El pasado 7 de mayo, Carlos Sadir, actual Ministro de Hacienda y Finanzas de Jujuy y delfín de Gerardo Morales, ambos radicales en Juntos por el Cambio, ganó las elecciones provinciales con un 49,5% de votos. Después de ese resultado, presentaron una Constitución exprés, enemiga de los intereses populares, que despeja el camino a la represión de la protesta social y a la expulsión de las comunidades de sus tierras ancestrales, para la explotación irracional del litio y otros minerales. Eso detonó una pelea masiva de las/os trabajadoras/es jujeñas/os y las comunidades. El Gobierno provincial replicó con una terrible represión. ¿Qué hizo la coalición Unión por la Patria?
Por Bettina Valmonti
Recordemos, en primer lugar, que esa reforma constitucional, se aprobó por unanimidad de los presentes, contó con el voto de once convencionales del PJ ( dos del PJ disidente habían renunciado al igual que seis de la izquierda).
Numerosos/as dirigentes de Unión por la Patria (UP) se pronunciaron contra la represión, exigieron al Gobierno nacional la intervención de la provincia o que se declarara inconstitucional la reforma. El PJ jujeño fue sancionado con una intervención del PJ nacional por pasarse al bando de Morales. Pero para las PASO nacionales ya lo beneficiaron con una amnistía, permitiendo que integrara una de las tres listas para senadores y diputados de UP en Jujuy: igual todos confluirían en el respaldo a Sergio Massa.
Balas de fogueo
En un conflicto resistente, que todavía perdura, protagonizado por la docencia, trabajadores/as estatales, pueblos originarios y hasta los mineros, sobraron bravura y ocasiones para extenderlo y fortalecerlo. UP tiene el poder político y sindical que podría haber tirado abajo al gobernador Morales junto con su repudiada reforma constitucional. No lo hizo.
Su líder Cristina Fernández, ante la acusación del gobernador jujeño a ella, a Alberto Fernández y al kirchnerismo, de instigar violentos incidentes frente a la legislatura provincial, se diferenció enseguida:“Morales, no mienta más” y se limitó a denuncias por las redes sociales.
Alberto Fernández criticó tímidamente la represión, su papel fue imperceptible.
Sergio Massa, leal a sus vínculos políticos con Morales, nunca mencionó el conflicto jujeño, antes o después de ser proclamado candidato.
Juan Grabois viajó a dar apoyo. Definió a Jujuy en una entrevista como “la fuerza histórica que puede producir los cambios”. Con su discurso aguerrido y su difuso programa de “tierra, techo y trabajo”, no fue más allá de proponer la intervención del ejecutivo nacional, y de convertir el conflicto en su primer spot de campaña electoral.
Las direcciones afines a UP de la CGT y ambas CTAs, podrían haber convocado una huelga general con movilizaciones en todo el país, que hiciera saltar por los aires al gobierno jujeño y su reforma constitucional represiva y entreguista.
En cambio, miraron para otro lado. La CGT preparaba el acto de cierre de campaña en apoyo a Massa. Las CTAs, parecido, salvo el paro forzado de apenas un día de la CTERA.
¿Y las direcciones mayoritarias del “movimiento de mujeres”?. ¿Dónde estaban para frenar la violencia machista y racista del Estado? ¿A qué medida convocaron por los derechos de las maestras, las enfermeras, las dirigentes kollas apaleadas en los cortes de ruta, las activistas encarceladas?
¿Cuál es el rumbo?
El espectro peronista completo de UP fue garante de que el fuego de Jujuy no ardiera fuera de la provincia, de la misma “paz social” que custodiaron los últimos cuatro años y que tantas penurias costó al pueblo trabajador. El trasfondo: los pactos políticos y económicos entre Gerardo Morales y el Gobierno Nacional, los negocios del litio y el cannabis, los brazos abiertos a los capitales saqueadores.
Con la carga de esa decepción, en esta tierra de perseverantes, de siglos de lucha, el voto mayoritario fue para quien proclama patear el tablero: Javier Milei. Sin embargo, propone el programa anti obrero y anti popular más extremo, opuesto totalmente a las reivindicaciones que levantó el Jujeñazo. Es una muestra patente de lo engañoso de las elecciones: las promesas de beneficios a medias tintas de UP o los shocks privatizadores y represivos de Milei o Bullrich, no nos sirven. El camino será organizarnos y luchar, hacia una nueva revolución, como la que soñaron y por la que pelearon en este mismo suelo, Güemes, Belgrano y Juana Azurduy.