experiencia clasista en el Banco Nación. Derrotero y alcance de la agrupación Avanzada Bancaria (1968-1974)”, publicada en 2018, señala: “La casa central del Banco de la Nación Argentina contaba con aproximadamente cuatro mil trabajadores y sus filiales en la ciudad con alrededor de 2.500 empleados más. Ello suponía que, solamente en Buenos Aires, desempeñaban su tarea alrededor de un 20% del total de los empleados del Banco Nación de todo el país que contaba con aproximadamente 17 mil empleados a nivel nacional lo que lo convertía en un ámbito de peso a nivel sindical. Un ejemplo de su peso sindical era que todos los secretarios generales de la Asociación Bancaria procedían de esta institución”.
Los inicios de la construcción de un grupo antiburocrático reunieron las fuerzas de “Avanzada” con las de otras corrientes como el Partido Comunista y el maoísta Vanguardia Comunista. Una serie de reclamos parciales y de organizaciones “por abajo” fructificó en la formación de un cuerpo de delegados por sector que –con el impulso del cambio de la situación política en mayo de 1969—“cuando la gerencia del banco pretendió aplicar un aumento jerarquizado que suponía una diferencia notoria del ingreso del empleado con respecto a los funcionarios. Ello produjo una reacción espontánea del conjunto del personal sin la conducción clara de las corrientes existentes”, como narró el propio Mera. “En este marco, la dirección del PRT – LV se planteó como actividad central la conformación de un Cuerpo de Delegados por oficina y, en simultáneo, la construcción de una agrupación bancaria orientada por la organización”. La creciente conflictividad del gremio y su apego al método asambleario y de consulta a las bases y respetando el funcionamiento del cuerpo de delgados permitieron al grupo liderado por Jorge a tomar el control de la Comisión Gremial Interna en las elecciones realizadas el 5 de febrero de 1970. La imagen de Jorge Mera erguido sobre las lujosas mesadas de mármol y cuero en el hemiciclo de la planta baja de la sede central del Banco con cientos de trabajadores rodeándolo y otros cientos asomados a balcones y escaleras, se hicieron famosas: la asamblea general era la máxima instancia de deliberación y decisión.
Su papel en el plenario convocado por Sitrac-Sitram
Las Comisiones Internas de Fiat Concord y Fiat Materfer de Córdoba, controladas políticamente por diversos grupos ultraizquierdistas –en particular maoístas y guerrilleristas de VC, PCR y PRT-Combatiente— convocaron a un plenario nacional con la intención de reunir al llamado “clasismo” y otras corrientes antiburocráticas en un movimiento sindical de tipo nacional al que se solía llamar “Movimiento Sindical Clasista” (MoSiCla). La reunión se realizó en Córdoba en agosto de 1971 y, con mandato de base, Jorge Mera concurrió al encuentro como representante de la CI del BNA. Sin embargo los organizadores –con el objeto de que las posiciones del PRT-LV no se plantearan– limitaron el uso de la palabra a aquellos que tuvieran representación de un sindicato. De cualquier modo, Jorge –con el respaldo del partido– dio la batalla en esas condiciones en que “la ultra” prefería pactar con los “reformistas”, como Agustín Tosco de Luz y Fuerza de Córdoba y el Partido Comunista –a través del llamado Movimiento Nacional Intersindical– o los peronistas combativos como Di Pasquale del Sindicato de Farmacia y los seguidores de Raimundo Ongaro de la Federación Gráfica Bonaerense del Peronismo de Base. La maniobra impidió que se escuchara la voz de “los troscos”, que representaban a muchos más trabajadores que muchos de los otros oradores, pero que planteaban que el problema de la independencia obrera de toda variante patronal era un tema clave del verdadero clasismo independiente. Los reclamos por un debate democrático fueron acallados por quienes gritaban “ni golpe, ni elección, revolución” aunque, como los teros, poco después terminarían apoyando distintas variantes burguesas, como el peronismo o el alendismo del PI. (Partido Intransigente)
En ese mismo tenor Jorge Mera será nominado por el Frente de los Trabajadores como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires acompañado en la fórmula por Adela Mayer, trabajadora del gremio de la carne. En coches pobres y destartalados Jorge recorrió la provincia y, participó de decenas de actos. Era un buen orador, pausado y de voz potente que en nada desentonaba con las figuras de José Páez –candidato a gobernador en Córdoba y gran dirigente mecánico–, Nora Ciapponi, ex trabajadora textil y abanderada de la defensa de los derechos de la mujer trabajadora, que distinguía al PST, y el notable orador y candidato presidencial Juan Carlos Coral. El Partido Socialista de los Trabajadores se honró con la presencia y figura seria y combativa de Jorge Mera, el líder de la oposición antiburocrática en el gremio bancario convertido, también, en dirigente partidario.
