Durante setiembre y octubre de 1907 se produjo la “Huelga de los Inquilinos” o “Huelga de las Escobas”. Habitantes de miles de conventillos se organizaron contra los alquileres abusivos. Las mujeres con sus hijos e hijas tuvieron un papel fundamental en la resistencia a los desalojos.
En la Argentina de 2020 cerca de 4 millones de familias tienen viviendas precarias o alquilan. La situación no es muy distinta a la que se vivía a comienzos del siglo XX. Aunque entonces gobernaban los conservadores. La clase obrera de nuestro país era mayoritariamente inmigrante: españoles, italianos, alemanes, polacos y rusos que trajeron consigo las ideas socialistas y anarquistas. Ciudades-puerto como Buenos Aires o Rosario colapsaron en poco tiempo. Los trabajadores vivían en conventillos, edificios de muchas habitaciones con cocina y baños compartidos. Hacinamiento, malas condiciones sanitarias, alquileres elevadísimos, encendieron la mecha.
Agosto: el comienzo
Al inicio de 1907 se produjo un fuerte aumento de impuestos municipales y territoriales. Los propietarios de las casas de inquilinato trasladaron esto de inmediato a los alquileres. La Liga de Inquilinos, surgida el año anterior, propuso el no pago hasta la supresión de los aumentos.
En los últimos días de agosto, los inquilinos del conventillo “Cuatro Diques” se declararon en huelga y presentaron un pliego de reclamos. Esas reivindicaciones se constituyeron en la base de las exigencias del conjunto a partir del 13 de setiembre, cuando el Comité Central de la Liga llamó a la huelga general de inquilinos: rebaja del 30% de los alquileres, supresión de los tres meses de depósito y sustanciales mejoras sanitarias.
La huelga se extendió rápidamente en el área de mayor concentración de conventillos: San Telmo, Boca, Barracas, Socorro y Balvanera. Pero alcanzó e incluso desbordó la Capital, ya que hubo focos en Avellaneda y Lomas de Zamora. El movimiento irradió hacia ciudades del interior, como Rosario y con menor intensidad Bahía Blanca y Córdoba.
Setiembre: organización y movilización
A fines de setiembre la movilización había alcanzado dimensiones insospechadas. En Buenos Aires más de 2.000 casas dejaron de pagar el alquiler, aproximadamente el 80% del total de inquilinatos y el número de huelguistas llegó a unos 100.000.
La organización era territorial, con delegados de cada conventillo al comité barrial y éste designaba representantes al comité central. Pero no era vertical, por el contrario, se caracterizó por un alto grado de participación e iniciativas desde los comités zonales. Los conventillos se transformaron en clubes; por todas partes surgían oradores que arengaban a no pagar los alquileres y a resistir los desalojos; había manifestaciones callejeras diarias que recorrían los barrios, sin que la Policía pudiera impedirlas; los patios, lugares de reunión, fiestas y tango, se convirtieron en espacios de organización.
La huelga fue seguida por la prensa de la época. Recibió el apoyo del diario anarquista La Protesta. También la respaldaron las dos organizaciones obreras: la Federación Obrera de la República Argentina (FORA) y la Unión Gremial de Trabajadores (UGT), como distintos grupos ligados al socialismo y al anarquismo, que abrieron sus locales para apoyar a los huelguistas.
Los propietarios se agruparon a su vez, pero no actuaron en forma homogénea. La demora legal en las peticiones de desalojo hizo retroceder a muchos dueños, que ante la perspectiva de no cobrar nada, aceptaron los pliegos de condiciones. Así llegaron los primeros triunfos del movimiento.
¿Desalojos?: ¡agua hirviendo!
El Gobierno intentó acabar con la protesta mediante desalojos masivos. Un sinnúmero de conventillos sobrepasaron a los oficiales de justicia, a la policía y a los bomberos. Se atrincheraron en las casas, utilizando como armas de defensa, escobas, palos, piedras y calderos con agua hirviendo.
