La lucha de Jujuy continúa, aunque más aislada y dejada de lado por los medios de difusión. Se mantienen piquetes en la provincia. Es importante seguir su curso porque esta resistencia, sus causas y objetivos, y la represión a que fue sometida son anticipo de lo que se viene en la Argentina. Cualquiera de los tres candidatos con chances presidenciales responden a los intereses que marca el FMI y las empresas multinacionales que saquean las riquezas de nuestro país.
Una Justicia al servicio de los represores
El Tercer Malón de la Paz llegó desde Jujuy hasta Buenos Aires, pasando por Tucumán y Rosario entre otras ciudades, para reclamar a la Corte Suprema de Justicia nacional la inconstitucionalidad de la Reforma de la Constitución impuesta por Gerardo Morales. Piden también la intervención de la provincia por parte del Gobierno nacional. Y al Congreso, legislación pendiente para las comunidades originarias.
La Corte Suprema no ha dado respuesta y hoy en día siguen en la puerta de los Tribunales, mientras movilizan cotidianamente.
Desde el PSTU participamos de la entrada del Malón a Buenos Aires, damos nuestra entera solidaridad a la lucha que están llevando a cabo. Y respetuosamente también llevamos nuestra opinión.
Nada positivo va a salir de la Justicia, porque está al servicio del poder político de turno, y más aún, ligada a las grandes empresas multinacionales que buscan avanzar con la extracción del litio en Jujuy.
No podemos poner un grano de confianza en una Justicia que condena la protesta social, como lo hace con Sebastián Romero, Daniel Ruiz y César Arakaki por haber estado en la primera línea de la pelea contra la Reforma Previsional en diciembre del 2017. La misma que un día después de las elecciones ordenó desalojar las rutas cortadas en Jujuy.
Organizar la lucha desde abajo
Que la lucha esté debilitada no significa que esté derrotada. Es por eso que hay que profundizar los métodos de resistencia que permitan tirar abajo esa Reforma.
Se hace necesario, no solo rodear de solidaridad a Jujuy. También que repliquemos ese ejemplo en todo el país. La lucha tiene que avanzar exigiendo a las centrales sindicales medidas de apoyo. Pero las direcciones sindicales están muy por detrás de las necesidades.
Hay que formar comités, asambleas, multisectoriales que discutan y definan cómo seguir peleando. Es decir, una centralización provincial y nacional de la lucha, para fortalecerla. Convocando a todas las organizaciones que han manifestado solidaridad a poner en pie una campaña nacional para que Jujuy triunfe. Unificándola con decenas de movimientos en defensa del medio ambiente y pueblos originarios que se desarrollan en todo el país.
Junto a eso, que la clase obrera con sus organizaciones y métodos de lucha, no solo participe, sino que dirija el combate.
Un programa para unir las resistencias
No es un problema de Jujuy o de los pueblos originarios, sino de toda la clase trabajadora y el pueblo. El reclamo por territorio está unido al enfrentamiento al saqueo de los recursos naturales por parte de empresas multinacionales, y a la defensa del medio ambiente, así como de los derechos de los trabajadores.
Recuperar esos recursos para un proyecto de desarrollo al servicio de las mayorías, requiere la expropiación sin pago de las empresas extractivas, y su funcionamiento bajo control de trabajadores y comunidades que habitan esos territorios. Junto a la nacionalización del suelo y subsuelo, para que todos los recursos -tanto minerales como energéticos y alimenticios- sean patrimonio del pueblo argentino.
Esta tarea es difícil. Para avanzar en ella, es preciso unir no solo al pueblo argentino, sino de los demás países. La lucha jujeña, por el peso de los pueblos originarios y el recurso común del litio, pone sobre la mesa la posibilidad de unificar el combate con los mineros, los obreros y las comunidades originarias de Bolivia, Chile, Perú y otros países. Es decir, encarar una nueva lucha continental como lo fue la liberación de nuestros países hace dos siglos.
Una necesidad urgente
Además de un programa, necesitamos una herramienta política, que plantee una salida de fondo al saqueo y la miseria. Esta Constituyente puede caer, pero el plan económico del FMI y las multinacionales seguirá.
Estas medidas deben ser parte de un proyecto de gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, que solo puede ser resultado de una Revolución Obrera y Socialista. Una nueva revolución, como en 1810. Que logre la Segunda y Definitiva Independencia y avance hacia un sistema socialista.
El PSTU está al servicio de esa construcción de un programa, un método revolucionario y un partido que lo lleve adelante, en nuestro país y en el mundo.