En ese carácter fue uno de los responsables del local del PST de “Callao” –ubicado en la avenida Callao a media cuadra de la avenida Córdoba—en el que funcionaban varios equipos de trabajadores del partido y, también, algunos estudiantiles de la zona del Hospital de Clínicas y de la Facultad de Derecho. Allí también se dieron los primeros pasos para estructurar un frente único antiburocrático en el gremio bancario. Las especulaciones de la JTP –influenciada por Montoneros— que evitaban criticar abiertamente al general Perón y su “Pacto Social”, impidieron la formación de una lista única y, finalmente, el PST encabezó y fue la columna vertebral de la Lista 3 Verde con una muy fuerte implantación nacional. Jorge fue su apoderado y la lista fue encabezada por José Maañón del Banco de Italia y el Río de la Plata como candidato a Secretario General y a Ricardo Cardillo, del Banco Tornquist, como candidato a Secretario Adjunto. La Lista 3 Verde –a pesar del fraude y de la imposibilidad de fiscalizar casi un centenar de urnas—alcanzó casi un 30 por ciento de los votos emitidos lo que concretó una implantación que ninguna otra corriente de izquierda tenía en el gremio. Desde ya, la responsabilidad de la Juventud Trabajadora Peronista de dividir el voto –e incluso llamar a asambleas para suspender la elección– fue decisiva para ese resultado. Para entonces, Mera había sido despedido del Nación.
Como todo el PST, pero aún más por ser figura pública, Jorge debió tomar recaudos con la represión. Tras un nuevo conflicto en el BNA –que terminó con el propio Coral en la cárcel, en 1974—Jorge debió pasar a la semiclandestinidad y, tras el golpe de estado, cambio de residencia. A pesar de eso, fue secuestrado por la dictadura de Videla y luego liberado.
Las luchas contra la dictadura y la guerra de Malvinas lo encuentran en la zona de Zárate-Campana. Como señalaba –y elogiaba—Nahuel Moreno, su decisión de vivir en un barrio obrero e incluso, incursionar en el gremio de la construcción siendo un joven de extracción de clase media eran todo un ejemplo al partido. Lo llamó entonces uno de esos “románticos incurables y abnegados” –como también el “Pelado” Matosas– que le hacen bien al partido porque están más allá de la “burocratización” y del “aparato”.
Logrará después su reincorporación al Banco Nación pero la patronal tomó ahora la precaución de destinarlo a sucursales que lo mantuvieran alejado de las bases, en puestos casi individuales.
La ruptura del MAS a principios de los años 90 fue para él un duro golpe. Poco a poco se fue alejando de la política práctica y, jubilado, comenzó a transitar nuevos caminos con esa alegría que lo caracterizaba junto a Julieta, su compañera del alma. Tras sufrir algunos meses las dolencias y los padecimientos generalizados que provoca el Covid, en particular en personas de su edad, el 17 de marzo de 2021, poco después de cumplirse 48 años de aquellas elecciones “históricas” de 1973, se ha ido un pedazo de la historia del “morenismo”. Como entonces, recordamos las consignas que él levantó y con las que lo recordamos con cariño y respeto: “No vote patrones, ni militares, ni dirigentes vendidos, vote candidatos obreros, vote luchadores”; “Por una Argentina y un mundo socialistas”. Despedimos, en efecto, a un luchador.