Este lunes, las acciones bajaron un 9% en las bolsas mundiales. El repunte del viernes fue una ilusión. Por tercera vez en 10 días, se cerraron las operaciones ante el desplome. La economía mundial está muy frágil.
A esto se suma la baja de los precios del petróleo (11,5% este lunes) por decisión de Arabia Saudita de reducir un 30% el valor del crudo (en su pelea con Rusia). Eso es resultado de la baja de la actividad productiva y de transportes internacional, que reduce la demanda.
Las crónicas culpan al coronavirus, que llevó a China y varios países europeos a reducir su actividad. No es así. La pandemia solo actuó como acelerador. La actual baja forzada de la actividad solo adelantó lo que era inevitable.
En 2008-2009 estalló la actual onda descendente mundial de la economía. 2009 fue el primer ejercicio en 60 años de crecimiento negativo del PBI mundial (desde 1949, inicio de la medición). Estuvieron en peligro de quiebra a los más grandes bancos y empresas multinacionales. Se inició una crisis prolongada, que aún continúa. Los gobiernos imperialistas respondieron con salvatajes que inyectaron billones de dólares en esas empresas para impedir su desaparición.
Con eso, el saqueo creciente a los recursos naturales de los países dependientes y ataques muy fuertes a los trabajadores de todo el mundo (incluso en Europa y EEUU), lograron salir momentáneamente del pozo más profundo. Los analistas capitalistas celebraron, mintiendo que la crisis había sido superada.
No era así, y desde la concepción marxista de la economía alertamos desde ese mismo momento que la crisis continuaba, y que el capitalismo estaba llevando adelante una guerra social contra la clase obrera y los pueblos pobres para salir de ella. Que solo saldrían cuando lograran recuperar la tasa de ganancia del capital[1], ya que el único motor del sistema es la persecución desesperada de la ganancia, del lucro, así sea a costa del hambre, la desocupación, la enfermedad y la muerte de cientos de millones de habitantes del planeta.
Hoy eso se confirma. Estamos entrando en un nuevo pico recesivo internacional, que puede ser tan o más profundo que el 2008-2009 y que durará todo un período. Tenemos que prepararnos para eso, porque la respuesta de los gobiernos y los patrones de todos los países será la misma: que la crisis la paguen los trabajadores y los pueblos.
Los efectos para Argentina
Esto tendrá repercusiones sobre la renegociación de la deuda, y mucho más.
Este lunes, el valor de las acciones de las empresas argentinas que cotizan en la bolsa de Wall Street se redujo en un 20%. Eso muestra que los inversores opinan que Argentina no va a despegar. Todo tendrá efectos muy malos para nuestro país, que ya viene en caída libre.
Nuestro país (como el resto de América Latina) superó rápidamente aquel pico del 2008, gracias al incremento de los precios de granos, minerales y petróleo en el mundo. Eso comenzó a cambiar en el 2013, cuando la crisis, por la baja de la demanda china, comenzó a impactar en nuestro continente. El triste final del gobierno de Cristina y el desastre de Macrise dieron en ese marco.
Ahora, la recesión mundial provocará una baja de las exportaciones argentinas, cuando ya los precios de los commodityes están muy devaluados[2]. Reducirá el consumo interno, provocando más recesión (cierres, despidos). Los cálculo eran de caída para 2020 del 2% del PBI, pero seguro será mucho mayor.
Por último, complicará la negociación de la deuda. El foco del FMI y los grandes países cambió. Ya no es la negociación con Argentina, sino la crisis lo los mercados mundiales. No hay apuro por parte de ellos de abordar el tema argentino. Junto a eso, los bonos argentinos se deprecian más aún, atrayendo a los Fondos
Buitres. Eso dificulta el papel ordenador del FMI ante el conjunto de los bonistas[3]. Y por último, los tenedores de deuda quieren efectivo ante la crisis, y eso complica el intento de un plazo de gracia. Por todo esto, el default es mucho más probable.
¿Está malaria es inevitable?
Si el gobierno persiste en su intención de poner toda la economía al servicio de honrar la deuda externa, estamos en el horno.
Pero hay otro camino. Las deudas se pagan, las estafas no, como dijo el propio Grabois esta semana. Se puede salir suspendiendo los pagos con un default soberano (es decir, dejando de pagar de manera unilateral) y poniendo todos esos recursos al servicio de un plan productivo nacional para salir de la crisis.
Tenemos que prepararnos para defendernos de los ataques de las patronales, el imperialismo y el gobierno que pone en primer lugar su acuerdo con el FMI. Hay que unirse para enfrentar la enfermedad y enfrentar las medidas antiobreras que se vendrán. Pero no alcanza con defendernos. Tenemos que luchar por imponer una salida diferente, favorable a la clase obrera y el pueblo.
[1] Tasa de ganancia es lo que ganan los capitalistas por cada dólar invertido, medida como promedio a escala de toda la economía mundial. Si la tasa baja, bajan las inversiones. Los capitalistas se vuelcan más a la especulación, que no produce riquezas. Y la crisis se agudiza. Y la tasa solo puede aumentar si logran una explotación muy superior a la actual de los trabajadores.
[2] Por ejemplo, la soja, que en 2009 estaba a 600 dólares la tonelada, está hoy a 310-330 dólares.
[3] Solo el 30% de la deuda argentina es con el Fondo.