San Pablo, febrero 11 del 2016
Nos deja una compañera de muchos, muchos años. Una pasión girando por el mundo, un remolino de cariño por la lucha de clases. Luego de años de construir el viejo MAS, aceptó en los ’90 el desafío de una experiencia en otro país. Con sus fuerzas y recursos, se fue a Polonia, a construir la Internacional, a vivir de cerca los convulsionados procesos del Este que cambiaron el mundo. Vivió, se emocionó y sufrió con los obreros polacos, que estaban haciendo una durísima experiencia. Hace pocos días la visitamos en el Hospital, tan frágil como llena de vida en cuanto comenzaba a llenarnos de anécdotas, de sus momentos con Bill Hunter y el puñado de camaradas que sostuvieron la bandera de la LIT en Europa en los momentos más difíciles. Cuando nos contó cómo se vinculó a la primera huelga en Polonia, con el método de los “troscos” morenistas, de acercarse, ponerse a disposición de la lucha, ante obreros poco acostumbrados a eso. Juntar el escaso dinero que le vino de los portuarios de Liverpool con las monedas que ella misma recolectó entre trabadores y pueblo polaco, llevarlo a la huelga. Y descubrir asombrada que por ese solo hecho, tan elemental para ella, fue invitada por los dirigentes de la huelga a hablar y participar de las asambleas donde levantaron el conflicto y en el congreso de su sindicato. Contarnos cómo vivió, sola en ese rincón del mundo, la crisis por la que atravesó la LIT. Su regreso a Argentina coincidió también con momentos duros de reconstrucción de la sección de la Internacional desde muy abajo. Y participó desde el primer día, con su humor y sus rabietas, militando mucho, haciendo parte de distintas Comisiones de Control, participando de las asambleas populares, de las luchas ferroviarias. Acompañaba hasta hace poco las marchas y movilizaciones (no se perdía ninguna). Con casi 80 años, esperaba la marcha, la acompañaba unos metros, y con sus pasitos cortos se iba quedando atrás, cada vez más atrás, sin capacidad de seguir el ritmo, hasta que algún compañero la acompañaba hasta sentarla en un bar, o subirla al colectivo. Ella estaba feliz: había sido parte de la lucha, de la movilización, junto al partido. Colaboró durante muchos años como traductora en congresos y publicaciones de la LIT, esas tareas tan anónimas como imprescindibles en la construcción de una internacional. Una compañera que puso toda su capacidad, todas sus fuerzas, todo lo que estuvo a su alcance, para el partido mundial de la revolución, y para la clase obrera. Un ejemplo para las jóvenes generaciones, de que todos tenemos un lugar para cumplir una enorme tarea, muchas veces superior a nuestras propias fuerzas, por la clase y el partido. Desde la dirección de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional, nos sumamos y compartimos el dolor de sus familiares, de sus amigos y de sus compañeros partidarios más cercanos.
Camarada Elizabeth: ¡Hasta el socialismo siempre!
Secretariado Internacional – LIT