Fue casi automático, Macri anunció el acuerdo con el FMI y la memoria de los trabajadores viajó al año 2001. Ese año fue difícil y doloroso, la crisis era tan brutal que no nos alcanzaba el dinero y había hambre en las casas populares, pero también dijimos basta y salimos a la calle a enfrentar y a echar al gobierno de De La Rúa. Entonces, ¿sólo fueron penurias ese año y gracias al Kirchnerismo pudimos detener ese plan? Hacer memoria y sacar conclusiones del 2001 nos demostrarán lo contrario.
¿Cómo llegamos al 2001?
El 2001 fue la culminación de un proceso de ajuste que empezó a darse en el gobierno de Menem y que luego De La Rúa, a pesar de sus promesas electorales de cambio, profundizó. Argentina siguiendo los lineamientos del FMI se sumergió en una situación crítica terrible: recesión, cinco millones de desocupados, cierre de fábricas, privatizaciones, AFJP, flexibilización laboral, emisión de cuasi monedas (patacones, lecop, etc.), recorte del 13% al salario de los estatales y corralito financiero.
Nadie que haya pasado por eso quiere volver a repetirlo, por eso no necesitamos esperar más para saber el final de la película que están rodando el FMI con Cambiemos, contando con el acuerdo de todos los gobernadores y la oposición “responsable”. Vimos entonces como nos llevaron a esa situación de miseria y vemos ahora como lo intentan de nuevo.
Qué hicimos entonces
El relato de quienes quieren apropiarse de la lucha popular pareciera indicar que los trabajadores aceptamos la miseria sin chistar y luego Kirchner llegó para salvarnos, ¡nada más alejado de la realidad!
A pesar de los intentos del gobierno de la Alianza, la bronca igualmente empezó a sentirse con fuerza. En las provincias cortaban rutas, salían a las calles y reclamaban subsidios para los desocupados porque no podían vivir más así, la represión se intensificaba y la lucha en los barrios crecía y se organizaba en el movimiento piquetero. La clase obrera, debido a la tregua de la burocracia sindical con el menemismo, llevaba encima varias derrotas, y aunque en las fábricas y talleres había miedo porque el laburo escaseaba, igualmente parte de la CGT tuvo que salir a realizar algunas acciones y huelgas tratando así de contener un poco la furia popular.
Los dirigentes sindicales no organizaron en ese entonces de manera consecuente la pelea para frenar el ajuste. Hoy a Macri lo sostienen a través de la pasividad, los mismos dirigentes ricos que no enfrentaron consecuentemente a De La Rúa ayer.
Pero la contención de la burocracia no alcanzó. Estábamos hartos de todo y de todos, salimos a las calles de manera masiva, empezamos a cantar ¡que se vayan todos, que no quede ni uno solo! Fue heroico lo que hizo el pueblo argentino en esos días, salió a las calles, desobedeció el Estado de Sitio, incluso muchos murieron enfrentando la represión. El 20 de diciembre festejamos con alegría, a pesar del dolor y el cansancio luego de horas de combate, cuando renunció De La Rúa, pero no nos quedamos ahí. La asamblea legislativa (compuesta por peronistas, radicales y demás políticos patronales) proponía presidentes provisionales que no respondían a las demandas generales y el pueblo salía a la calle y tenían que renunciar.
Muy a pesar del FMI, la Argentina tuvo que declararse en default y no pagar la deuda, eso era triunfo de semejante lucha. La movilización popular que derrumbó al gobierno, hizo temblar el poder de los patrones y el imperialismo, el no pago de la deuda en ese entonces permitió tener una política contra el hambre a través, por ejemplo, de planes sociales. Fue la lucha en las calles la que consiguió muchas demandas que luego, el kirchnerismo quiso apropiarse. El miedo a la movilización popular hizo que tanto el peronismo como el radicalismo trabajaran juntos para dar un nuevo candidato que retomara el poder en manos de los representantes de los empresarios. Aunque no se fueron todos como querían los trabajadores, debieron dar concesiones y hasta cambiar sus discursos como hizo Kirchner con las reivindicaciones de los DDHH.
Por un nuevo Argentinazo para que gobernemos los trabajadores
Hoy, cuando pensamos en el 2001 sabemos de lo que somos capaces si luchamos. No hace falta llegar a sufrir tanto para salir a las calles y echar a los ajustadores como en ese momento. Tenemos que rescatar las mejores experiencias y superar los errores. La única forma de frenar el ajuste de Macri y el FMI es echándolo a él y al Fondo, no hay que sembrar confianza en los mismos que nos trajeron hasta acá, el peronismo que hoy dice resistir con aguante sostuvo a De La Rúa hasta el final y lo mismo quiere hacer ahora para poder llegar al 2019. Por eso nada bueno saldrá de ningún espacio político patronal, sólo los trabajadores sabemos lo que necesitamos y no quienes defienden los intereses de los empresarios.
Los mineros de Río Turbio tuvieron que pelear mucho para lograr su reincorporación, ellos son la muestra clara que esta vez la clase obrera está de pie y no tiene miedo. Necesitamos que esa clase obrera encabece la lucha, con su auto-organización, sacándose de encima la burocracia sindical, siendo la dirección de todos los que salgamos a echar a Macri, pero no para que vuelvan los mismos.
Las lecciones deben servirnos, para saber que podemos sacar al Gobierno pero también para no repetir lo mismo. Nada de adelantar elecciones o que la izquierda consiga más diputados, lo que necesitamos para derrotar a Macri es un nuevo argentinazo que imponga un gobierno de los trabajadores que lleve adelante un plan económico al servicio del pueblo y no de los intereses del imperialismo.
Salimos a luchar en el 2001, salgamos ahora, no hay nada que esperar para que gobernemos los trabajadores.