Hubo choques diarios con decenas de heridos. Ausentes los hombres durante el día, eran las mujeres quienes organizaban las tareas de autodefensa en el conventillo. De sus marchas con escobas por las barriadas, acompañadas de sus hijos e hijas, y de los enfrentamientos en que echaban a escobazos a bomberos y policías surgió el nombre de “Huelga de las Escobas”. Defendieron con uñas y dientes lo que les pertenecía, o como decía el manifiesto de los huelguistas “el derecho a vivir”.
Culmina el conflicto …
Los conventillos, ¿eran de los dueños o de los inquilinos sublevados? La propiedad privada corría riesgo. El Gobierno conservador de José Figueroa Alcorta resolvió aplicar una represión selectiva. Ordenó el desalojo violento de los conventillos más combativos. Los principales dirigentes fueron encarcelados o expulsados bajo la aplicación de la Ley de Residencia. Una victoria era muy difícil sin la concurrencia obrera organizada desde sus fábricas y lugares de trabajo, en una huelga que afectara la producción. Hacia diciembre el movimiento había decaído, volvieron los aumentos de alquiler y empezaron las represalias a los huelguistas.
… La lucha por la vivienda continúa.
Si bien en 1907 los inquilinos lograron algunas mejoras parciales, los problemas habitacionales no se modificaron sustancialmente.
Pasados más de cien años la reflexión es inevitable. Ayer la Huelga de Inquilinos, hoy las tomas de tierras, son intentos de los trabajadores y sectores populares de ganar por su cuenta lo que les ha sido negado por conservadores, radicales o peronistas en el gobierno.
En las tomas, igual que en 1907, el derecho elemental a tener una vivienda, choca con la propiedad privada y la sed de ganancia de las empresas.
La Toma de Guernica es un ejemplo emblemático. El 90% de las personas que ocuparon el predio son desocupadas y la mayoría tomaron tierras porque no podían pagar el alquiler. Condenados a vivir en la calle, sin trabajo y ahora sin changas por la pandemia, atravesados por múltiples violencias (hay medio centenar de mujeres, trans y travestis, que escaparon de situaciones de violencia machista) se los señala como “delincuentes” por “no respetar las leyes de la propiedad”.
Uno de los principales demandantes es la empresa Bellaco S.A. que planifica en el predio la extensión de canchas de rugby de un barrio privado. En la zona hay cerca de veinte countries.
Un cambio de raíz
Kicillof, Alberto Fernández, Cristina Kirchner o las CGT y CTAs, dirigidas por el peronismo, no van a tomar partido por las necesidades de los ocupantes y contra el capital. El peronismo, como todo partido o agrupamiento que defienda al capitalismo, es decir al lucro de las empresas, no dio ni puede dar respuesta al problema de la casa propia para la clase obrera y sectores populares.
La organización de la autodefensa contra la represión y los desalojos, como en 1907, y una extendida y activa participación del resto de los trabajadores, podrían abonar el surgimiento de una nueva dirigencia política que imponga un rumbo revolucionario y socialista, que solucione el tema de la vivienda y de las demás urgencias sociales.
Como explicó Federico Engels, hablando del sistema capitalista, en el siglo XIX: “(…) En semejante sociedad, la penuria de la vivienda no es en modo alguno, producto del azar; es una institución necesaria que no podrá desaparecer, con sus repercusiones sobre la salud, etc, más que cuando todo el orden social que la ha hecho nacer sea transformado de raíz. (…)”
Fuentes:
Juan Suriano, La huelga de Inquilinos de 1907, Centro Editor de América Latina, 1983
Clarín (Censo realizado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en la ocupación del Barrio San Martín de Guernica)
Página 12, Las fotos de la Toma de Guernica, 15/10/ 2020
Federico Engels, Contribución al problema de la vivienda, 1872-1873