Los trabajadores del Estado están sufriendo un ataque terrible. Han despedido más de 15.000, parte de un plan inmediato de 70.000 bajas.
El Gobierno acusa que hay “ñoquis”. Siempre hubo, y eso no es culpa de los trabajadores del Estado, sino de los diferentes gobiernos que han corrompido toda la estructura pública. Es problema patronal, y no de la clase trabajadora.
En realidad, esto es parte de un plan general del Gobierno acordado con el FMI y las grandes patronales para achicar gastos perjudicando a todo el pueblo, para pagar la fraudulenta Deuda Pública, Interna y Externa.
Es mentira que el Gobierno “libertario” combate al “Estado”. Baja gastos achicando la Salud y Educación Públicas, así como los restantes servicios. Pero sigue aumentando dietas de políticos, engrosando la Policía y la Justicia para reprimir al pueblo. Es decir, haciendo crecer al verdadero “Estado”, el que les sirve para seguir aumentando las ganancias patronales y entregando el país. Ese “Estado” es el que hay que destruir.
Por otra parte, es un ataque que intenta dividir a los trabajadores, pegándole a un sector para debilitar al conjunto. Mientras despide estatales, las patronales privadas metalúrgicas, de la construcción y otros sectores también suspenden y despiden, al compás de la recesión que está sufriendo el país.
Esto ya lo vimos en la década menemista, y terminó con la industria nacional liquidada, 50% de desocupación y subocupación, y la miseria más extrema, que desembocó en los sucesos del 2001. Milei busca un nivel superior de miseria y desocupación, bajos salarios y entrega de las riquezas argentinas a las multinacionales, pero reprimiendo mucho más, para impedir que la lucha popular lo enfrente y derrote, como hicimos con Macri.
La lucha de los estatales es de toda la clase obrera y el pueblo, y debemos apoyarla.
La traición de los dirigentes sindicales: ¡basta de complicidad!
Frente a esto, es clara la actitud de los dirigentes sindicales. Gremios estatales como UPCN, Salud, etc. directamente están dejando pasar los despidos, no hacen nada. ATE lleva adelante un plan de lucha (que tenemos que apoyar) pero es totalmente insuficiente, limitándose a acciones discontinuas que no logran doblegar al Gobierno y su represión.
Es necesaria la unidad de todos los estatales, pasando por encima de los dirigentes gremiales, formando Frente de Gremios estatales, coordinadoras, unificando la pelea y movilizando a toda la base.
Hay que arrancar ya mismo un Paro General a la CGT, como inicio de un plan de lucha hasta vencer, contra todo despido o suspensiones, y por un aumento general de salarios y jubilaciones hasta un mínimo igual a la canasta familiar, ajustado mensualmente de acuerdo a inflación. Pasar por arriba a los traidores como Héctor Daer, Luis Barrionuevo y compañía. Y los Moyano y Yasky tienen que dejarse de cacarear para la tribuna. Si quieren una huelga general, como dicen, tienen que pasar a los hechos y convocarla ya mismo. Seguramente la clase obrera mostrará disposición a enfrentar al Gobierno, como lo demostró en la inmensa concentración del 24 de enero.
Tomar la pelea en manos de la base obrera
No podemos seguir esperando que los dirigentes se decidan. Ellos están más preocupados por sus privilegios, apoyando una Reforma Laboral, siempre y cuando ellos sean parte de las decisiones.
Desde cada lugar de trabajo, tenemos que tomar la solidaridad con los compañeros estatales, unificando medidas y movilizaciones de todos los sectores, coordinándose con los metalúrgicos que reclaman salarios, y demás sectores en lucha. Hacer asambleas para apoyar.
La iniciativa tiene que partir de los compañeros estatales, que salgan a recorrer cada fábrica y empresa, coordinar y llamar a todos a la lucha común. Esa es tarea en primer lugar para comisiones de los mismos despedidos, junto a delegados y activistas.
Junto a eso, tenemos que derrotar la intención de reprimir cada pelea. No podemos seguir yendo a la lucha de manera “pacífica”, como corderos al matadero. Así no se puede ganar. La entrada por la fuerza en varias reparticiones fue un hecho en el sentido correcto: ellos nos echan y reprimen, nosotros no tenemos por qué aceptar las condiciones legales que nos imponen. Hay que repetir, fortaleciendo las tomas y permanencia en los lugares.
Es preciso que cada movilización tenga una política de confraternización y desmoralización de la policía, llamándola a desobedecer las órdenes de represión, gritándoles en la cara que dejen de pegarles a las maestras de sus hijos, a quienes curan a sus familias, todo para defender a los ricos y al Gobierno que los hambrea también a ellos.
Y no solo eso. NO pueden golpearnos, ni impedir nuestra lucha. Tenemos que prepararnos con la fuerza obrera y popular contra la fuerza represiva. Volver a formas de lucha que ya conocemos. Basta de ir a cara limpia, para que nos identifiquen, y nos tiren gas pimienta. Volvamos a utilizar protección en la vista, taparnos la cara y la cabeza, hacerles difíciles las cosas. Y volvamos, como en el 2001, a proteger las movilizaciones. Ellos llevan gas, casco y palos, nosotros llevemos nuestros propios elementos contundentes para defendernos. Es nuestro derecho.
Ni un despido en el Estado ni en la actividad privada
Fuera la policía de los organismos estatales
Aumento general de salarios y jubilaciones
Abajo el plan de Milei y el FMI: Huelga General y plan de lucha para derrotarlo
Unidad de los trabajadores