En el marco de la interna peronista y de la mano del “Chino” Navarro y el Movimiento Evita, Felipe Solá lanzó su precandidatura a presidente de la nación. Para quién no lo recuerde, Solá fue Gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre 2002 y el 2007. Encolumnado dentro de la presidencia de Eduardo Duhalde, primero, y Néstor Kirchner, después. Fue él quien ordenó la represión el 26 de junio del 2002 a la movilización en Puente Pueyrredón. Represión que desembocaría en el asesinato por parte de la policía de los militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Junto al resto de los responsables políticos, como Duhalde y Aníbal Fernández (entonces Secretario General de la Presidencia), hoy continúa impune. Solá integró las filas del kirchnerismo, fue aliado del macrismo y también supo transitar por el peronismo federal y el massismo. Kosteki y Santillán fueron asesinados en el marco de una movilización que reclamaba por aumento de salario y alimentos para los comedores, en un contexto en el cual más de la mitad de la población argentina se encontraba por debajo de la línea de pobreza. Hoy, el ajuste brutal del Gobierno nos pone de nuevo en una situación de hambre. Y a la hora de salir a luchar, no dudan en mandar a reprimir, para garantizar que se siga aplicando ese plan a rajatabla. Por eso, la lucha por justicia por Kosteki y Santillán, es una lucha contra la impunidad de ayer, pero también contra el ajuste y la represión de hoy. Porque mientras Solá es libre de candidatearse y hacer su campaña a lo largo del país, luchadores como Daniel Ruíz son privados de su libertad. Es criminal que el Movimiento Evita, que se reclamaba heredero de la tradición piquetera del 2001, sea quién se lance a hacer campaña junto a Solá, así como también cualquier argumento de unidad con quienes ayer nos aplicaban el garrote, pra derrotar a Macri hoy. No es más que un callejón sin salida. Tenemos que repudiar la precandidatura de Solá, y seguir luchando por justicia por Kosteki y Santillán, al mismo tiempo que enfrentamos el ajuste y la represión del Gobierno actual. Solo una salida independiente de los trabajadores nos puede sacar de esta situación, y no un frente reciclado con viejos ajustadores que además, tienen las manos manchadas de sangre.
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